viernes, octubre 12, 2007

ALGO DE NUESTRA JUVENTUD EN JIMENA DE LA FRONTERA

Estas reflexiones mías, que me hacen llevar de aquí para allá, no implican otra cosa que poner a disposición de los demás el acontecer del tiempo en un paréntesis determinado de mi vida en Jimena de la Frontera donde aparte de sufrimientos, también pude vivir momentos de alegría y felicidad.


Cuando se tienen de 14 a 18 años, la vida a borbotones te entra por todas las partes del cuerpo y sin darte cuenta, te impregnas tanto de ella que pasan los años y guardas todos los momentos vividos dentro de tu corazón con una pureza indescriptible que no los olvidas jamás.

La juventud de ahora a muy pronta edad ya tiene su propio coche que le permite desplazarse a cualquier lugar sin problemas de ningún tipo y como existe igualdad entre chicos y chicas, manifiestan sus sentimientos y viven en plena libertad de movimientos en todos los sentidos con unas ideas bastantes claras de cómo han de vivir, aunque como es lógico muchos de ellos vivan totalmente equivocados, pero esa es la vida que les ha tocado por suerte o por desgracia como se suele decir.

Nosotros con 14 o 15 años viviamos en otra galaxia, porque para no tener, no teníamos ni una triste bicicleta y todo estribaba en mirar las motos, los coches y desearlos con la resignación de que no los íbamos a tener nunca, así que cuando no estudiábamos ni trabajábamos en las fiestas, nos dedicabamos a ir al rio a pescar, al campo de cacería y por la noche a dar vueltas interminables en nuestro bonito paseo y a gastar poco como nos decian al salir de nuestras casas.

A partir de los 15 años en que empezabas a afeitarte una y otra vez , ibas perdiendo el físico de “patito feo” y sin darnos cuenta el corazón nos palpitaba más aprisa de lo normal cuando veíamos alguna chica que nos hacia “tilín” y aquello ya representaba una nueva forma de ver la vida pero no de igual forma que consumen su vida los jóvenes de hoy, sin que yo esté capacitado para decir cual de las dos maneras de vivir es la mejor si la de antes o la de ahora.
Empezabas por elegir nuevos amigos, mas acordes con tu manera de ser y de pensar, lo que te permitía una comunicación bastante fluida con lo que podías intercambiar opiniones sobre tus gustos por las chicas que de seguro es lo más importante en esa parte de nuestra vida y poco a poco entrabas en la dinámica de relacionarte con algún grupo de chicas de tu edad y manteniendo la distancia para que no se descubriese tu preferencia hacia alguna determinada ya que muchas veces resultaba que la fémina elegida no queria verte ni en pintura.

Todo aquello resultaba bonito y el que era desgraciado en amores, sufría por dentro como un verdadero “rucho” por aquello de que no podía expresar nada por temor al ridículo pero como todo esto no era siempre así, había muchas veces en las que eras feliz porque la chica de tus sueños te miraba y hasta permitia que salieses con ella durante algún tiempo pero siempre en la distancia y viviendo solamente del amor que sentian dos corazones que se atraen.

En cuanto salías junto con la misma chica cuatro o cinco semanas ya te estaban diciendo que aquello había que formalizarlo y que tenias que hablar con los padres para que te dejasen salir medio sólos o acompañados de la hermanita pequeña. Así que se aceptaba si estabas totalmente convencido de que aquella era la chica de tu vida ó volabas como un pájaro para volver a posarte al cabo del tiempo en otra rama distinta.

Para bailar con una chica, habia que esperar a que hubiese baile en las festividades y en las ferias y por eso aparecieron los güatekes que a mis 17 ó 18 años los organizábamos casi siempre hablando con Serafín el taxista que tenía arriba de su casa unos futbolines y mesas de billar además del “picú” y un puñado de discos de vinilo por lo que acordado el precio, arrimábamos las pesas a la pared y allí se hacia el baile y entre todos los varones poniamos una cantidad para pagarle a Alfonso y comprar unas cocacolas,mirindas y alguna botellita de ginebra para entonarnos un poco y la verdad es que se pasaba bastante bien. Otras veces esto mismo se hacía en el “Bar El Satélite” que lo llevaba Sebastián Gutiérrez (Crespillo) y aquello era curioso porque había que echarle monedas a una máquina de discos que tenían en el bar para poder bailar pero aquel bar era de lo más moderno que habia en Jimena y las tapas tan buenas que ponía Rufina Gómez..

En las Navidades como no solía haber baile, varios años conseguimos que nuestro amigo Pedro Núñez, nos dejase una casa que tenia nueva al lado arriba de la tienda y la adornábamos con papelillos y organizábamos el baile pidiendo discos prestados a todo el mundo y muchos eran de propaganda del coñac Fundador con la particularidad de que en medio de la canción se paraba y te metian aquello de “ Estas como nunca….estás como nunca.. el coñac que mejor sabe….Fundador…” y te cortaba un poco el rollo pero lo pasábamos estupendamente con una peña de chicas maravillosas con las que todavía conservo su amistad.

Vinieron curas nuevos y apareció aquello del club parroquial por lo que en la iglesia de arriba se hicieron dos uno más pequeño y que lo fundaron Gabrielito el Gorrión, Angelín Collado, Ildefonso Sánchez y otros más y al que yo iba siempre los sábados y los domingos y se pasaba muy bien, pero como yo estaba en todas partes también iba al otro club que estaba formado por amigos del Barrio Abajo y en el que estaba de presidente mi amigo Cipri y después Luis Vallecillo y con fines benéficos se hicieron algunas obras de teatro dirigidas por D. Alejandro y otra obra pequeñita que escribí yo titulada el “Quirófano” que interpretaron entre otros José Maria Macias y Martín Cano. El dinero que se recaudaba se entregaba a los pobres en la Campaña de Navidad del Pueblo.

En cuanto te ibas a la mili y volvías ya en tu casa te decían que tenías que pensar en casarte y hacerte independiente por lo que elegías una chica formal y te apartabas de tu grupo de juventud poco a poco para comenzar una nueva forma de vida que muchas veces tenía que ser fuera del pueblo porque pocos recursos tenia Jimena para ofrecer y cada día se deseaba vivir mejor que lo habiamos hecho hasta entonces.

Así más o menos era la vida de nuestra juventud y así he querido contarla para que se puedan hacer comparaciones y tal vez reirse un poco de la picaresca que la misma vida nos pone por delante.

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