Un amigo mío que sabe de mi torpeza, me ha enviado esta foto para que aprenda a dormir en la playa sin problemas |
Hoy por fin me bajé a
la playa, olvidé mi sombrilla y mi silla de playa pero no sucedió lo mismo con
mi toalla de baño, que además me hizo pensar que lo supliria todo, porque me dije….”” Pongo la toalla en la arena y a
soñar….” ¿ para que preciso la silla…?
Por otro lado, la sombrilla tampoco me hace falta porque me refresco con
frecuencia y estaré perfecto.
Sin artilugios pesados, iba yo a la playa como un chaval de
15 años y es que… ni me habia
embadurnado de protector para los rayos solares, lo que yo digo, un
chaval de los que no se queman y se ponen negros como tizones sin sufrir.
¿Romanticismo….?, eso lo llevo yo siempre dentro de mi, para
que voy a negarlo, asi que todos los ingredientes para disfrutar en la playa
iban conmigo mismo…
Cuado bajaba ya
llevaba yo calor para derretir una
fiambrera de las antiguas llena de helados y hasta me parecia que iba cargado
de la silla, la sombrilla y doce cosas más a pesar de que descansaba todo en la
puerta de mi apartamento.
Resulta que también me habia dejado “ las gafas de ver”
encima de la mesa, ya que las cambié por las de sol y se quedaron las
precisas, allí quietecitas y olvidadas,
seguro que alguien se encarga de ponerlas “a buen recaudo” para que me pase después todo el dia buscándola
sin ver ni torta.
Al pasar cerca de las grandes torres veia de forma
enmarañada o difusa personas que me manoteaban y saludaban a los que yo
contestaba devolviendo el caluroso
saludo como un tonto porque allí no me
conoce nadie, mas abajo ya cerca de la
playa cometí la torpeza de quitarme los tenis y los calcetines gordos a rayas (
se me olvidó de ponerme las chanclas ), los amarré por los cordones y me los colgué en el hombro, asi que con mi gorra negra de invierno y el calor que
llevaba comencé a andar como podia, pisando toallas e invadiendo torpemente territorios playeros ajenos.
Fueron muchas las veces que oía….!!!Paco, Paco…! Y me giraba
una y otra vez pero no era yo el Paco al que llamaban pero aquello se convirtió
en un martirio chino porque el tal Paco
debia de ser un personaje ya que toda la playa lo llamaba constantemente y yo ya tenía una tortícoli que no podia
soportar.
A pesar de todo, tuve suerte, se levantaron unos pocos y se
marcharon con sus artilugios playeros, asi que me quedó una buena parcelita
para disfrutarla. Coloqué mi toalla bien planchadita, después la gorra,, donde
metí el reloj, las gafas de sol, el monedero, unas llaves y el paquete de
pañolitos.
Comencé a tirar del
polo amarillo que llevaba puesto y aquello con el sudor no salia ni a tiros,
pero al final tras lucha encarnizada, gané yo, y conseguí sacarlo por la cabeza,
aunque quedé con los pelos tiesos como agujas y las cejas de punta…..
El calor era insoportable así que ya sin gafas, sin reloj, sin gorra, solamente
con el bañador…..¿ el bañador….? , si claro lo llevaba pero…. Debajo tambien
tenía puesto los calzoncillos modernos
que con mi despiste de chaval de 15 años me habia dejado sin habérmelos quitado previamente a la
puesta del bañador.
“”Después de perdio al rio “”, asi que comencé metiendo mis piés en agua y poco
a poco fui sintiendo la sensación de “frio eterno” que subía por mi cuerpo
hasta casi paralizarme el corazón y la respiración al mismo tiempo hasta que
por fin me hice con el dominio de la situación y comencé a nadar salpicando agua a diestros y siniestros
porque sin gafas y la cara salpicada era imposible que yo pudiese nadar sin
molestar a los vecinos que parecian una almaciga de pepinos en un barril de muchos litros.
Cuando ya el refrescón se convirtió en sufrimiento y mis
labios comenzaban a tiritar, comprendí que había sonado la corneta que tocaba
retirada, así que como pude llegué a la orilla y conseguí remontar el rebalaje
hasta situarme encima de mi toalla que no era precisamente un colchón de lana
de los de ante, sino que la habian pisoteado y al no ver casi nada no me
percaté de la arena y me revolqué en ella sintiendo que me raspaban la piel
como si fuese el papel de lija que vendian en las ferreterias de hace 50 años.
A pesar de todo me repantingué boca abajo y como ya no
llamaban al tal Paco de los cojo…, me
entró un sopor.. y me marché al mundo de los sueños, sin acordarme del sol, de
la playa ni de ningún ser viviente , eso si me puse la gorra de invierno y las
gafas de sol….
Mi “sopor morfeniano”
debió de durar una hora más o menos pero
lo poco que recuerdo nada tiene que ver con amores ni bellezas sino con
faquires que me hacián echarme sobre tablas llenas de puntillas y que yo
resistía como un héroe troyano. Aquello era un ir y venir entre sufrimientos y
punzadas….. hasta que recibí un fuerte
golpe que me hizo retornar al mundo de los felices playeros que retozaban en la
arena…
No habia pasado nada al parecer un niño pequeñito tropezó
conmigo y me propinó un tortazo en las espaldas
donde aún están marcadas sus dos inocentes manitas para bastante tiempo
ya que el Astro Padre se habia recreado con mis espaldas a su gusto y aquí
estoy como metido en una “tarrina de
manteca” y rezando para que nadie se me acerque y me toque.
El resto de mi relato
al regresar os lo dejo a vuestra imaginación, como veis queridos amigos hoy no
ha habido romanticismo, sino una experiencia real que nunca más se repetirá…..
Currini
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