jueves, octubre 25, 2007

VIOLETA Y MARIANO

Parece el título de una película de aquellas que nos echaban en el matinel del “Cine Capitol” cuando era propiedad de Los Hermanos Luque y estaba de portero “Frasquito Muñoz” y de operador D. José Capote. Por ejemplo aquella tan famosa de “Pepino y Violeta” cuya reproducción se cortaba veinte o treinta veces y lo que pudimos ver fue entre rayas y manchones en la pantalla, pero como la chiquillería teniamos tanta imaginación, que de nuestra parte nos imaginábamos lo que no podiamos ver.

Una mañana, me dice mi padre; Currito anoche nos trajo Peláez la burra nueva que hemos comprado para que de vueltas en el molino de curtido de la tenería y está en la calle Quirós, así que lo más rápido que pude salí corriendo por el Paseo Cristina y en un momento estaba yo delante de nuestra VIOLETA y al verla, se me cayeron los palos del sombrajo, porque me la había imaginado pequeñita, bonita y coquetona y me encontraba delante de una “petarda” rubiasca, feucha, vieja y con una enorme barriga de una preñadura psicológica que padecía, por lo que nuestro amigo Juan Peláez se había lucido esta vez en el trato con nosotros.

Violeta, estuvo entre nosotros varios años y ayudó en lo que pudo a la reconstrucción de la tenería o fábrica de curtidos que mi padre se empeño en sacar adelante como fuese y a la que puso en la puerta un letrero de cerámica precioso con una Virgen y que decía “ Nuestra Señora de la Esperanza”( por la ilusión tan grande que había depositado en esta fábrica).
Pues como decía….Violeta fue la encargada de traer la arena suficiente de Macarro bajo las órdenes y la “bara” de Angelito Oncala (hijo de Oncala el municipal) y los albañiles eran Los Canarios sebastián y Fermín siendo peón “Perico Herrera”.

Con el tiempo, fuimos tomándole cariño a Violeta que seguía siempre con su “panzón gordo” y puesta en el molino de curtido con sus anteojeras, la pobre tiraba de la enorme piedra como podia. Por aquellos entonces teníamos un perrillo muy bonito de la raza “maneto” que lo amarrábamos por las noches a un enorme palo de madera atravesado en la puerta para que Violeta no se saliese de allí, con tan mala suerte que una de esas noches, la dichosa burra metió la cabeza bajo el palo y manteniendo un rato al pobre Canario levantado consiguió ahorcarlo y sufrimos un gran disgusto por aquel lamentable suceso.

Recuerdo que una Feria de Mayo, se me ocurrió ir al mercado montado en Violeta y yo que iba tan contento, en cuanto que entré en el mercado, todos empezaron a reirse de mi por lo “fantoche” que era mi burra, así que pillé un cabreo de mil demonios y nos marchamos a guardar a mi petarda para evitar las risitas y los cachondeos jimenatos.

Algunas veces la burra se quedaba de noche en el huerto de mi tio Frasquito en el Puerto Moral y una de esas noches de tormenta y lluvia, la pobre que estaba vieja y torpe, se despeñó y la encontraron muerta y conmo la curiosidad hacía presa en todo el mundo, Manolo Heredia le abrió la barriga y por fin habia dentro un pequeño ruchillo que no pudo entrar en el reino de los vivos.

Como no podiamos continuar con el molino de curtido parado, mi padre compró esta vez un borrico negro aparentemente precioso y al que pusimos de nombre MARIANO, porque así se llamaba su antiguo `propietario que vendía verduras por las calles.

Como Mariano tenia mucho pelo, llamamos a Rovira, el padre de Jacobo, que le hizo un pelado y lo dejó precioso con unos pececitos de adornos y su medio rabo pelado. Pero como todo se conoce con el uso, a los varios días nos dimos cuenta que Mariano era más flojo que un palmar y que cuando lo poníamos en el molino, daba una vuelta y se paraba automáticamente, así que no nos podiamos separar de él ni un solo instante dándole palos constantemente para poder moler el curtido y que si hubiesen existido los ecologístas de hoy, algunos estaríamos en la cárcel y mi padre hubiese tenido que cerrar la tenería por falta de curtido o poner un molino eléctrico.

Cierto día fui a ponerle los “grilletes” para soltarlo a que comiese cardos en la roaera y me agaché delante de él con tan mala suerte que levantó una mano y me dio en la cabeza un golpetazo que estuve sin sentido un buen rato y el cabroncete ni se inmutó siquiera.

Recuerdo la Romeria de la Virgen de los Angeles a Marchenilla a la que fui con Pá Jiménez,Paco Pérez y Pépe Pérez. Ellos iban cada uno en un caballo y yo montadito en mi rocín al que la noche antes le había echado de comer una lata de queso americano llena de habas y abundante paja, así que aquella mañana, después de beberse dos cubos de agua, no había quien lo pudiese aguantar en medio de los caballos de la romeria y para colmo iba delante una burra de un Orellana de la Horqueta que me dio el día, pues el burrito mío sólo hacia rebuznar y sacar su mamporra, así que pasé mucha vergüenza en la procesión y todos como siempre se reian de lo que me sucedia.
Un Domingo, mi amigo Victoriano Sánchez Beffa(Q.E.P.D.) y yo , decidimos ir a San Pablo a pasearnos con unas niñas que conociamos allí( Charo, Antoñíta y otras mas) y como no había dinero para taxis, cogimos mi Mariano y él su caballo, saliendo de la tenería los dos montados cada uno en su medio y al cruzar el arroyo del Tío Minino mi borrico tropezó y saliendo yo despedido por las orejas caí, sin poderlo remediar, en el charco
de mierda del arroyo. Victoriano con su arte le dijo al borrico de todo y le dio unos barazos, pero tuvimos que volvernos y mientras yo me lavaba con agua fria del pozo, él fue a mi casa y me trajo otra ropa y continuamos hacia San Pablo, donde nos lo pasamos muy bien porque hubo suerte y pudimos pasear con las dos niñas que en ese tiempo nos gustaban y el pobre Victoriano , decía constantemente…!Curro la mierda nos ha traido suerte!.

La decadencia de la teneria de mi padre, coincidió con la de la agricultura y al pobre Mariano se le llevaron los valencianos en un tren para carne, así que terminaria hecho salchichas y butifarras en Valencia.

Bueno, hoy he querido contaros estas cosas que como es lógico os hará pensar en la forma de vida que teníamos, tan distinta a la de ahora, pero con la que yo particularmente me siento muy feliz de haberla vivido así y de que me tocase precisamente en mi pueblo de Jimena de la Frontera.

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