Historia del Balneario
Hasta el año 1999 fueron muchos los
historiadores y escritores que citaban el origen del Balneario de Baños
de Montemayor, la antigua “Aquae Caprense”, conocido también como Baños
de Béjar y Baños de Montemayor en la época de dominación de estos territorios
por los romanos y más concretamente en momentos republicanos, lo que le daba una
cronología de las más antiguas de la Penísula Ibérica.
Estas circunstancias han dotado al Balneario
de Baños de Montemayor de una base histórica admirable y de paso a
bañistas, visitantes y estudiosos del tema termal de un lugar excepcional para
posibles investigaciones.
Los ya existentes hallazgos seculares de exvotos,
aras dedicadas a Ninfas y abundante epigrafía latina, conocidas con estos
descubrimientos de los años 1999 y 2000, se corrobora que en época de dominación
romana estas fuentes termales fueron utilizadas y veneradas por militares y
funcionarios romanos, además de la población hispano-romana que veían
alivio considerable de sus males en estas aguas
sulfurosas que emanaban ya en el siglo II a. de C., formando una
hermosa laguna acuática.
El que fuera principal
artífice de las excavaciones y reconstrucción del Teatro Romano de Mérida, D. José Ramón
Mélida, a principios de siglo apuntaba indicios claros de lo que pudieron ser
las primitivas termas romanas que, con el tiempo, se perdieron con posteriores
construcciones y reedificaciones de estos lugares.
Al igual que ocurriera con otros recintos
termales de gran importancia en Europa, Baños de Montemayor
seguiría utilizándose en épocas posteriores, favorecidos estos por la vía de
comunicación que fue, durante siglos, la “Ruta Vía de la Plata” y posteriormente
la N-630, que une el sur y norte de Extremadura y las vecinas Comunidades de
Castilla-León y Andalucía.
A principios del siglo XVII se constata
nuevamente la utilidad y la fama de los baños y, así, en 1628 y en tiempos del
Marqués de Montemayor, D. Juan Luis de Silva y Ribera, se reformaron las
Ordenanzas de estos baños del norte extremeño.
En los últimos años del S. XVIII, el Obispo Laso
se interesará por las aguas termales de Baños, en agradecimiento a la mejoría
que ocasionaban a los usuarios que se acercaban a ellas, mandando construir este
ilustre placentino accesos por carretera y arreglos de puentes.
Esta importante labor en favor de la población y
sus aguas termales tendrán continuidad en el Obispo de Porras y en el Chatre de
la Catedral placentina que mandaran recoger las aguas, encauzarlas, construir
lavaderos, abovedar un recinto para baños, así como la edificación de una
galería con pilas para uso de los bañistas.
A principios del siglo XIX, en 1817, Baños de
Montemayor tuvo su primer Director del Balneario, D. Francisco Martínez y, en
1833 el Balneario, por decisión de los ayuntamientos de los barrios de Béjar y
Montemayor, pasaría a posesión de los vecinos del pueblo, que crearon la
denominada “Junta Protectora del Establecimiento”.
Modificaciones de importancia y paulatinas
ampliaciones de considerable coste se darían en los siglos XIX y XX, obteniendo
como resultado un atractivo y acogedor Balneario, junto al cual
se construyó, a principios de la segunda década del siglo XX, un magnífico
hotel que lleva el mismo nombre del Balneario.
Este Balneario se arrendaría al
famoso político del Partido Radical Alejandro Lerroux. Este político impulsó
considerablemente el Balneario y el Hotel, y cedería su titularidad a Ferrero y
compañía, Sociedad de Responsabilidad Limitada, disuelta en 1944, quedando D.
Miguel Ferrero Pardo y sus posteriores herederos como administradores del Hotel
y del Balneario.
Esta familia no dudó en dedicar mucho esfuerzo e
ilusión por mantener los recintos termales y hoteleros,
consiguiendo con ello una importante repercusión laboral en la población, al
margen de los beneficios medicinales que el Balneario supone para los pacientes
y visitantes
No hay comentarios:
Publicar un comentario