Julio Camba. Libros del K.O. Madrid, 2013. 104 páginas. 14 euros
"El calamar se parece al periodista en dos cosas fundamentales: en que puede tomar a voluntad el color que más le convenga y en que se defiende con la tinta". Provocador y escueto, Julio Camba ironizaba así sobre la capacidad de identificación del redactor con su medio en una columna publicada en 1924 en El Sol e incluida ahora en Maneras de ser periodista. Francisco Fuster reúne en esta antología una treintena de artículos cortos que resumen seis décadas de oficio del que considera "el mejor articulista español de la historia" por el modo en que supo rentabilizar cualquier experiencia vital como material de trabajo.
Para Camba el mundo era una superficie literaria de 150 centímetros cuadrados, las dimensiones del papel que acogía sus columnas diarias. Todo, desde la hermosura del mar a las obras completas de Voltaire o las catedrales góticas, debía reducirlo a ese tamaño. Escritor vocacional, autodidacta y, según Pla, "sin ningún interés por la actualidad y los grandes hombres que la hacen con sus palabras y su actividad", era considerado poco apegado al gremio. Este breve y delicioso manual deja constancia, sin embargo, de su posición sobre el periodismo y sus escuelas; sus quejas sobre el intrusismo, el plagio y la penuria económica que conllevaba el oficio; su apelación al valor de la firma; su condición de hombre viajado y culto (el Camba que en la Alemania de 1912 se atreve a calificar a Wagner como "el compositor que sacrificaba a la armonía total de la ópera las mejores gargantas del mundo; en este aspecto, su música bien puede ser calificada de música socialista") y su gusto por el trabajo en plena redacción "a la luz de un quinqué, en el quinto piso de una calle cualquiera", lejos de la naturaleza o de esa habitación propia por la que suspiraba Virginia Woolf.
"El calamar se parece al periodista en dos cosas fundamentales: en que puede tomar a voluntad el color que más le convenga y en que se defiende con la tinta". Provocador y escueto, Julio Camba ironizaba así sobre la capacidad de identificación del redactor con su medio en una columna publicada en 1924 en El Sol e incluida ahora en Maneras de ser periodista. Francisco Fuster reúne en esta antología una treintena de artículos cortos que resumen seis décadas de oficio del que considera "el mejor articulista español de la historia" por el modo en que supo rentabilizar cualquier experiencia vital como material de trabajo.
Para Camba el mundo era una superficie literaria de 150 centímetros cuadrados, las dimensiones del papel que acogía sus columnas diarias. Todo, desde la hermosura del mar a las obras completas de Voltaire o las catedrales góticas, debía reducirlo a ese tamaño. Escritor vocacional, autodidacta y, según Pla, "sin ningún interés por la actualidad y los grandes hombres que la hacen con sus palabras y su actividad", era considerado poco apegado al gremio. Este breve y delicioso manual deja constancia, sin embargo, de su posición sobre el periodismo y sus escuelas; sus quejas sobre el intrusismo, el plagio y la penuria económica que conllevaba el oficio; su apelación al valor de la firma; su condición de hombre viajado y culto (el Camba que en la Alemania de 1912 se atreve a calificar a Wagner como "el compositor que sacrificaba a la armonía total de la ópera las mejores gargantas del mundo; en este aspecto, su música bien puede ser calificada de música socialista") y su gusto por el trabajo en plena redacción "a la luz de un quinqué, en el quinto piso de una calle cualquiera", lejos de la naturaleza o de esa habitación propia por la que suspiraba Virginia Woolf.
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