Un poco extraño resulta hoy el título de esta reflexión mía que quiero o intentaré plasmar en el papel y, es que nuestra mente da vueltas por donde quiere y hasta es probable que después no se nos entienda nada, pero es un riesgo que hemos de correr, si lo que pretendemos es escribir y sacar de dentro nuestros sentimientos.
Esos pajarracos que ahora les ha dado por posarse con más frecuencia de lo normal en nuestro “Tajo de La Reina y Mora” no deja de ser una “señal” que me transporta a otra era espacial donde los niños salían del colegio y en vez de irse rápidamente a sus casas, se desviaban por las “roaeras” con su mochilas de libros a las espaldas, para ver esas bandas enormes de estos animales ( nunca los relaciono con las aves) y que felices éramos cuando contemplábamos la vaca negra muerta con los “boquetarros” en su barriga y bastaba retirarnos unos metros para que nuestros pajarracos se tirasen como locos a saciar su apetito desmesurado.
Artimañas nos sobraban, para alguna vez que otra, acertar a conseguir uno de estos “bicharracos” y aunque apestaban mucho más que un “gitano mojao” no nos importaba mucho el acompañar a los más hábiles que lo paseaban por todo el pueblo.
Ahora estos pajarracos nuestros se nos están acercando con frecuencia como si quisiesen volver a tener ese protagonismo que perdieron cuando nosotros, los de mi edad, nos hicimos mayores y les volvimos las espaldas.
El aposento fijo de ellos siempre fue el Tajo Los Pajarracos desde donde partía el jefe que daba vueltas y localizaba las numerosas reses, cochinos, ovejas, cabras, gatos y perros que aparecían todos los dias por aquellos “canchos” nuestros. Yo creo que habría que encontrar la fórmula para que estos seres estuviesen mejor alimentados y de forma natural volvieran a poblar nuestros “peñascos” y ofrecernos las imágenes tan populares de aquellas épocas pasadas.
Dejando el tema, me paso a la foto de las “meadas de zorras” y es que no resulta fácil explicaros el porqué de ese nombre, pero me parece triste el que nos vayamos muchos a la tumba y no os expliquemos que es eso de “las meadas de zorras”.
Cuando , los días buenos, de Otoño, Invierno y Primavera jugábamos en el Risco ó la zona de Chinchilla, no era difícil encontrar estos huecos de los “tajos” llenos de agua de lluvia con un tono oscuro, propio del musgo del fondo. Nuestra imaginación de niño siempre estuvo por encima de todo y deciamos que aquello eran las “meadas de las zorras” que andaban por allí y aprovechaban esos boquetes para dejar sus meadas como señales de sus correrías. Como dije antes no quiero que eso que ya recibimos de nuestros antepasados, se pierda en el olvido y tal vez algunos de vosotros se lo podais explicar a vuestros nietos, aunque en realidad explicación de veracidad no existe.
La otra foto es una marca que aparecen en las piedras de Chinchilla y muchos de nuestros montes. Nuestra imaginación las relacionaba con los escudos de los guerreros medievales y este duende nos hacía enarbolar nuestros palos pensando en aquellos guerreros que dejaban sus marcas en las piedras para que nosotros nos los imaginásemos de alguna forma.
Dice Juan Manuel que él no sabe de que son esas marcas pero que seguro Moreno Vega me podrá dar una explicación ya que es un entendido en estas cosas del pasado, esperemos que haya ocasión de consultárselo algún día.
Nada trascendental, nada importante, pero ahí queda ese pensamiento o reflexión que a nadie hace daño pués ni dá ni quita nada.
Un abrazo.
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