viernes, agosto 06, 2010

LA TRADICIONAL FERIA DE AGOSTO JIMENATA VUELVE A SUS ORÍGENES EN EL "PASEO".




LAS FERIAS DE AGOSTO DE ANTAÑO
Hasta la palabra “antaño” se me antoja y me recuerda… ese saborcillo de lo “anejo”, al olor inconfundible de nuestros pucheros, de nuestros guisos de pata, del piñonate cargado de aliños y la miel en su punto, a la imagen de un pueblo con sus tahonas, sus hornos de pan, sus calles repletas de los que con su animales vendian la cal, el carbón, la fruta, las verduras, los cántaros y lebrillos.
El cuadro que yo pintase de JIMENA DE LA FRONTERA hace 50 ó 60 años tendría el matiz inconfundible de nuestros abuelos, de nuestros padres y de nosotros mismos. No llevaría más colores que el blanco y el negro, pero no faltarían las numerosas tiendecitas, los talleres de talabarteros, las zapaterías, las barberías, los estancos, los bares de copas, la fonda, las posadas, las panaderias y un sin fin de cosas más. Le daría vida para que con todo eso que he nombrado y con la gente sana tanto del pueblo como de campiña y del monte volver a situarnos en el plano de la existencia de entonces……. Ahora, bien situados, podemos hablar de NUESTRAS FERIAS DE AGOSTO.
Siempre he tenido claro que nuestra feria se disfrutaba de tres formas muy distintas atendiendo a las edades de los jimenatos de entonces…. “ los niños” “ los adolescentes-jóvenes” y los mayores y comprendereis al describirla, porqué esto era así:

Los libretos de feria que salían a la luz callejera a finales de Julio, reflejaban el esfuerzo que hacían los comerciantes y empresas de servicios y allí , además de la publicidad, se detallaban las tradicionales dianas de la banda de música con gigantes y cabezudos, la hora de las célebres cucañas, las jornadas de “tiro al plato”, el partido de futbol, las casetas de bailes con las orquestas correspondientes, las funciones de teatros y las repetidas sesiones de cine de verano, para terminar siempre con los fuegos artificiales y la gran “traca final”.

El marco natural de la feria, no se podía imaginar en otro lugar, que NUESTRO PASEO porque tenía y estoy seguro de que hoy en día sigue teniendo la solera permanente del lugar para disfrutar y que nos hacia olvidar el “trajín” diario de la vida cotidiana, recibiendose como premio, tres días de magia y de sensaciones maravillosas e inolvidables.
Las Cuatro Esquinas ( Gómez, Carrillo, Luis Luque y Antonio Cuenca) eran el portal de entrada a la feria. Allí estaba situado el primer arco de luces dándonos la bienvenida a todos los Jimenatos. Unas bombillas enormes pintadas a mano de distintos colores con sus tambien grandes casquillos de metal y china blanca. A continuación muchos de estos arcos iluminaban toda la calle de entrada al paseo para “desparrarse” en luz por todas partes de aquel precioso paseo con paredes de piedra viva y suelo de tierra amarilla con algún que otro boquete que a mi se me antoja “hasta necesario” como identidad de nuestras ferias inolvidables.
Al poner el pié en la entrada ya nos envolvía una nube de humo procedente de las dos grandes sartenes “estañadas” de Frasquita Ortiz. Si era por la tarde… el olor inconfundible a esas “papas fritas” que por una peseta te llenaban sus “pinches los Carriones” un “cucurucho” de papel rociado con la sal de la lata con tapadera agujereada. Al lado se ponía “Cotorra y su mujer” con aquel puesto de cotufas, caramelos , pasteles de Los Duranes y altramuces remojados en agua con sal. No faltaban ningun año un matrimonio mayor que con sus delantales blancos atendían sus dos grandes peroles de cobre repletos de “almendras garraspiñadas” y bananas fritas con azúcar.
No olvidemos que la entrada era toda de lozas con poyetes alargados de obra por alrededor y que sobre ellos estaban los “camapé” de hierro. En la parte superior comenzaba el paseo propiamente dicho y en la inferior, se bajaba por unos escalones, que daba como a un callejón con el Bar de Vecina, la casa de Los Teodosios, La Posada de Ramón López ……. En la otra acera Ernesto Cuenta, la centralita de teléfonos, Milagro Díaz con su tiendecita de caramelos y dulces…..
El Kiosco de “Andrés el del Chorrito” era emblemático, todo de madera y en la feria contaba con su tradicional clientela para las chucherías y el tabaco. No faltaba la mesa con los dos o tres “pipos de agua”; los serranos con las espuertas de chumbos que los partian y se vendian in situ; La mesa con la diana para tirar con aquella especie de arco con las flechas; Los enormes baños de cinc llenos de agua y aquellos corchos flotando para tirar las “perrillas gordas y chicas” y tratar de conseguir dejarlas en el corcho por el doble ó nada; aquella especie de “escaletri” por donde lanzábamos unos pequeños coches y si tenías la suficiente fuerza llegaba al final del trayecto y explotaba un petardo; una mesita con varios troncos de “quejigo”, unas puntillas grandes y un martillo para el que consiguiese clavarlas le regalaban un par de tabletas de turrón después de haber pagado una peseta rubia; La máquina que tras echarle azúcar lo convertía en algodón blanco o violeta que se pegaba a un trozo de junco; La señora que vendía los Kokis con su delantal balnco y los que daban vueltas por el recinto ferial vendiendo las “manzanas acarameladas”, “Los Bartolitos” que bailaban solitos, los canarios de barro llenos de agua que pitaban, las “volaeras” de papel……. ¡ cuanta ilusión y bonitos sentimientos me trae todo esto a la memoria….!
Los postes de “palo” aguantaban los enormes cables y las guirnaldas de luces dándole un aire perfecto de armonía y belleza casi natural al recinto ferial.
Entre los “cacharritos” estaban “Los cochecitos” que traia Euribes y su familia todos los años, Las cunitas del Rondeño Serrano con su ¡taratachín, chin…chin!.. ¿ quereis más…?, las barquillas de los columpios, el “ carro Las patás” y las casetas del “tiro pichón”.

Cuanta felicidad para los niños, cuanto amor de juventud con las chavalas preciosas de nuestra edad y cuanta paz disfrutada por esas personas mayores sentados al fresco en los bares de Vecina y Cuenca tomando placidamente sus chocolates con tejeringos y buñuelos de viento.

La Caseta de baile de “los ricos” con la mejor orquesta de la zona y forrada bien alta de caña para que no se les viese sus excentricidades, hacía alarde de poder ante un pueblo que no les prestaba atención alguna porque teníamos nuestra caseta de baile en la parte baja del paseo donde bailábamos sin parar con las chicas mas bonitas que podían existir ó al menos a nosotros los parecia.
Solía venir un circo que se ponía en “ Los Coches” ó detrás del cine del paseo con sus payasos, los perritos vestidos, la cabra, los monos, los trapecistas y cantaores de flamenco.
En el cine tambien habia funciones de teatro algunos años donde pude ver a Juanito Valderrama y La Niña de Antequera.
En feria llegaban a funcionar los dos cines ( Invierno y verano) con aquellas películas de Valderrama, Miguel Ligero, Manolo Caracol y el consiguiente trasiego de los rollos de película corriendo de un cine para el otro para coordinar las representaciones.
Como os digo la FERIA DEL PASEO representaba una inyección de alegría para una forma de vida que era el trabajo diario…. Esos pasacalles mañaneros de la banda música con los gigantes y cabezudos delante, marcaban el “estallido” de felicidad en nuestros corazones y nos hacían permanecer en “éxtasis” durante tres dias con nuestros trajecitos nuevos y nuestras ansias de vivir.

Un fuerte abrazo

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