La utilización masiva de ornamentos vegetales representa una seria amenaza para especies como el acebo
Las organizaciones ecologistas advierten cada año por Navidad de los perjuicios derivados del uso de la vegetación en la decoración navideña. Los departamentos de Medio Ambiente de las distintas comunidades autónomas también se afanan en recordar que no se debe coger musgo ni cortar acebo. En general, tampoco está permitido talar árboles o ramas ni recolectar otras plantas para usarlas como adorno en estas fiestas. El acebo producido en viveros puede venderse con fines ornamentales pero como planta viva, no cortado. Aunque los árboles de Navidad que se comercializan proceden de plantaciones especializadas, conviene no olvidar que son seres vivos y por ello han de tomarse precauciones para aumentar sus posibilidades de supervivencia.
El espíritu de las plantas
En torno al 24 de diciembre, día en que los cristianos celebran el nacimiento de Jesús, se produce el solsticio de invierno. Ambos acontecimientos, con el devenir de la historia, han dado lugar a una amalgama de tradiciones navideñas religiosas y paganas. Entre las más arraigadas en España se encuentra la costumbre de decorar la casa con típicos motivos alusivos a estas fechas. Dos elementos destacan dentro de esta colorista variedad de luces, guirnaldas, coronas y figuritas de origen diverso: el árbol de Navidad y el belén.
Se cuenta que el actual árbol de Navidad tiene su origen en la cultura escandinava, donde evocaba una imagen del Universo y de la vida. Este "árbol cósmico" emparentó con otras deidades que pueblos germanos y celtas creían representadas en los árboles. La veneración al espíritu del árbol estaba tan arraigada que más tarde fue adoptada y extendida por todo el mundo con la llegada del cristianismo, mediante alusiones al triángulo de la Santísima Trinidad que formarían los vértices del abeto.
La tradición de los belenes, tal y como explica el presidente de la Asociación de Belenistas de Pamplona, Miguel Tabar, se extendió por todo el Reino de Nápoles desde la ciudad italiana de Asís a través de la orden religiosa de los Franciscanos y se popularizaron en España, sobre todo, a partir del siglo XV. La orden franciscana también fue la encargada de llevar la tradición al Nuevo Mundo.
Antes de profundizar sobre la utilización del árbol de Navidad y el musgo para el belén, veamos cuáles son otras plantas típicas usadas para adornar los hogares en Adviento:
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Las organizaciones ecologistas advierten cada año por Navidad de los perjuicios derivados del uso de la vegetación en la decoración navideña. Los departamentos de Medio Ambiente de las distintas comunidades autónomas también se afanan en recordar que no se debe coger musgo ni cortar acebo. En general, tampoco está permitido talar árboles o ramas ni recolectar otras plantas para usarlas como adorno en estas fiestas. El acebo producido en viveros puede venderse con fines ornamentales pero como planta viva, no cortado. Aunque los árboles de Navidad que se comercializan proceden de plantaciones especializadas, conviene no olvidar que son seres vivos y por ello han de tomarse precauciones para aumentar sus posibilidades de supervivencia.
El espíritu de las plantas
En torno al 24 de diciembre, día en que los cristianos celebran el nacimiento de Jesús, se produce el solsticio de invierno. Ambos acontecimientos, con el devenir de la historia, han dado lugar a una amalgama de tradiciones navideñas religiosas y paganas. Entre las más arraigadas en España se encuentra la costumbre de decorar la casa con típicos motivos alusivos a estas fechas. Dos elementos destacan dentro de esta colorista variedad de luces, guirnaldas, coronas y figuritas de origen diverso: el árbol de Navidad y el belén.
Se cuenta que el actual árbol de Navidad tiene su origen en la cultura escandinava, donde evocaba una imagen del Universo y de la vida. Este "árbol cósmico" emparentó con otras deidades que pueblos germanos y celtas creían representadas en los árboles. La veneración al espíritu del árbol estaba tan arraigada que más tarde fue adoptada y extendida por todo el mundo con la llegada del cristianismo, mediante alusiones al triángulo de la Santísima Trinidad que formarían los vértices del abeto.
La tradición de los belenes, tal y como explica el presidente de la Asociación de Belenistas de Pamplona, Miguel Tabar, se extendió por todo el Reino de Nápoles desde la ciudad italiana de Asís a través de la orden religiosa de los Franciscanos y se popularizaron en España, sobre todo, a partir del siglo XV. La orden franciscana también fue la encargada de llevar la tradición al Nuevo Mundo.
Antes de profundizar sobre la utilización del árbol de Navidad y el musgo para el belén, veamos cuáles son otras plantas típicas usadas para adornar los hogares en Adviento:
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