lunes, julio 09, 2007

REFLEXIONES SOBRE LA EVOLUCION DE LA SANIDAD EN JIMENA DE LA FRONTERA(1954--2007)

No hace mucho tiempo, estuve en el Centro Médico de Jimena por primera vez para acompañar a un familiar que había sufrido un pequeño accidente y sentado en aquel banco, mientras esperaba a que le hiciesen la cura preceptiva, me puse a pensar…. En lo que ahora tenemos con respecto a la Sanidad Pública.

En lo referente al Centro, en una apreciación rápida, me quiso parecer bastante amplio y cómodo para los usuarios y en cuanto a la atención médica que recibió el accidentado que yo llevé, para mí fue totalmente correcta. Después he oído hablar a mis familiares directos, que aún tengo en el pueblo, y están contentos con los servicios que allí se prestan y por lo visto no hay pereza ninguna para enviar a los enfermos a Centros especializados de La Línea ó Algeciras. No es mi intención elogiar al Centro en cuestión sino que por el contrario, sólo quiero centrarnos un poco en lo que hoy tenemos, para intentar describir como se resolvían en mi infancia y juventud, los problemas de salud en el pueblo y la Organización Sanitaria de que disponíamos.

En primer lugar, tengo que resaltar , la capacidad de sufrimiento que en potencia recibíamos de nuestros padres y si esta era grande, mas aún lo era la capacidad de resignación ante las enfermedades y accidentes que a diario sufríamos poco a poco todos.

En todas las casas teníamos nuestra propia farmacia, que en mi casa, consistía en una enorme talega que colgaba de un clavo metido en la pared, donde en forma de manojitos atados con hilo de lana, se agrupaban: “El Eucaliptos” y “El Poleo” para curar los resfriados, “Hojas de tilo” y “Hojas de Naranjo agrio” “Hierba-Luisa”, para tranquilizar los nervios, “Manzanilla”, “Doradilla”, “Árnica”, “Romero”, “Tomillo”, “Orégano” “Ruda”(esta era una hierba que cuando tenias Sarampión nos la pasaban por los ojos), “Rompe-piedra” (para los actuales cólicos nefríticos) y un sinfín de hierbas, que como comprenderéis no puedo recordar, pero de lo que si me acuerdo, es que junto a la talega había otro clavo del que colgaba una goma larga y roja que terminaba en una especie de “canilla” negra con una llave de paso y en el otro extremo de la goma había un recipiente de lata de color verde (y seguro que lo habéis adivinado) pues se trataba de la famosa “Lavativa” que nos ponían cuando nos excedíamos en el consumo de chumbos; había otra lavativa pequeñita( “Pera de Goma”) que servia para los oídos.

Disponían nuestros padres, de numerosos remedios caseros, que si en realidad no curaban, si nos hacían sufrir bastante. Decía mi madre…..Me parece que tienes la lengua blanca… así que abre la boca y a continuación venia el clásico purgante que lo había de “chocolate”, de “Agua de Caravana” y papelillos de “Panacea”. Si había fiebre, te ponían en la frente pañitos de agua fresca ó rodajas de patatas y si tenías tiritones de frío, te colocaban en los pies un ladrillo caliente envuelto en un trapo. Para los granos y picaduras de insectos, en casi todas las casas, teníamos una maceta con una planta que se llamaba “Bálsamo”(Mi tía Encarna creo que tiene una todavía) y se restregaba sobre la infección y se entretenía la herida con aquello hasta que por aburrimiento curaba. Mi abuela Isabel, se curaba la garraspera de garganta y la tos con la “baba” que soltaban los caracoles boyunos en un vaso, al que previamente le ponía dos cucharadas de azúcar. Cuando nuestros padres se daban cuenta de que teníamos aquellas patitas tan delgadas y aquellos nudos en las rodillas, antes de cada comida te cogían la nariz y te hacían tomar una cucharada sopera de “Aceite de hígado de Bacalao”. Que por cierto estaba malísimo, lo mismo que todos los medicamentos de entonces que no se podían tragar.

Tuve una vez “Un grano de sangre” en el cachete derecho del culote y estuve boca-abajo unos cuatro días y mi madre me ponía allí todo lo que las vecinas decían para que el grano madurase, aquello me pareció interminable pues me colocaban paños calientes, trozos de cebolla caliente, grandes migajones de pan con azafrán y hojas de “San Pedro” hasta que por fin, vino del campo mi tío José Hormigo y le dice a mi madre…..Frasquita…el grano del niño está maduro ¿Quieres que se lo estruje…? Y mi madre vio el cielo abierto, así que preparó rebajones de trapo y la palanganita de agua caliente y mi tío comenzó la tortura de sacar fuera todo lo malo que allí había y no paró hasta que empezó a fluir la sangre de color natural. Se puso un “trapito” cogido con un “esparatrapo” y al ratillo estaba yo en la calle andando, pero en aquel proceso con fiebre y todo no llamaron al médico como pasaba en todas las casas, que se sufría y sufría sin que interviniese la sanidad, porque realmente la medicina ( al menos en Jimena) iba de “culo”, pues no existían centros de internamiento en Algeciras ó La Línea a los que se pudiese ir sin pagar y pagando había poca gente en el pueblo que tuviese dinero y aunque los médicos remediaban mucho pero no era suficiente y lo que hoy se cura en dos días, tardaba entonces meses de sufrimiento y al final te paseaban gratis frente al castillo y se decía… es que estaba malo “del pecho”, tenía el dolor “Miserere”, tenia una cosa “mala” y los que más suerte tenían eran porque habían “parmao” de repente.

Si se trataba de brazos ó piernas rotas, la cosa tenía guasa, porque el médico colocaba los huesos como podía , casi siempre había mala suerte y aquello quedaba torcido como un plátano. Las personas mayores cuando se les rompía las caderas (por falta de calcio), lo pasaban muy mal metidos en la cama hasta que fallecían.

El colesterol y el ácido úrico, no existían para nosotros y seguíamos alimentándonos con el puchero y la pringá todos los días y a veces que estabas “malucho” para alimentarte mejor te hacían “sesada” con dos huevos revueltos y si tenías lo que hoy llamamos colesterol estabas listo.

Todos los críos teníamos que sufrir un montón de enfermedades rutinarias como “Las Paperas”, “Sarampión”, “Escarlatina”, “Varicela”, “Rubéola”, “Anginas “, “ Sarna”, “Uñeros”, “Postillas en la cabeza” etc. etc. etc. e innumerables accidentes callejeros y todo esto se curaba en la casa, entre otras cosas, porque no había dinero ninguno en casa y al médico se recurría cuando era absolutamente necesario , ya que “El Seguro” como se llamaba antes, casi nadie lo tenia en el pueblo.( de este tema hablaré un poco más adelante).

Había otra fase intermedia entre lo descrito de la medicina “de la talega” y la medicina propiamente dicha y es la que correspondía a los curanderos y curanderas…… por ejemplo yo de pequeño tenia en la nariz “Dicipela”(como se decía) y aquello por mucha pomada que me echaba, cada vez iba a peor, hasta que mi hermana me llevo a una señora mayor que me echó unas oraciones, pero tenía que estar siete días la buena señora rezándome y sin poder mojarme en todo ese tiempo. Yo no sé nada de estos rollos, pero aquello desapareció poco a poco. Había otros especialistas en curar “Las Culebrinas” también por el sistema de rezos, pero además ponían unas “neas” con aceita y pólvora. En esta fase, se pueden incluir otro tipo de especialistas como “El Hombre de los Parches” que parece que lo estoy viendo , bien arreglado, con su chaqueta y su sombrero, era de Olvera y pasaba visitas en Jimena todas las semanas(lo recuerdo muy bien porque al mismo tiempo que curaba a mi madre, lo hacia en casa con otros enfermos) y por último aquí yo incluyo “al Tío de los Huesos” que había que ir a Montejaque para que te arreglaran las roturas y al que en Arriate curaba a los niños que tenían “Mal de Ojos” y que para sanarlos los pesaban con “Torbisca” y les rezaba unas oraciones.

Era curioso como se apañaba la gente, ayudándose unos a otros con sus conocimientos heredados de padres a hijos con cosas que no tenían (algunas) fundamento científico pues te decían……. Para quitarte las boqueras has de pasarte la llave de hierro grande de la puerta por la boca tres días seguidos por la mañana; Si te hacías una herida cogías un rebujón de “telarañas” y apositabas el agujero o si tenias un “Anzuelo” (Orzuelo) tenias que coger una mosca y restregártela por el ojo varias veces al día. Cuando los “ranzones” no te dejaban vivir, te hacían masticar y tragar “yero” en vez de comprar un jarabe que había para ello en la farmacia y para curarnos “Las postillas” de la cabeza, nos ponían “piedra lipe” y después encima polvos de “Talco” por lo que parecíamos los indígenas que salen en la tele con las rayas blancas.

En 1954 (aproximadamente) teníamos dos médicos que eran Don José Montero y Don Juan Marina. El primero vivía y tenía su consulta frente al Pósito y además era propietario del Cine de Verano que había al lado de su casa( Después se hizo allí el Mercado de Abastos), recuerdo que D. José, padecía de “asma” y con su carpetita negra ,bajo el brazo, muy lentamente subía las calles todos los días para visitar a sus enfermos,( a mi casa vino muchas veces). El segundo que era Don. Juan Marina Bocanegra, casado con Mariquíta Medina, tenía su casa y consulta donde ahora está el Hotel, este hombre era mucho más joven que D. José Montero y con conocimientos más avanzados en la medicina, tenía como afición la cacería de escopeta y era propietario de la luz eléctrica de Jimena ( yo recuerdo la luz sólo de noche y de día no había luz). Don Juan empezó con el Seguro pero aquello era un servicio tan malo el que se prestaba que había que sucumbir casi siempre al pago en efectivo cuando se podía ,porque casi siempre las medicinas que se precisaban no las pasaba el seguro.

Existía también una “partera” oficial que se llamaba Doña Rosario con sus ojos verdes, moño en su pelo rizado y su enorme perro negro que siempre estaba asomado al postigo de su casa en la “Embarrá” (En las cuatro esquinas frente a Frasquito Vargas), pero muchas mujeres llamaban a las que del pueblo habían traído los niños siempre, aunque no tuviesen titulación.

Los practicantes eran D. José Malagón Galeote y Don Miguel Cuenca Avilés con aquellas cajitas plateadas que con alcohol hervían las jeringuillas y agujas en todas las casas a las que iban. Tanto los médicos como los practicantes, tenían un olor a medicamentos que se les olía desde lejos. Las vacunas contra el Tifus, tétano, viruela, etc. etc. solían ponérnoslas en las escuelas nacionales y a veces en nuestras casas.

Los dolores de muelas, nos los aguantábamos como podíamos y pasábamos noches enteras sufriendo a base buches de “machaco” y unos tarritos de menta que vendían en la farmacia y se ponían junto a la muela hasta que se decidía ir a Salvador Rocha o a su hijo Eusebio, que las sacaban extraordinariamente bien, porque en Jimena no había dentistas y menos mal que prestaban ellos este servicio.



Farmacia, sólo existía la de D. José Sánchez de Medina(creo que era así el nombre),allí compraba yo todo cuanto mis padres me encargaban. Era bastante aficionado a la canaricultura y mis compras eran casi siempre lo mismo…. Bicarbonato, papelillos para los mareos, optalidones, okal. Etc. etc.

La Sanidad Animal, estaba cubierta por los veterinarios D. Domingo Casas en la Estación y Don Teodoro en Jimena y un poco antes de estos hubo (según contaba mi padre) un hombre al que apodaban “El Sabio” y por una módica cantidad voluntaria curaba todos los animales sin verlos y además tenia la virtud de adivinar lo que le pasaba al animal en cuestión y mi padre que tenía mucha gracia decía…..¿No lo va a adivinar? Si los tontos pasan primero por el bar y le dicen a Manolo…. Vengo a ver al Sabio porque tengo una vaca en la era que lleva tendida dos días sin querer comer ni beber y mientras se tomaban la copa, Manolo por una ventanita le contaba el rollo al Sabio que vivía con pared contigua y éste cuando entraba le decía …no me cuentes nada… porque tienes una vaca en la era desde hace dos días sin comer, así que vete y dale estas hierbas y le metes la cabeza en un cubo de agua y la pobre vaca tenía dos alternativas que eran ponerse buena o morirse de aburrimiento.

De Tesorillo no recuerdo absolutamente nada pero en San Pablo teníamos al practicante –dentista D. Antonio que hacía la competencia a los médicos, pues trataba enfermos con la misma capacidad como si estuviese doctorado en medicina y muchas veces con su porcentaje de curaciones.
Fallecido D. José Montero, vino D. Juan Trillo( que fue Alcalde) y con D. Juan Marina formaron la plantilla de lo que hoy es el Centro Médico(con el que comencé este tema),pero no cubrían nocturnidad ni fuera del horario habitual de mañana por lo que si por desgracia había que llamarlos por las noches, había que “coquinar” pudieses o no pudieses .
Fallecido D. Juan Marina, creo que le sucedió D. Manuel Salomón Garcia ( sobre el año 1967 aproximadamente) y a partir de esta fecha recuerdo que se empezó a hablar de Seguridad Social(Instituto Nacional de Previsión) con la creación de la Agencia Comarcal con el ambulatorio (también comarcal) de Méndez Tolosa en Algeciras con D. Federico Sierra Piñero como Inspector-Médico de la Comarca del Campo de Gibraltar.
En 1966-67 hubo bastantes problemas con la Seguridad Social de los Jimenatos pues vino un Inspector del Instituto Nacional de Previsión de Cádiz( que todavía recuerdo su nombre) y dio de baja del seguro agrario y cobro de puntos a media Jimena porque comprobaba las profesiones con el censo del Ayuntamiento y claro la inmensa mayoría no tenía derecho a disfrutar del seguro agrario y por el contrario según la Ley tendrían que haber estado censados como autónomos (que no tenían derecho a Seguridad Social).
Fue una decisión totalmente injusta del inspector porque cuando se cansó de estar en Jimena y de puntear profesiones, tiró el lápiz y dijo ya no reviso nada más y como siempre….quedaron con el seguro y los puntos los que en realidad no tenían que percibirlo, así que fueron al Alcalde que Junto con D. Emilio Robles hicieron que me encargase paulatinamente dar de alta otra vez a todos los que el inspector había dejado sin seguro.

Poco a poco se fue modernizando la medicina y los médicos enviaban a sus pacientes al ambulatorio Menéndez Tolosa de Algeciras( que hacía las veces de Hospital porque no existían) y todo fue mejorando algo más. Se incorporó al pueblo una farmacia más cuyo propietario era Mata( compositor malagueño de prestigio además de farmacéutico) y que después adquirieron los Hermanos Regueira ( José y Ramón ).

Sólo he querido, como siempre, que se pueda conocer un poco más de esa JIMENA que a mí , junto con otros muchos, me toco vivir y de la que no renunciaré jamás.

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