Estamos aquí para celebrar la jubilación de Julieta y de mi madre, pero más que más que esto quisiera elogiarlas como madres, personas y trabajadoras que son. Hoy, por mi condición familiar y profesional, dispongo de conocimiento de causa para poder valorar el esfuerzo y la dedicación que han tenido a la largo de la vida. Yo las he conocido como maestras y, a mi madre un poco más, pero a Julieta también, como excelentes madres.
Y debería generalizar a todos los que estáis aquí porque, habiendo sido alumna del colegio, y por supuesto, hija de la Srta. Aurelia, he tenido la ventaja de haberos conocido un poquito más de cerca. Puedo asegurar que el ser maestro es una de las profesiones más altruistas y vocacionales que conozco, pero sobre todo, una de las más importantes.
La base de mi educación ha sido implantada por mis padres, y justo el segundo escalón lo ocupan, sin lugar a dudas, mis profesores, que además de conocimientos, me han enseñado valores, estilo de vida, a desenvolverme en la sociedad, y todo esto como no se enseñe desde el corazón no arraiga.
De mi madre, qué puedo decir, que ha sido maestra desde que nació (a veces he pensado que vino al mundo con una tiza en la mano). He tenido muchos momentos en mi vida en los que he pensado “¿porqué tendré que tener una madre maestra?, siempre tiene que estar educando”. Hoy agradezco que haya sido así, que haya me enseñado a vivir con curiosidad, con capacidad de análisis y con madurez. Ha conseguido compaginar en un equilibrio perfecto su papel de madre, esposa, hija, maestra, amiga, compañera y mujer, y todavía hoy me pregunto ¿cómo podía mi madre llevarlo todo a la vez?
Este último año es cuando hemos recogido el fruto del esfuerzo de todos, porque hemos tenido que poner en práctica todo lo que sabíamos desde el punto de vista cognitivo y emocional. Y ha resultado que cada uno de nosotros ha ocupado su sitio perfectamente tanto individualmente como dentro de la familia. Ha sido una dura prueba, pero ha servido para que nos hayamos dado cuenta de la solidez de nuestra formación.
Finalmente me gustaría brindar por Julieta y mi madre, y todos los profesores y porque siempre haya en nuestra sociedad de verdaderos profesionales de la enseñanza con vocación, como los que yo he tenido la gran suerte de conocer. EMY
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