Hoy me ha enviado el amigo Raul Cárdenas algunas fotos de
las últimas procesiones que salian en nuestro pueblo, sabiendo que se me mueven
“los adentros” y con cariño intentaré decir, a mi manera, algo de lo aún no he
contado de nuestras semanas santas de antaño y desde ahí es probable que
podamos saber el porqué se terminaron el pasear los santos por nuestras
empinadas calles y olvidarnos aquellos
sentimientos tan especiales nuestros por la parafernalia que rodea el
acontecimiento de Pasión y Muerte del llamado hijo de Dios.
En los años 1950-60 que coincide con mi infancia, Jimena era
un pueblo que prestaba poco interés por los asuntos de la iglesia ya que la
mayor parte de los habitantes estaba constituido por familias de jornaleros,
bien del monte o de la campiña, que dependían del mísero salario y el
despotismo con el que eran tratados por los grandes propietarios.
La iglesia estaba para ir a
lucir los trajes en la misa del domingo la clase pudiente y para catequizar
a los niños con catecismo que nos hacian aprender de memoria porque el régimen
fascista y la iglesia estaban concatenados para formar idealistas adictos al
poder imperante en el momento.
Todo esto que os cuento tiene mucho que ver con la Semana Santa en Jimena y es
que la mayor parte de la población que
era la clase trabajadora vivia de espaldas a los acontecimientos religiosos
pero tuvimos la suerte de tener en el Barrio Arriba, por aquellos años, un
sacerdote conocido como “El Padre Sánchez” que luchó por atraer a la iglesia a
la chiquillería, a la juventud y a los beatos y beatas. Para conseguirlo
montaba obras de teatros con los chiquillos y los jóvenes, banda de músicas….
Y, un día sí y el otro no organizaba
procesiones, excursiones y otros eventos
que nos mantenian a pequeños y mayores atentos al entorno de la iglesia.
En Jimena nadie en absoluto se preocupó de organizar
hermandades o cofradias para mantener la continuidad de procesiones en la Semana Santa y era el “Padre
Sánchez” quien iba por los comercios pidiendo para poder pagar a los costaleros
que sacaban los santos y hacia
compromiso a los carpinteros que sin cobrar un duro montaban los pasos y los
“beatos/as” se encargaban de adornar las imágenes y vestirlas adecuadamente
para el momento.
Recuerdo que pidió para comprar tambores y cornetas para que
tuviésemos gratis una banda de cornetas y tambores a la que yo pertenecí . La
banda fue dirigida con bastante arte y maestría por Juan Corbacho que tampoco
vio nunca una peseta por instruirnos en el arte de tocar los instrumentos
“semanamenteros”.
La iglesia del Barrio Arriba era el centro de los actos
religiosos y este cura supo mantener procesiones constantes porque santos tenia
la iglesia para dar y regalar de todos los órdenes y cuando digo esto quiero
decir que existian Virgenes, Crucificados, y santos de todos los colores
habidos y por haber.
Los de mi generación, al menos me pasa a mi, recordamos las
procesiones jimenatas y las semanas santas como algo digno muy ligado al olor a
incienso, a los cirios de los penitentes, a los salmorejos con patatitas
nuevas, perejil, bacalao y cebolletas………
Un sentimiento muy particular y especial a fiesta de la que
careciamos y es que precisábamos de algo festivo intermedio entre la Navidad y la Feria de Mayo y es que los
carnavales apenas si nos dejaban disfrutarlo con la prohibición que reinaba en
la época.
Cuando el Padre Sánchez se marchó a Tarifa destinado, el
pueblo quedó como huérfano en todo esto de ir a empujones y tirones a disfrutas
de los festivo de los actos religiosos y apareció otro sacerdote ( El Padre
Mariano) que trató de mantener la semana Santa activa e incluso organizó otra
banda de música parecida a la anterior y que dirigia un guardia civil llamado “
Vicente el corneta”, pero los ánimos se fueron enfriando poco a poco y el
pueblo que carecia de interés religioso vio bien que aquello fuese
desapareciendo por arte de “bili-bitroque”.
El remate de los tomates fue ya cuando se marchó el Padre
Mariano y el Padre Alegre ( éste apoyaba la semana santa pero no destacaba en
organizar). Aparecieron unos curas de corte moderno y aires de comunismo que
destrozaron el patrimonio religioso modernizando la iglesia y quitando un altar
mayor del siglo XVII y tirando los santos como sucediese en la época de la
república.
Jimena dio un espaldarazo a todo esto porque no habia “ más cera que la que ardía” y empezamos a
recordar con cariño aquellos pasos tan difíciles de hacer circular por unas
calles sumamente empinadas con un piso de piedras casi sueltas y cuya
expectación atraía infinidad de personas de todo el Campo de Gibraltar,
llenando bares donde el vino Sala, las tortillitas de bacalao, los salmorejos,
los potajes de acelgas, el arroz con leche, los huevos nevados y las natillas
se consumían por toneladas ya que la gente del campo venian a sus casas del
pueblo para ver una de las mejores Semanas santas de la Comarca.
Ha habido varios intentos posteriores de que volviesen a
salir procesiones pero ya los curas se han apartado de organizar estas cosas y la
verdad que Jimena ha optado por el “asocionismo” ofrecido con ayudas por la
democracia imperante en el momento de las aperturas……
El amigo Raul recordará como con sus hermanos Manolo y
Miguel montábamos lasemana santa infantil a nuestra manera particular paseando
pequeños santos con flores y margaritas del campo por las calles del pueblo con la sonrisa de todos los que se
asomaban a las puertas, pero era una forma de vida que pocas personas de hoy
podrán comprender.
La verdad que no es vital una semana santa para un pueblo
pero si una fuente de ingresos pues os
puedo decir con propiedad que estoy en Sevilla y aquí la gente aguanta lo indecible para ver las
procesiones y además se consuelan las penas en las cervecerias, bares y
restaurantes, amén de los hoteles que están hasta “las trancas·”-
Al final una reflexión muy particular y que no sé si la
habrá podido disfrutar el amigo Raul pero desde luego algunas de sus fotos
ilustrarán esta entrada-
Un abrazo-
Currini
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