Os cuento la historia de mi rana porque es algo curioso que quiero que sepais y que sin lugar a dudas es la base de su supervivencia ya que a su alrededor hay gatos, perros, tórtolas, mirlos, perchis y hasta ratas y ratones.
Goza de un ropaje oscuro con tiras verdes y unas motas blancas en su precioso lomo, su boca es fea como la de todas las ranas pero su porte es elegante. Apoyando sus manos delanteras, estira los brazos y parece algo importante entre la hierba crecida del césped.
Con sus ojillos redondos me mira y de vez en cuando me hace un “guiño” como si me conociese de toda la vida por lo que le importa un rábano mi presencia, aunque cuando me ve con la cámara sale saltando y se esconde entre la hiedra del bardo.
Durante el verano parece como si no existiese, pero es tan lista mi ranita que, en cuanto oye el ruido que hace el “chispito” del aspersor con el que riegan el césped, aparece como transportada de otro mundo y disfruta del líquido elemento dándose restregones en la carita.
Al compás de la música de riego, comienza a croar y croar con unos acordes acompasados a los golpes que produce el agua al salir del “tiesto” del riego.
Como hace tiempo que no riegan, también llevo bastantes días sin saber nada de ella, pero hoy precisamente cuando mas “chuzos de punta” caían, comencé a oir el croar y croar de mi fiel compañera, como si quisiese que yo compartiera el baño tan estupendo que se estaba dando en un pequeño charco que hacía el agua en un agujero del césped.
Mi ranita resultará extraña para muchos pero es mi amiga del alma, nunca me dice nada que pueda herirme y yo la dejo cantar mientras estoy metido de lleno en mis pensamientos abstractos y complicados.
Yo entiendo que ahora serán sus vacaciones y hasta me dan ganas de comprarle un flotador o una barquita de remos para que se pasee por los charquitos… ¡ que buena vida se pega mi ranita …! ¡FELIZ NAVIDAD QUERIDA AMIGA
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