martes, septiembre 04, 2007

CASCARRETAZOS CONTRA EL ESCAPARATE DE ORELLANA

En la calle Sevilla, la mayoría de las rejas invadían medio “marchapié” con lo que el pobrecito transeunte que fuese un poco distraido en sus pensamientos, tenía asegurado el “choquetazo” contra una reja y detrás venían las consiguientes maldiciones para el propietario de la subsodicha reja que a su vez se cagaba en toda la familia del que maldecía contra él.

Para colmo de los colmos a mi padre, se le ocurrió la idea de hacer un escaparate y como no tenía suficiente fondo, porque se comía media zapateria, el albañil lo prolongó hacia la calle, con lo que se comió medio “marchapié” ( acera) y dejó muy poquito espacio para caminar protegidos de los burros y caballos que pasaban( porque vehículos…poquitos….).

De aquel escaparate me acordaré siempre porque era “un coñazo” cada vez que había que cambiar los artículos y limpiarlo un poco del polvo de la zapatería y lo peor era que todas las noches teníamos que ponerle los portalones que pesaban lo suyo y notros siempre estábamos protestando por tan arduo trabajo cotidiano.

Lo más trascendental del dichoso escaparate, es que cuando más placidamente dormías, sobre las dos o las tres de la mañana, te despertaba un tremendo golpetazo, seguido de un montón de insultos y maldiciones que siempre era lo mismo.. ¡me cago en los… de Orellana y en toda sus castas! Y en el silencio de la noche decía mi padre…….! Ya se han “dao” otro cascarretazo!. Y no podíamos hacer nada más que reirnos todos debajo de las sábanas, menos mal que nunca sucedió nada grave y que la gente de antes no iba a los juzgados, de lo contrario aquel escaparate habría durado poquísimo, no que se mantuvo siempre allí y repitiéndose las escenas muchas noches, como también sucedia con las numerosas rejas que existian en toda la calle.

Han transcurrido los años, han desaparecido muchas rejas, los escaparates y lo más importante las personas e incluso la fisonomía del pueblo está cambiando poco a poco de acuerdo con los tiempos, pero aún tenemos los recuerdos que impregnados de tinta pueden servir a las generaciones futuras para editar sus propias creaciones literarias o cinematográficas basadas en hechos reales.

1 comentario:

Belén Jiménez dijo...

Hola papá,
es una anécdota muy graciosa del pueblo. Al hablar de los portalones he recordado los que tenía también abuelo Andrés en sus escaparates y que sí tuve la oportunidad de ver... recuerdos de las "maneras de hacer", como el que todas las mañanas se fregase (con fregona incluida) el trozo de acera de la tienda...

Un besito,