viernes, septiembre 21, 2007

LOS MERINOS, HUMILDES PERO CON SU HISTORIA- JIMENA DE LA FRONTERA

Han sido bastantes mis referencias escritas a la familia de mi padre, los Orellanas, pero poco a poco he ido tomando mis notas para hacer justicia con el segundo apellido de mi madre y echando mano de mis propios recuerdos, dejar constancia de cómo eran LOS MERINOS, su forma de vivir y lo que representaron para mi y para mis hermanos.

Desde que abrí los ojos a la vida, mi abuela Isabel Merino Gómez, vivía con nosotros en mi casa y la queríamos tanto que rara es la vez que hable con mis hermanos que no la mentemos en nuestras conversaciones, porque formaba parte de nosotros mismos.

Por oída se que su juventud siempre estuvo vinculada a los trabajos del monte y de hecho todos sus hermanos eran corcheros, carboneros o piconeros como se les quiera nombrar y su marido ( mi abuelo que no llegué a conocerlo) estaba cortando un árbol en el monte y por lo visto cambió el viento y le cayó encima falleciendo en el acto . Mi abuela quedó viuda muy joven con cinco hijos a su cargo, así que totalmente desprotegida, dicen que se vino al pueblo y sus hijas muy pequeñas tuvieron que irse a “servir” en casas ajenas, su José se quedó en el monte trabajando y Juan quedó en el pueblo haciendo lo que podía pues lo mismo trabajaba de peón que cogía trapos y chatarra que vendía pero era un bohemio y lo que le gustaba era la cacería de jilgueros por lo que más que ingresos representaba una carga para su madre que jamás protestó de esta circunstancia de su hijo.

Viuda con cinco hijos, Isabel Merino, se hizo recovera ( la profesión más dura que podía existir para una mujer) pero Dios le dotó de una gran fortaleza física y moral que le hizo coger un enorme canasto en la cabeza y otro en cada brazo, todos llenos de verduras, carnes, morcillas, tocino y cuanto podía conseguir y, andando iba hasta la Estación de Jimena donde cogía el tren hasta la Estación de San Roque unas veces donde vendía lo que llevaba y otras a La Línea de donde adquiría el café, tabaco, mantequilla e infinidad de productos que le encargaban. Cuando regresaba con los canastos repletos tenía que subir al Barrio Arriba con los tres canastos andando y muchas veces al dia siguiente marchaba en el tren a la Estación de Gaucín, donde la gente la admiraban y compraban todo lo que Isabel llevaba, porque era muy agradable y simpática. En Jimena la conocía todo el pueblo y la querian por su bondad y hasta una de aquellas famosas comparsas decía en una de sus letrillas…..Señá Isabel Merino….dice que siente ruido…..era de nogal el santo….por eso pesaba tanto……y continuaba mucho más que nunca llegué a aprender.

Así llevó su vida de trabajo mi abuela Isabel Merino, hasta que mi madre se casó y de acuerdo con mi padre dijeron que todo se había terminado y pasó a vivir con nosotros el resto de su vida hasta que falleció con unos 98 años y para nosotros fue una luz que nos iluminaba todos los días por eso jamás podremos olvidarla todos sus nietos, incluso los que no vivieron directamente con ella.

Mi abuela y su existencia con nosotros merece escribirle un capítulo aparte pero como lo que se trata es de dar algunas señas de identidad del apellido MERINO voy a continuar con sus hermanos( podéis haceros una idea de lo que estoy relatando si pensais que tengo 61 años y todos fallecieron con cerca de 90 años cuando yo aún era pequeño). Empecemos pues, por Juan Merino que trabajaba en el campo pero yo recuerdo que tenía su casa en la calle Yustos pues fueron muchas veces las que me llevó allí su hija Maria Merino( el marido de ésta fue el famoso Contreras de la Sierra) que vivió durante bastante tiempo en el pueblo en mi casa con su hija Cristo. Mi tío Juan era estupendo y cada vez que venía del campo comía en mi casa porque a mi madre la querian todos sus tíos muchísimo y jamás les faltó el plato de comida por delante a ninguno de ellos pues en eso mi padre compartía las mismas ideas que ella. Parece que estoy viendo al tio Juan tan delgadito y con los ojos muy rojos y lagrimosos con sus gafas oscuras para protegerse del Sol, una vez me regaló una navajita preciosa que yo agradecí con toda mi alma. Aparte de Maria, tenia dos hijos más que eran José y Gabriel y tambien trabajaban en el monte y como era normal cada vez que venían comian y pasaban el dia en mi casa con su prima que era mi madre. Gabriel marchó a Líria un pueblo de Valencia y allí continua la saga de Los Merinos y José se fue con una hija a Algeciras donde ésta tiene una tienda de marcos y regalos en la zona de La Perlita, ambos hermanos han fallecido no hace mucho tiempo.

Mi tío Francisco Merino me parece que era el mayor de todos y le recuerdo muy mayor cuando venía dos o tres días a mi casa, porque ya estaba en el asilo de Algeciras , era muy elegante con su reloj de bolsillo en el chaleco, irradiando simpatía por todas partes y creo que en el pueblo tenía fama de un poquito mujeriego y se oía decir mucho que le gustaban “las faldas”. Era viudo y creo que tenía varios hijos pero sólo recuerdo a uno altísimo y que por eso todo el mundo le conocía en Jimena por “Merino el Largo”.Pues siendo tan mayor, las monjas del asilo le prepararon un casamiento y contrajo nupcias con una señora de unos 40 años, de Madrid muy guapa. Este matrimonio ocurrió porque las monjas pidieron a mi tío que si quería casarse con una buena señora que tenía un hijo estudiando y precisaba tener un apellido digno ya que la madre sólo le daba el de soltera y mi tio Francisco como era así, dijo que él le daba el apellido MERINO que era uno de los mas digno de Jimena. Esta señora vino varias veces a mi casa porque tuvo que arreglar papeles en el Juzgado y me tomó las lecciones cuando me vió estudiando, por lo que era muy culta y se portó extraordinariamente con mi tio, al que mandaba dinero y ropa, asi como a su hijastro Merino el Largo que también le ayudaba cuando lo necesitaba, como sería que mi madre tenía guardada la dirección de esta mujer y mi hermana Isabel cuando se casó con mi cuñado Antonio, fueron a Madrid y estuvieron un dia en su casa y les invitó a comer y el hijo les contó que estaba orgulloso de mi tio Francisco y del apellido Merino y que no olvidaría jamás lo que hizo por él.

El que se llevó la peor parte de todos fue mi tío JOSE MERINO GOMEZ, yo era pequeño pero le recuerdo como si le tuviese delante, bastante mayor, muy delgado, mal vestido por lo gastado de su ropa, gorra desteñida y piel curtida por las inclemencias del tiempo y el trabajo.

Vivían de lo que podian conseguir en un huerto del Puerto Moral entre peñascos y chumberas y allí tenia mi tio su choza con paredes de piedra y barro, su techo de brezos, todo amontonado pero a su manera era feliz con su esposa Francisca y sus dos hijos José y Francisco, que estaban sobre los 12 y 14 años. Yo iba con mis hermanos y a veces con mis padres a jugar con mis primos que me enseñaron una vez un nido de jilgueros que habia en el chaparro delante de la choza y justo delante de esta choza había un llano de tierra endurecida donde parece que estoy viendo los “cucharros” de corcho donde comian unas gallinas que había sueltas y al fondo junto a las chumberas había dos gorrinos que alimentaba con cáscaras de chumbo y los desperdicios que podía conseguir. En forma de bancales entre los peñascos sembraba algunas patatas y lo que podía porque aquella tierra daba poco fruto por eso a veces hacía picón y lo vendía en el pueblo y como era desprendido, a mi casa traia lo que podia que eran bellotas dulces y chumbos y se lo agradecíamos de corazón para corresponderle de alguna forma.

Un día subo a la cocina y allí estaba toda mi familia llorando y mi madre me cogió y me dijo hijo mio es que han matado a tito José y aunque yo era muy niño, se me partió el alma sin llegar a comprender que alguien hubiese matado a aquel ser tan inocente y tan bueno como era mi tio José( hermano de mi abuela que estaba destrozada como su esposa e hijos).

Después conforme fui creciendo, mi curiosidad me hizo muchas veces de preguntar a mis padres y mi madre me lo contó todo tal como sucedió y su relato es el siguiente:

Había ido tito José al monte a hacer picón y estando allí, aparecieron los bandoleros del monte (eran huidos del pueblo y vivian de matar y robar) y le dijeron José… nos conocemos de toda la vida, así que necesitamos que nos compres y nos traigas unos pares de botillos de casa de Fajardo que estamos descalzos y él les dijo yo no puedo hacer eso porque la guardia civil si me coge me matará y ellos le dijeron toma el dinero y pasado mañana te queremos aquí con los botillos pues si no lo haces somos nosotros los que te materemos. Aquella criatura sufrió lo suyo y como tenía que volver al monte para trabajar decidió comprar los botillos y llevárselos y cuando iba por el camino la guardia civil parecía como si lo supiese y lo estaban esperando y aunque les contó toda la verdad no hubo piedad para él. El mismo dia que lo apresaron, sin juicio de ningún tipo, se lo llevaron a las Torres y le mataron sin tener en cuenta que se trataba de una persona noble, sin conocimientos políticos de ningún tipo y para que lo comprendais todos además de noble era lo que llamamos “cimplonato” por lo que jamás podia hacer daño a nadie y los guardias que lo hicieron se jactaban de ello en el pueblo.

No es mi intención remover hechos que el tiempo borra pero esa era la justicia imperante en la dictadura durante todo el tiempo que duró y la cantidad de inocentes que pagaron con su vida aquel odio desenfrenado y el veneno que infiltraron en la guardia civil y demás cuerpos de seguridad. Un Merino que fue ejecutado por la guardia civil y otro Merino de sangre materna llamado Juan Jiménez Jiménez que fue ejecutado por los bandoleros de la sierra por pasearse con una chica al que uno de estos asesinos le tenía puesto sus ojos. Así que tío y sobrino murieron por cada uno de los bandos oponentes sin mediar justicia alguna.

Sólo me queda hablar de mi tio CRISTOBAL MERINO GOMEZ, por ser hermano de mi abuela, como es lógico, le recuerdo muy mayor pero tambien parece que le estoy viendo delgado y muy encorvado con una forma de hablar bastante nasal, mi tio también tiene su historia porque estuvo en la Guerra de Cuba y nos contaba las calamidades que pasaron allí, cuando yo era pequeño recuerdo a varios de estos viejecitos que estuvieron en esa guerra, el mas significativo era Señó Montero que vivia en la calle el Sol junto a la tienda de Carmen Benítez y vendía chumbos, alcauciles, madroños, palmitos y murtas para poder vivir .

Mi tio Cristóbal como los demás pudo cobrar una pequeñísima pensión por haber estado en Cuba ya que antes casi nadie cobraba porque no cotizaban y esto le permitió a mi tio irse al Asilo de Algeciras, pero un DIA que mi padre fue a los toros desde la plaza se veia el asilo y cuando regresó le dijo a mi madre,….Frasquita si quieres nos traemos a tu tío Cristóbal y le cuidamos aquí , por lo que se vino a mi casa y estuvo bastantes años hasta que se quiso ir otra vez a Algeciras y allí falleció este héroe de la Guerra de Cuba apellidado Merino.

Con este relato creo que he puesto este apellido casi extinguido en su sitio y quede mi reflexión como siempre para constancia de que todo ser por desapercibida que haya sido su existencia merece que se le recuerde siempre en este caminar angosto de nuestra vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupndo Paco es la historia del pueblo.
Un abrazo
Paco Gutiérrez

Belén Jiménez dijo...

Un relato de la familia muy bonito...
Gracias por regalarnos estos pedacitos de "raíces"

Un abrazo,