martes, febrero 14, 2012

EL NUEVO YERNO DEL 2011


CARDO DE TAGARNINA


Un muchacho, tocó a la             puerta de la casa de su novia. Tuvo el tino de abrir el Padre            de la  muchacha
- ¿Qué desea, jóven?
- Pues verá, vengo a  hablar con usted.
- Bueno, pues, pase jóven, vayamos a la sala y             ahí me cuenta de qué quiere hablar conmigo.
¿Y bien?
El jóven,  todo            decisión, respondió:
- Mire usted, vengo a comunicarle que a  su            hija y a mí nos gustaría compartir nuestras vidas, nos queremos             casar.
El señor sonrió.
- Pues está muy bien eso de que se  casen,            pero cuénteme, muchacho, ¿ya cuenta con un salario digno para poder             sustentar a mi hija y los hijos que vengan?
El jóven, con todo el             aplomo del mundo, contestó:
- Mire, aunque soy Ingeniero titulado,  no            gano mucho. Sin embargo, su hija me ha comunicado lo que ganan su             distinguida esposa y usted. Por lo cual, confío en tener una            pequeña ayuda  de ustedes para poder pagar el teléfono, el            agua, la luz y el  supermercado.
Un poco sorprendido por            la respuesta, el Padre hizo  otra pregunta:
- Bueno, ¿y piensan comprar un apartamento o una             casa? ¿O prefieren alquilar..?
El jóven, con mirada            inocente,  contestó:
- Si antes le pedí una pequeña ayuda para poder            ir  viviendo, hemos pensado que, como esta casa es muy grande            y pueden vivir  perfectamente dos matrimonios, no es necesario            comprar o alquilar  apartamento o casa. Deseamos vivir en            esta casa con ustedes.
El  señor,            desconcertado por la actitud del muchacho, continuó con el             interrogatorio:
-  Dígame            algo, ¿tiene automóvil?
El             jóven, sonriendo, respondió:
- Mire, no tengo coche porque he  estado            pensando que si usted tiene tres, para qué vamos a comprar uno más.             Usted nos deja el que les sobra y así no es necesario            adquirir  otro.
En ese instante, entró            en la sala la Madre de la novia,  quien, mirando primero al            jóven y luego a su esposo, preguntó
cordialmente:
- ¿Se puede saber de qué hablais?
El esposo  respondió:
- Querida mía, qué bueno que llegas, quiero            presentarte  al Señor Arbitro, quien pretende ser el            futuro marido de nuestra  hija..
El joven, desconcertado            y molesto, dijo:
- Oiga,  ¿por qué me llama Señor Arbitro?
A lo que            el presunto suegro  contestó:
-Y bueno, grandísimo h... de p..., ¿cómo demonios             quieres que te llame si hasta ahora lo único que vas a poner            en esta casa es el pito? 

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