jueves, octubre 29, 2009

LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS. COSTUMBRES.


NUESTROS TOSANTOS DE TODA LA VIDA

Nuestros romanos, los de toda la vida… si, si, los del “pecho de lata”, esos fueron los primeros que establecieron una fiesta llamada Feralia para conmemorar a sus difuntos pero cuando se cristianiza el Imperio, la iglesia reemplaza las prácticas paganas por cultos cristianos consagrando el templo romano.

Fue el Papa Bonifacio IV quien consagra la fiesta de Todos Los Santos, hasta que Gregorio III la pasó definitivamente al primer día de Noviembre y Gregorio IV la hizo extensiva a toda la iglesia.

Los gaditanos, siempre dispuestos a comerse palabras y hacer contracciones resumieron el tema hablando de “ Los Tosantos” y estoy seguro que nos entendemos todos perfectamente, pero…. Los ciudadanos obetenses ( es decir jimenatos) que yo recuerde nunca deciamos…Tosantos pues siemplemente deciamos … “LOS SANTOS”, como por ejemplo….: Ya mismo tenemos aquí la fiesta de Todos Los Santos.

Con esto de los santos y los difuntos, siempre nos hemos formado un “cacao mental” de mil demonios y en Jimena para pasárnoslo mejor nos íbamos a Las Torres y al Castillo. Yo no puedo remediarlo y estos días a mi me huelen a “castañas tostá”, a bellotas dulces, a nueces, a dátiles, a pasas, avellanas y a higos de Lepe.

La gente mayor, mas concienciada con la muerte y su respeto, en estos dos días recordaban a sus seres queridos que se habían marchado para siempre, cuyos restos descasaban en el campo santo y visitaban el cementerio para rezar y tratar de alguna forma de ayudar a conseguirles la felicidad eterna.

La juventud no entendía de muchos rezos y buscábamos la diversión donde fuese y lo cierto es que la encontrábamos en Las Torres y los aledaños del castillo como Chinchilla y el Tajo La Reina Mora donde los niños correteaban por los “peretones” y los “jóvenes con las jóvenas” inspeccionaban las cuevas, los algarrobos, los almendros, los restos arqueológicos y se escaba algun que otro beso robado que encendían las mejillas de las chicas y los corazones enamorados rebozaban de felicidad.

Ahora tenemos algo importado que nos está entrando por los colegios y por todas partes y que se llama halloween. Es algo que no se corresponde con nuestra forma de pensar, pero que está arraigando en las nuevas generaciones y no debía de desplazarse lo nuestro de toda la vida como son Los Tosantos o Los Santos como queramos decirle, que para eso es algo nuestro. De alguna forma pienso que para disfrazarnos ya tenemos nuestro carnaval y lo hacemos a nuestra manera de sentir particular y no con raigambre anglosajón.

En nuestras Torres y en nuestro castillo se ponían varios puestos de castañas tostadas cuyo resplandor, humo y chispas de candela es como si diesen voces al pueblo entero que subiamos a respirar el aire puro de nuestra fortaleza heredada de nuestros antepasados. Yo creo que nuestros “Tosantos” evocan el que es tiempo de recogida y venta de productos típicos y no tan típicos que fueron importados después: Los higos secos, los dátiles de berbería, los boniatos, los membrillos, las avellanas, las nueces, las manzanas, los peros, las chirimoyas, los aguacates, las aceitunas verdes de la sierra que se partían con una piedra y las aliñábamos con ajo, pimientos, orégano, comino, hinojos y bastante sal. A todo esto se unian los plátanos de Canaria, las piñas que vienen de allende los mares y lo que no podía faltar era la “cañadú” o caña de azúcar que masticábamos con fuerta hasta perder algunos dientes. Ahora en algunas ciudades Campogibraltareñas se celebre la fiesta en los mercados con todos esos productos mientras que las bandas de música nos deleitan con su música clásica o de pasodobles.

Se me olvidaba decir que entre tanta fruta siempre están presentes las pasas de uva y sobre todo las mejores naranjas del mundo como son las de San Pablo y San Martin del Tesorillo.

Olvidémonos pues de las caretas y de tanto gasto supérfluo y aferrémonos a nuestras tradiciones y costumbres con las tan felices hemos sido.

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