ALLÁ ARRIBITA, ARRIBITA… HABÍA UNA MONTAÑITA
Allá arribita arribita
Había una montañita
La montañita tenía un árbol
El árbol tenia una rama
La rama tenía un nio…
El nío tenia cuatro huevos
Blanco, rojo, colorao y negro
Al coger el blanco
Me quedé manco
Al coger el rojo
Me quedé cojo.
Al coger el colora…
manco, cojo y jorobao.
Y al coger el negro…….
“to el mundo gueno”
Infinidad de veces, después de jugar al “carro la correa”, “al moro viene, a “ me las estiro con angarro”, terminábamos saltando por encima de un compañero que se ponía “ en pompa” y al mismo tiempo entonábamos esa cancioncilla que anteriormente os relatado.
Era nuestra montañita de la ilusión que ahora perdura en el recuerdo de todos nosotros… esos nosotros como Isidoro Herrera, Juan Manuel Contreras, Antonio Plata, Pepe Andrades,, José Pajarez y un sin fin de chavales más o menos de mi edad que ahora están casi todos jubilados o arreglando papeles para jubilarse y no puedo olvidarme nunca de los que tambien disfrutaron con ese juego y se tuvieron que marchar porque el destino les llamó antes de tiempo.
Estoy convencido que a todos mis amigos les sucedía lo mismo y… es que cuando empezábamos a cantar eso de … allá arribita arribita habia una montañita…. Nos imaginábamos una pendiente larga sobre la ladera de una montaña y allí… en lo alto estaba aquel magnífico árbol de cuatro ramas… eran unas ramas frondosas y en la que daba al precipicio, habia un precioso nido de pajarillos con sus huevos de colores…..
Cuando cogíamos el huevo blanco nos quedábamos mancos de verdad y nuestro brazo se escondía…para volver al saltar con una mano y quedar mancos y cojo….hasta convertirnos en mancos,cojos y jorobaos…… pero después venia el don que nos volvía a dejar buenos y sanos para continuar jugando.
He reflexionado muchas veces sobre este juego de nuestra época que seguramente se perderá como otras tantas cosas nuestras pero estoy seguro que mientras quedemos algunos podremos explicárselos a nuestros nietos y tal vez sientan curiosidad y lo aprendan.
Como quería decir antes…..he pensado muchas veces en hablar de nuestra montañita, de nuestro árbol , del nido y de sus cuatro huevos pero me parecia infantil y pueril a la vez… hasta que me he decidido porque he llegado a la conclusión de lo importante que un simple juego de niños llegó a ser para nosotros.
Fijaros cual importante fue que , como apuntaba anteriormente, los que cantamos ese juego ahora estamos jubilados y aunque no seamos capaces de saltar y “estirarnosla con Angarro” podremos recordar y trasladarnos a una época en la que por nuestra inocencia fuimos inmensamente felices.
Dedicado a todos mis amigos de la infancia que hoy recorren los “tejados” llenos de “yerbas” del recuerdo.
Un abrazo
Currini
Allá arribita arribita
Había una montañita
La montañita tenía un árbol
El árbol tenia una rama
La rama tenía un nio…
El nío tenia cuatro huevos
Blanco, rojo, colorao y negro
Al coger el blanco
Me quedé manco
Al coger el rojo
Me quedé cojo.
Al coger el colora…
manco, cojo y jorobao.
Y al coger el negro…….
“to el mundo gueno”
Infinidad de veces, después de jugar al “carro la correa”, “al moro viene, a “ me las estiro con angarro”, terminábamos saltando por encima de un compañero que se ponía “ en pompa” y al mismo tiempo entonábamos esa cancioncilla que anteriormente os relatado.
Era nuestra montañita de la ilusión que ahora perdura en el recuerdo de todos nosotros… esos nosotros como Isidoro Herrera, Juan Manuel Contreras, Antonio Plata, Pepe Andrades,, José Pajarez y un sin fin de chavales más o menos de mi edad que ahora están casi todos jubilados o arreglando papeles para jubilarse y no puedo olvidarme nunca de los que tambien disfrutaron con ese juego y se tuvieron que marchar porque el destino les llamó antes de tiempo.
Estoy convencido que a todos mis amigos les sucedía lo mismo y… es que cuando empezábamos a cantar eso de … allá arribita arribita habia una montañita…. Nos imaginábamos una pendiente larga sobre la ladera de una montaña y allí… en lo alto estaba aquel magnífico árbol de cuatro ramas… eran unas ramas frondosas y en la que daba al precipicio, habia un precioso nido de pajarillos con sus huevos de colores…..
Cuando cogíamos el huevo blanco nos quedábamos mancos de verdad y nuestro brazo se escondía…para volver al saltar con una mano y quedar mancos y cojo….hasta convertirnos en mancos,cojos y jorobaos…… pero después venia el don que nos volvía a dejar buenos y sanos para continuar jugando.
He reflexionado muchas veces sobre este juego de nuestra época que seguramente se perderá como otras tantas cosas nuestras pero estoy seguro que mientras quedemos algunos podremos explicárselos a nuestros nietos y tal vez sientan curiosidad y lo aprendan.
Como quería decir antes…..he pensado muchas veces en hablar de nuestra montañita, de nuestro árbol , del nido y de sus cuatro huevos pero me parecia infantil y pueril a la vez… hasta que me he decidido porque he llegado a la conclusión de lo importante que un simple juego de niños llegó a ser para nosotros.
Fijaros cual importante fue que , como apuntaba anteriormente, los que cantamos ese juego ahora estamos jubilados y aunque no seamos capaces de saltar y “estirarnosla con Angarro” podremos recordar y trasladarnos a una época en la que por nuestra inocencia fuimos inmensamente felices.
Dedicado a todos mis amigos de la infancia que hoy recorren los “tejados” llenos de “yerbas” del recuerdo.
Un abrazo
Currini
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