El Papa cree que el matrimonio gay, la eutanasia y el aborto impiden la paz
Pide "políticas valientes" para crear trabajo, que para Benedicto XVI es "el derecho más amenazado en la actualidad".
Juan Lara/ Efe, Ciudad del Vaticano | Actualizado 14.12.2012 - 14:26
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Benedicto XVI denunció que el derecho al trabajo es uno de los más amenazados, advirtió de los focos de tensión provocados por el aumento de las desigualdades entre ricos y pobres, "debido a un capitalismo financiero no regulado", y pidió nuevas políticas "valientes" para crear trabajo.
El papa así lo ha manifestado en su mensaje para la 46 Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2013, cuyo lema es "Bienaventurados los que trabajan para la paz", presentado por el cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz.
El Obispo de Roma afirmó que este tiempo está caracterizado por la globalización, "con sus aspectos positivos y negativos", así como por sangrientos conflictos y amenazas de guerra, que "reclaman" un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres.
"Causan alarma los focos de tensión y contraposición provocados por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, debido al predominio de una mentalidad egoísta e individualista que se expresa también en un capitalismo financiero no regulado", denunció. El Pontífice afirmó que uno de los derechos "más amenazados actualmente" es el derecho al trabajo, "considerado una mera variable dependiente de los mecanismos económicos y financieros.
"Ello se debe a que el trabajo y el justo reconocimiento del estatuto jurídico de los trabajadores no están adecuadamente valorados, porque el desarrollo económico se hace depender sobre todo de la absoluta libertad de los mercados", afirmó. El Papa pidió que el trabajo sea revalorizado y visto como un bien fundamental para la persona, la familia y la sociedad y exigió a los gobernantes "nuevas y valientes políticas de trabajo para todos".
Benedicto XVI abogó por un nuevo modelo de desarrollo económico y una nueva visión de la economía para salir de la actual crisis financiera y económica, "que tiene como efecto -dijo- un aumento de las desigualdades". Para ello, agregó, los estados tienen que poner en marcha políticas de desarrollo industrial y agrícola "que se preocupen del progreso social y la universalización de un estado de derecho y democrático".
"Es fundamental e imprescindible, además, la estructuración ética de los mercados monetarios, financieros y comerciales. Estos han de ser estabilizados y mejor coordinados y controlados, de modo que no se cause daño a los más pobres", afirmó con rotundidad.
En su mensaje, afirmó que el terrorismo, las guerras, las desigualdades sociales y los fundamentalismos y fanatismos "que distorsionan la verdadera naturaleza de la religión" también representan un peligro para la paz y aseguró que cada ser humano puede ser un agente de paz. Benedicto XVI señaló que los que trabajan por la paz aman y defienden y promueven la vida y a este respecto volvió a defender la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural y condenó el aborto y la eutanasia.
"¿Cómo es posible pretender la paz sin que se tutele el derecho a la vida empezando por los aún no nacidos?", se preguntó el papa, que dijo que "no es justo codificar de manera subrepticia falsos derechos o libertades para favorecer un pretendido derecho al aborto y a la eutanasia".
También reiteró que el matrimonio es entre un hombre y una mujer y pidió defenderlo "frente a los intentos de equiparlos con formas radicalmente opuestas de unión, que en realidad dañan y contribuyen a su desestabilización". Benedicto XVI abogó por el reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia "frente a leyes y medidas gubernativas que atentan contra la dignidad humana, como el aborto y la eutanasia".
El Obispo de Roma se mostró convencido de que el deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, pero que una condición previa para la paz es "el desmantelamiento de la dictadura" del relativismo moral. "La paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible", subrayó el papa, que pidió a los hombres desterrar el egoísmo y la violencia, la codicia y el deseo de poder y dominación, la intolerancia, el odio y las estructuras injustas.
El papa así lo ha manifestado en su mensaje para la 46 Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2013, cuyo lema es "Bienaventurados los que trabajan para la paz", presentado por el cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz.
El Obispo de Roma afirmó que este tiempo está caracterizado por la globalización, "con sus aspectos positivos y negativos", así como por sangrientos conflictos y amenazas de guerra, que "reclaman" un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres.
"Causan alarma los focos de tensión y contraposición provocados por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, debido al predominio de una mentalidad egoísta e individualista que se expresa también en un capitalismo financiero no regulado", denunció. El Pontífice afirmó que uno de los derechos "más amenazados actualmente" es el derecho al trabajo, "considerado una mera variable dependiente de los mecanismos económicos y financieros.
"Ello se debe a que el trabajo y el justo reconocimiento del estatuto jurídico de los trabajadores no están adecuadamente valorados, porque el desarrollo económico se hace depender sobre todo de la absoluta libertad de los mercados", afirmó. El Papa pidió que el trabajo sea revalorizado y visto como un bien fundamental para la persona, la familia y la sociedad y exigió a los gobernantes "nuevas y valientes políticas de trabajo para todos".
Benedicto XVI abogó por un nuevo modelo de desarrollo económico y una nueva visión de la economía para salir de la actual crisis financiera y económica, "que tiene como efecto -dijo- un aumento de las desigualdades". Para ello, agregó, los estados tienen que poner en marcha políticas de desarrollo industrial y agrícola "que se preocupen del progreso social y la universalización de un estado de derecho y democrático".
"Es fundamental e imprescindible, además, la estructuración ética de los mercados monetarios, financieros y comerciales. Estos han de ser estabilizados y mejor coordinados y controlados, de modo que no se cause daño a los más pobres", afirmó con rotundidad.
En su mensaje, afirmó que el terrorismo, las guerras, las desigualdades sociales y los fundamentalismos y fanatismos "que distorsionan la verdadera naturaleza de la religión" también representan un peligro para la paz y aseguró que cada ser humano puede ser un agente de paz. Benedicto XVI señaló que los que trabajan por la paz aman y defienden y promueven la vida y a este respecto volvió a defender la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural y condenó el aborto y la eutanasia.
"¿Cómo es posible pretender la paz sin que se tutele el derecho a la vida empezando por los aún no nacidos?", se preguntó el papa, que dijo que "no es justo codificar de manera subrepticia falsos derechos o libertades para favorecer un pretendido derecho al aborto y a la eutanasia".
También reiteró que el matrimonio es entre un hombre y una mujer y pidió defenderlo "frente a los intentos de equiparlos con formas radicalmente opuestas de unión, que en realidad dañan y contribuyen a su desestabilización". Benedicto XVI abogó por el reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia "frente a leyes y medidas gubernativas que atentan contra la dignidad humana, como el aborto y la eutanasia".
El Obispo de Roma se mostró convencido de que el deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, pero que una condición previa para la paz es "el desmantelamiento de la dictadura" del relativismo moral. "La paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible", subrayó el papa, que pidió a los hombres desterrar el egoísmo y la violencia, la codicia y el deseo de poder y dominación, la intolerancia, el odio y las estructuras injustas.
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