Los boniatos son muy parecidos a las patatas. Por tanto, casi todas las preparaciones que hacemos con ellas (desde tortillas y purés, hasta salteados o guarniciones al horno) también pueden realizarse con ellos, unos tubérculos de aspecto más recio, pero dulce corazón. Y es esta característica, su sabor, la que nos permite incluirlos entre los postres.
- Frito o salteado. Una ración de boniatos fritos bien puede sustituir a una de patatas. Se preparan de la misma manera y, si los usamos como guarnición (por ejemplo, de un filete de ternera, pollo o pescado), aportarán al plato un interesante contrapunto de sabores. Lo mismo puede decirse del boniato salteado a la plancha; una preparación práctica y rápida si lo cortamos en finísimas láminas -es muy fácil hacerlo con un pelador de patatas-. Pero, si tenemos algo más tiempo o queremos preparar algo especial, podemos ir más allá en la elaboración. Con el boniato frito y un poco de cebolla podemos hacer una deliciosa tortilla, o acompañar unas alitas de pollo con salsa de soja y pomelo, como se explica en esta receta. Por otra parte, con el boniato salteado es posible preparar riquísimos rellenos, tanto para hojaldres (con espinacas y guisantes) como para tartaletas (con verduras, avellanas y tofu a la miel).
- Cocido o hervido. Lo más fácil que se puede hacer con un boniato hervido es puré. Queda muy rico y vistoso, su sabor es muy suave y marida muy bien con las carnes, como los filetes de cerdo a la plancha. También podemos preparar un pastel con carne picada, que habremos salteado antes en una sartén. Para hacerlo, disponemos una capa de puré en una fuente, añadimos encima la carne (condimentada al gusto), y cubrimos con otra capa de puré de boniato. Unos minutos en el horno y ¡listo! Por supuesto, hay vida más allá del puré. Una opción es hervir el boniato en rodajas (de un centímetro d grosor, más o menos), hasta conseguir que se ablanden. Usaremos estas láminas como en la lasaña, o en la moussaka, para hacer capas que intercalaremos, por ejemplo, con un salteado de setas y refrito con canela. Si queremos un toque marino, podemos probar la receta de brocheta de sepia con boniatos a la plancha. Para hacerla, herviremos antes los boniatos en dados.
- Al horno. Preparar los boniatos al horno es una de las maneras más fáciles de disfrutarlos. La menos laboriosa consiste en lavarlos bien, envolverlos en papel de aluminio e introducirlos en el horno para que se hagan tal cual, con el calor. Otra posibilidad es pelarlos y cortarlos (en dados o en rodajas) antes de colocarlos en una fuente. En esa misma fuente ponemos una pieza de carne para asar o un pollo. Regamos los boniatos con un chorrito de aceite de oliva y condimentamos con una pizca de sal y con las especias que más nos gusten (el orégano va muy bien). También podemos acompañar con otras hortalizas, como patatas y zanahorias. En esta receta de pavo al horno con boniato se añade, además, un par de puerros.
- En cremas. El boniato, en crema, funciona muy bien como entrante, pero también como postre otoñal. Una opción "salada" -o, al menos, agridulce- es la crema de boniato con frutos secos: se prepara con almendras y avellanas tostadas e incluye, además, caldo de verduras, leche de soja y uvas pasas. Para los postres, en cambio, podemos apostar por una crema dulce de boniato (deliciosa, aunque bastante más calórica y grasa, ya que lleva azúcar y nata), o por una crema helada de boniato a la canela, más refrescante que el postre anterior, menos calórico y azucarado.
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