





París monumental con sus grandes espacios nos ofreció de todo y tras admirar sus enormes e históricos edificios, nos dedicamos a descansar un poco contemplando la nobleza de los gorriones y palomas franceses.
Fueron muchos los que se animaron y dieron de comer a estos animalitos en sus propias manos como podeis ver en esas fotos obtenidas como producto de la casualidad.
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