Para muchas personas de Jimena, la calle El Sol, les parecerá una calle triste, aburrida y que no merece la pena pararse en ella ó dedicarle tiempo a pensar en las personas que la habitaron, pero para mí que la he tenido al lado durante tantos años, opino totalmente lo contrario y quiero recordar con cariño a todas esas personas que dieron vida al escenario de esta bonita y transitada calle .
Lo primero es que para andar bien por esta nuestra calle Sol, había que ser de Jimena y estar acostumbrado a saltear pedruscos sueltos y desniveles del empedrado, cosa que hacíamos con soltura impresionante y sin mirar para el suelo.Esto se notaba bien cuando venían extranjeros o gente de fuera a visitar el castillo que para bajar o subir lo hacían agarrados a la pared y algunos daban hasta sus pequeños batacazos.
Por esta calle pendiente y trabajosa, he visto bajar esos preciosos borricos con sus elegantes aparejos y atalajes llenos de borlones y cargados de tinajas, cántaros, lebrillos y otros enseres de barro, siguiendo como un perrillo faldero a sus dueños, que orgullosos caminaban pregonando la mercancía delante, con una enorme vara de adelfa atravesada en la ancha faja negra de su cintura y estos burros, conscientes de la dificultad que entrañaba el bajar por aquella pendiente llena de piedras resbalosas, lo hacían con seguridad, como si conociesen el valor de su delicada carga.
Es cierto que esta calle era paso obligado de cortejos fúnebres casi a diario hacia el cementerio pero nunca dejó de ser hecho cotidiano más, que te impone la vida, y al que se acostumbraron los vecinos que con respeto saludaban o se unian a la comitiva y les hizo meditar con tanta frecuencia, que llegaron a saber bastante de la vida y de la muerte con unos comportamientos ante las adversidades verdaderamente admirables y la Calle Sol era muy alegre y ejemplo del buen comportamiento entre vecinos.
Esta calle nunca fue declarada peatonal porque no hacía falta ya que era imposible que un vehículo de los de antes pudiese bajar o subir por ella por lo que conservó durante mucho tiempo su aire tradicional de pueblo y parece que estoy viendo al “Piki” y a Antonio Nuñez Cano( al Moruno con pantalones cortos), con la caja de pescado pregonando y vendiendo los boquerones y las sardinas con el arte que se daban antes para estas cosas……..! Venga Mariaaa……! ¡ traigo los boquerones, los jureles, las almejas…los chanquetes….! Y se formaba un corro de mujeres alrededor riéndose de las ocurrencias que decían y para que deciros cuando pasaba Juan Pozo con el burro cargado de pan y las bromas que gastaba con la gracia que derramaba a esportones por esta calle que como dice su nombre siempre estaba el Sol en ella.
Como podeis ver ya estoy decidido a subir la calle con mi viejo morral repleto de recuerdos y el libro de la vida bajo el brazo para hablaros un poquitín de algunas de aquellas personas que dieron personalidad a esta calle de nuestro pueblo por la que tantas veces pasé.
Nada más empezar la empinada cuesta, teníamos a la derecha la entrada al Barranco Melgar y pasada ésta ya estábamos en la puerta de Señá Frasquita la del Lolo que era la madre de Juan Pajarez el Barbero y abuela de Lorenzo el Lolo que ha tenido una carniceria frente a la iglesia del Barrio Abajo durante mucho tiempo. Lorenzo era muy travieso y tuvo un accidente de chiquillo y es que se cortó los tendones de la mano con unos cristales que había en una pared en una de las casas viejas de José Luque.
A continuación vivia Maria Oncala con su hija Sebastiana y su hermano Pedro Oncala que hacía escobas, rehores y otras cosas de palma que vendía por las tiendas.
Seguimos subiendo y estamos en la puerta de Juanita Ferrer que vivia con la madre y sus dos tios Juan y Cristóbal ( El Atrevio), estos dos eran arrieros y tenían mulos para los portes de carbon, corchas y otros productos del monte.
Después vivia una familia cuyos apellidos no recuerdo pero si su hija Ana se casó con mi primo Juan Estiraza, y Frasquito que jugaba mucho conmigo porque era de mi edad y trabajando en el Pantano de Castellar tuvo un grave accidente y le amputaron una pierna, después se casó y tenía un kiosco en la estación de Jimena.
Tambien vivian aquí Guillermo Trujillo que se casó con la hija del trapero y eran muy buena gente y formales donde los hubiese a pesar de que Guillermo era una persona muy seria.
Llegamos a casa de Africa Garcia Bautista y su marido Jacinto y que yo recuerde tenían cuatro hijos Diego, Juan , Maria y otra pequeña a la que llamaron Jacinta y para mi eran muy conocidos porque iban mucho a la tienda de Jacinta Boza frente a mi casa y la hija mayor María se casó con el “Piticlín” al que también decían El Telleja muy nervioso pero una gran persona muy amigo de José Castilla.
Aquí la calle se quedaba cortada para formar parte de la calle Yustos pero no antes de nombrar a una familia bastante numerosa como eran Juana Fernández que creo era costurera y su esposo Martín Parra y unos pocos de hijos entre los que recuerdo a María, Herminia, Cristóbal, José y Martín. Cristóbal era ayudante de caminones y los demás trabajaban me parece que en el corcho en la Estación de Jimena y las hijas eran costureras en el taller del maestro Miguel Cárdenas Urbano y sobre todo Herminia era muy alegre y simpática.
Me he parado en mis pensamientos, para empezar de nuevo por la acera de la izquierda y la primera casa era la de Rogelio el del Barato que yo frecuentaba de pequeño porque Rogelio tenía un hijo llamado Carlos y jugábamos en la azotea con las cajas de cartón de la tienda que tenía la entrada por la calle Sevilla( antes José Antonio). Cuando Rogelio se marchó a Algeciras( Carlos su hijo es director de películas de corto en la actualidad), compró la tienda Aurora Limón y le puso allí otra tienda a su hijo Pepe Calleja que se fue a vivir a la vivienda de la calle Sol./esta familia extraordinaria la conocía todo el pueblo).
Pegado a esta casa, había un cuartito pequeño que quizás no pueda dársele el calificativo de vivienda pero era ocupado por una buena familia gitana como eran Señó José que tenía una pequeña fragua y hacía cosa de hierro como hebillones, perrones, puas de chicha, hornillos y todo cuanto le encargaban, pero pasaban bastante mal cuando les faltaba el trabajo, su esposa se llamaba Jeroma y tenían una hija y un hijo que se llamaba Juan y al que todos conoceis porque se marchó con el Serrano de Ronda que tenía el trenecito de los escobazos y ha vivido trabajando encima del tren con las escobas durante un montón de años y una vez que monté a mis hijas me reconoció perfectamente y se dejó que mis niñas le quitasen la escoba para el disfrute de ellas.
La siguiente vivienda era la de Antonio Peláez Sanjuán y Manuela Linares y de estos todo lo que diga es poco porque para nosotros eran de la familia por eso cuando veo a algunos de sus hijos es como si viese a alguien de los mios. Juan ha sido electricista y supongo que estará jubilado por su edad, Pascual (Q.E.P.D.) fue aprendiz de zapatero en mi casa al igual que Manolo y no recuerdo bien si Antonio llegó a estar en la zapatería, aunque después se colocaron en la empresa que suministraba el agua al pueblo y María que estudió Magisterio y la he visto varias veces en Algeciras con hijos mayores.
Después estaba la casa de Beatriz La Mozona que era hermana de Juan el arriero con el que los niños nos metiamos diciendole….!burro…zooo.! y salía detrás de nosotros con la bara.
Después había una especie de huerto del Ayuntamiento con un camino de piedra y al fondo estaba la casa de Andrés Berlanga que vivia con su esposa, su hija Paca y Jacinto que estuvo de aprendiz de zapaterocon Frasquito Liñán(Rabizo) y se marchó a Cádiz a Flechas Navales donde estudió, continuó en la Marina y hoy está Jubilado en Algeciras y creo que llegó a Teniente o algo más. Desde esta casa se veia gratis el cine de verano de D. José Montero y se veían los bailes que también se celebraban allí cuando yo era pequeño.
A continuación vivía Catalina Liñán y su marido Parra que trabajaba en el campo, tenían varios hijos, uno de ellos desapareció pero resultó que se habia alistado en la Legión y al cabo de los años regresó cansado de cantar aquello de “soy novio de la muerte”, la hermana Cristo, trabajaba en el taller del maestro Cárdenas y al mismo tiempo que vivia esta familia, también Frasquito Rabizo tuvo aquí su zapatería durante algún tiempo.
Un poco más arriba vivía Catalina Zarza del Torero y su marido Mariscal y la casa siguiente la ocupaban Diego Márquez y Carmen Lorente con los que mantuve bastante amistad porque Carmen Lorente era tía de Carmen Benitez la de la tienda y les ayudé administrativamente a resolver algunos problemas de pensiones y cosas de esas, tenían dos hijas Mari y Guadalupe y dos varones Diego y Alfredo.
Al lado vivían Los Huertas que creo tenían algo de tierras arrendadas y los hijos eran Pepe, Ana, Luisa y dos mellizos más o menos de mi edad Narciso y Alfredo. Todo marcharon a Castellar y después he comprado verduras y naranjas a Pepe Huertas varias veces y me reconocía perfectamente.
Ya estamos en la Churrería de Teresa y Juan Moriche. Los tejeringos de esta mujer eran buenísimos y Juan le traía la leña con el burro todos los días. Gracias a Jacinto Boza que me escribió una esquela en un trozo de papel, este Sr. Pudo cobrar la jubilación porque sin saberlo estaba afiliado al antiguo Régimen de Retiro Obrero de Vejez e Invalidez.
Una puerta más y vivían Pedro Gutiérrez y Ana Garcia que tenían bastantes hijos todos mayores y trabajaban en el monte como carboneros y corcheros.
Ya haciendo un poco de línea con la calle Yustos estaba Angeles Moya que era viuda con una hija deficiente mental y le ayudaba bastante su hermano Moyita El Carcelero que vivía frente en lo que he catalogado como calle Yustos.
Había un cuartito donde vivía como podia Señó Montero, un hombre muy mayor que había estado en la Guerra de Cuba y aunque tenía una paguita por este motivo de la guerra, el pobre hombre se ayudaba vendiendo alcauciles, murtas, madroños, palmitos, chumbos y cuanto podia recoger del campo.
Ya casi terminando en la calle vivian Antonio Rios y Maria Pedrosa que tenían un horno de pan y algunos hijos, yo recuerdo que el mayor se fue al ejército y se hizo militar. Cuando vendieron la casa la compro Carmen Benitez , casada con Salvador Barranco y pusieron la tienda de frente a esta casa. Carmen era muy alegre y luchadora aparte de una gran persona que ayudaba a cuantos podia para salir adelante ante tanta necesidad que se movía por aquellos entonces en aquellas calles a pesar de que tenían seis hijos para sacar adelante con la ayuda de Salvador que trabajaba en las tierras que tenia en la Barca Moreno y el huerto del Castillo sus hijos son Eugenia, Bartolo,, Salvador(Borito), Manolín, Elio y Juan Eloy.
Doy por finalizado el recorrido de la calle en la casa de Andrés Barranco el Albañil y Ana la Gazpara, cuyo hijo José también fue albañil y creo que se casó con Pura Sarrias, hermana de mi amigo Juanito y de Milagros famosa por el piñonate de Jimena.
Todas estas personas, dieron vida durante muchos años a la calle Sol. Algunos aún viven y otros han desaparecido como nos ha de suceder a todos, por eso con todo el cariño del mundo he querido que por unos instantes estén con nosotros aunque sea en el don tan preciado que es nuestra memoria.
Dedicado con cariño a todos aquellos de mi edad que por necesidad se vieron obligados a pasar varias veces al día por esta calle y muy especialmente a mi amigo Paco Gutiérrez al que esperaba muchas veces y le conocía por la forma especial en que bajaba esta preciosa calle como siempre….corriendo, pero todo el mundo le conocía por allí y le saludaban con bromas que aceptaba de buen talante.
1 comentario:
Los pelos de punta se me ponen Curro.
Carmen Benitez, como de mi familia como bien sabes, mi tio Pedro y todas las gentes de esa calle camino obligado para mi calle La Loba.
Un abrazo
Paco Gutiérrez.
Hace unos años hice un viaje muy similar en recorrido al qque acabes de hacer a Galicia.
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