lunes, septiembre 09, 2019

LOS RAQUEROS DE SANTANDER --- CURIOSIDADES ----




06/09/19 | La verdadera historia de los raqueros de Santander  
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Hay en la bahía de Santander, junto al Muelle de Calderón, un grupo de chavales que acostumbra a pasar los días contando olas. Cuando el escultor santanderino José Cobo Calderón decidió esculpirlos en bronce en 1999, el recuerdo de aquellos chicos ya estaba algo desgastado, igual que el material en el que están forjados. A sus pies, una pequeña placa salva del olvido a aquellos chavales que hoy se siguen colando en muchas postales veraniegas cosechadas a golpe de selfie.

El apelativo raquero procede del verbo raquear que, a su vez, proviene del latín rapio, -is y significa tomar lo ajeno contra la voluntad de su dueño. Según la RAE, "ratero que hurta en puertos y costas". En el pasado, el término se atribuía a los niños que, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, vagabundeaban entre las machinas de Puerto Chico, a la espera de que un tripulante desocupado o un turista adinerado lanzase al agua una moneda que ellos pudieran recuperar buceando.

Para cuando el historiador cántabro José Ramón Saiz Viadero publicó, a comienzos de los 80, su Diccionario para uso de raqueros y, posteriormente Historias de raqueros, ambos de Ediciones Tantín, esa figura ya había desaparecido de los escenarios portuarios, quedando reducida a una mera referencia sentimental. "Yo había convivido con ellos en los años de posguerra, así que decidí trasladarlos nuevamente a las páginas de un libro, como ya habían hecho autores tan relevantes como José María de Pereda", asegura.

La playa segunda del Sardinero, en Santander.
El célebre novelista se refirió a ellos en sus Escenas montañesas con estas palabras: "El raquero de pura raza nace, precisamente, en la calle Alta o en la de la Mar. Su vida es tan escasa de interés como la de cualquier otro ser, hasta que sabe correr como una ardilla: entonces deja al materno hogar por el Muelle de las Naos, y el nombre de pila por el gráfico mote con que le confirman sus compañeros; mote que, fundado en algún hecho culminante de su vida, tiene que adoptar a puñetazos, si a lógicos argumentos se resisten. Lo mismo hicieron sus padres y los vecinos de sus padres. En aquellos barrios todos son paganos, a juzgar por los santos de sus nombres".

RECUERDO VIVO
Saiz Viadero recuerda que éste no es un personaje exclusivo de Santander, sino que ha existido en otros lugares como Cartagena (donde se le denomina icue), en La Caleta gaditana, en Lisboa y, en general, en todos los lugares populosos del litoral, "su presencia representa no solamente la miseria en que se desenvolvía la existencia de un sector de la población infantil y juvenil de aquellas ciudades que contaban con un gran tráfico en sus puertos, sino que es también representativa de la gran cantidad de niños procedentes de los orfelinatos, sin otra salida que el merodeo para buscarse la vida principalmente en calidad de amigos de lo ajeno".

De ahí que el historiador remarque la importancia de mantener vivo su recuerdo pues, de lo contrario, "Santander perdería una parte de las señas sentimentales de su identidad, aunque ya han sido blanqueadas por algunos sectores de nuestra sociedad que, en los momentos de nostalgia, reconocen haber sido raqueros en su infancia. Gentes como los constructores suelen recurrir a ese lugar común identitario", asegura. "Pero siempre nos quedará la literatura, la fotografía, la pintura y la escultura como medios de reproducción de un tiempo pasado que no fue mejor pero, a veces, aparece más vivo en nuestro recuerdo".

Fuente: El Mundo


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