viernes, abril 24, 2015

CERVANTES Y SHAQUESPEARE, DOS VIDAS PARALELAS





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El 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro, y se cuenta que se eligió esa fecha porque fue un 23 de abril cuando murieron dos padres de la literatura universal: Cervantes y Shakespeare. Pero no es del todo así: Cervantes murió el 22 de abril, aunque fue enterrado el 23, y Shakespeare murió realmente un 3 de mayo, pero como por aquel entonces Inglaterra aún hacía uso del calendario juliano en vez del gregoriano, la fecha oficial de su muerte en este último, es el 23 de abril. En cualquier caso, la realidad es que el día 23 de abril de cada año, el planeta rememora el último día de las vidas de dos autores canónicos de la literatura occidental. Dos vidas, además, muy paralelas.

Ambos escritores tuvieron una juventud desconocida. Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547, Leonor de Cortinas daba a luz al cuarto de sus hijos, Miguel, al que, además, luego sucederían otros tres. Rodrigo de Cervantes, médico, fue el responsable del traslado de toda la familia a esta localidad madrileña, donde había conseguido trabajo como cirujano. En realidad poco más se sabe de los primeros 19 años del autor español, hasta que, en 1566, se trasladase e instalase en Madrid, donde comenzaría su longevísima carrera como escritor en Estudio de la Villa, regentado por Juan López de Hoyos, catedrático de gramática. Precisamente sería en uno de los libros de su maestro, sobre la enfermedad y muerte de la reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, donde se publicarían sus primeras palabras, dos poesías. Por entonces Cervantes se había aficionado al teatro y aún no pensaba en hidalgos ni caballeros.

Warwickshire, Reino Unido, 26 de abril de 1564, Mary Arden y John Shakespeare bautizaban a su tercer hijo, que había nacido pocos días atrás, el tercero de los ocho que finalmente formarían su familia, poniéndole por nombre William; William Shakespeare. John era un comerciante próspero y Mary descendía de familia ilustre, por lo que William nació en el seno de una familia acomodada. Aunque esto no duraría para siempre. Su padre fue acusado de comercio ilegal de lana y perdió su privilegiada posición, cayendo así en desgracia. De sus 18 primeros años de vida tampoco se sabe nada que pueda estar acreditado con documentos, solo meras conjeturas sobre que debería haber estudiado en la escuela primaria local, Stratford Grammar School, bastante buena, donde se educaría hasta los 15. El 28 de noviembre de 1582, con su mayoría de edad, Shakespeare se casó con Anne Hathaway, de una localidad cercana a la suya, con la que tuvo una hija en 1583 llamada Susanna y un par de mellizos en 1585, Hamnet, que murió a los 11 años y Judith. Y desde entonces hasta que Shakespeare empezase a cobrar fama en el teatro de Londres, poco se sabe del artista.

Pasaron unos años y la vida de Cervantes continuó, cuanto menos, agitada, como siempre. Se fue a vivir a Italia, parece ser, huyendo de la justicia, que le acusaba de herir a un maestro de obras en un duelo. En Roma aprovechó cada minuto para empaparse de la cultura que le proporcionaba ese país y visitó varios lugares hasta alistarse en un tercio del ejército, que le llevaría a la guerra; a la Batalla de Lepanto. A duras penas, consiguió salir vivo de la masacre que dicha batalla supuso, aunque fue en esta precisamente donde se ganó el mote de 'El Manco de Lepanto', puesto que de ella salió con la mano izquierda completamente inútil. Y así, pasó unos cuantos años como militar hasta que, en 1575, unos turcos apresaron la galera en la que volvía a España y lo vendieron como esclavo, pasando, antes, preso cinco años. De esta forma, Cervantes pasaría encarcelado hasta 1580, por primera vez. Por primera vez porque, unos años más tarde, en 1597, volvió a ser encarcelado, después de casarse con Catalina de Salazar y de escribir su primera obra literaria: La Galatea. Acusado de aprovechar su cargo para robar dinero público, volvió a estar entre rejas. Allí, comenzó a imaginar su historia más conocida: Don Quijote de La Mancha, que no se publicaría hasta 1605.

Después de la oscuridad de los años que siguieron a la muerte de su hijo, William Shakespeare comenzó a trabajar como dramaturgo y comenzó a destacar allá por 1592. En muy poco tiempo se convirtió, además, no solo en escritor de obras de teatro sino también en actor e incluso copropietario de una compañía muy conocida. Años de bonanza económica y anímica que duraron no más de un par de décadas, cuando se retiró a su pueblo natal. En 1613, el teatro donde el maestro londinense guardaba sus obras se incendió, destruyendo buena parte de todo su legado, entre cuyas obras se encontraba una comedia inspirada en un personaje de Don Quijote de la Mancha, titulada Historia de Cardenio. Aunque fuera por un breve período de tiempo, la vida de los dos escritores abandona el paralelismo para chocar.

Tras salir de la cárcel, en 1605 verá la luz la primera parte de la obra que le consagra como maestro de maestros: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Tanto es así, que esta publicación marca el comienzo del realismo como estética literaria y da paso al género literario de la novela moderna. Un estilo que permite al artista mostrar y transmitir todo tipo de sentimientos y sensaciones, siempre desde la parodia. Diez años después, en 1615, Miguel publica la segunda parte de su obra por excelencia: El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha. Al año siguiente, a sus 68 años, el escritor fallece, a causa de la diabetes que padecía, en su casa situada en la esquina entre la calle León y la calle Francos, en el barrio de las Letras de Madrid. Además, fue enterrado, por petición propia, en la iglesia del Convento de las Trinitarias Descalzas del mismo barrio.

Seis años antes de la muerte de Cervantes comenzarían los últimos años de Shakespeare. William se trasladó al pueblo que le vio nacer en 1611, donde se encontró metido más de una vez en diversos pleitos. En 1613 se representó en dos ocasiones ante la Corte su obra Cardenio, la que se inspiraba en el caballero Don Quijote, la primera en febrero, durante la celebración del matrimonio de la princesa Isabel y la segunda en junio, ante el embajador del Duque de Saboya, poco antes de que se incendiase el teatro de El Globo, que guardaba la obra. Sus últimas semanas apenas tuvo más que disgustos, ya que el hombre que iba a casarse con su hija Judith fue acusado de promiscuidad. Por este motivo, Shakespeare pasó sus últimos días de vida revisando su testamento para poder guardar la herencia de su hija y salvarla de los problemas legales de su marido. El 23 de abril de 1616, Shakespeare murió a los 52 años, de, según algunos investigadores afirman, cáncer. Hasta entonces estuvo casado con Anne y sobrevivieron sus dos hijas Susannah y Judith, aunque no el pequeño Hamnet. Ambas se casaron pero sus hijos no tuvieron descendencia alguna, por lo que no existen en la actualidad descendientes del maestro británico.

Tanto Cervantes como Shakespeare se hicieron protagonistas de un trozo de la Historia gracias al éxito de sus obras, que no solo radica en que sean, de manera probablemente innata, genios de la literatura, sino también en su capacidad de innovación. Un talento potenciado, en gran medida, por una de las características que les une: el ser pioneros. Sin ellos, ni el teatro ni la novela, y tal vez tampoco la poesía, sería lo que han llegado a ser hoy. Probablemente la pasión, el gusto por el buen hacer y las ganas fue lo que les hizo saber andar por donde lo hacían, aun teniendo que dejar atrás las normas no escritas, las tradiciones, y las ataduras de una época que no estaba preparada para tales maestros.

Fuente: Ritmos XXI

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