No siempre vamos a echar mano a una cámara fotográfica cada vez que sintamos la necesidad o el deseo de fotografiar a una persona y además si a esta persona se le conoce lo suficiente, estoy seguro que sobran artilugios y maquinarias que plasmen a la persona sobre el papel sin necesidad de que esté fotográficamente impreso.
De pequeñito, parece que le estoy viendo con aquel pelele grandote, donde se escondia un pequeñito cuerpo con una buena cabeza de cara ancha,ojos alegres y sobresalientes y cabellera rizada. Su frente a los pocos meses de nacer ya presentaba cicatrices y bultos de los golpes que se daba con las mesas, los muebles y mas de una caida que sufrió por lo que la familia siempre decian la misma tonteria ¡es que al niño le pesa mucho la cabeza! Y en realidad es que Sebastianito era…muy travieso y esa alegria que le bullía dentro de si, no le hacía pensar las cosas y por eso se caía y por eso.. tropezaba.
Su cuerpo de niño fue creciendo entre unos padres admirables que lo mismo se querian con locuras como de vez en cuando se enfadaban, porque esa es una característica de su raza…Los Orellanas y que él mismo no podrá apartar nunca de sus adentros como los demás miembros de la “Saga”. Lo mismo que crecia su cuerpo junto a sus padres, iba creciendo su buen corazon y su espíritu soñador y trabajador en una calle Santa Ana que le quería muchísimo y todos los vecinos decían…….!Ahí va Sebastianillo! y aprendió a sonreir una y otra vez y a dejarse querer por todos.
Fue creciendo, sin darse cuenta entre el ir y venir de su casa al colegio, de correr por el patio de la iglesia, de jugar por las calles del pueblo, de querer a sus padres, a sus abuelos, al Tío Fajardo y a la tia Maria y como no a su abuela Juana y a sus tios y primos. Todo esto le imprimió un sello de bondad en su cara que jamás se lo podrá quitar de encima y por eso cuando habla de su casa y de sus hijos, habla con el corazón y te hace vivir sus propias sensaciones de bienestar y alegría.
Su carácter desprendido le hizo rodearse de muchos amigos, ya en su juventud cuando empezaban sus primeros años difíciles de estudio, en los que no se centraba porque la alegria de la vida le entraba por los poros y la vivía corriendo de aquí para allá sin importarle otra cosa que el vivir alegre y disfrutar tal como le decían sus pocos años.
¡Aquellos años Sebastián ¡ en los que no te importaba aquello del “Turraco” ó “El Terviló”, nombres que te daban porque tu eras la propia vida y la vida en sí no conoce hasta cierta edad lo que son los estudios, para qué sirven y que pueden cambiar en tu forma de ser y de pensar.
El tesón de tus padres y tu propio madurar, te hicieron ejercitar tu mente y satisfacer el deseo de tus progenitores hacia el estudio y lo conseguiste de forma satisfactoria y continuaste siendo feliz con tus amigos que ya poseias y con los que conseguistes después.
Con el tiempo te llegó la estabilidad, la esposa, los hijos y el seguir teniendo a los tuyos en tu corazón , por lo que tu cara ancha, ojos tristes y alegres a la vez son el fiel reflejo de aquel niño que correteaba por la calle Santa Ana y que siempre que ve a sus primos, les abraza y les besa de verdad porque aunque no te des cuenta tu segundo apellido es…BUENO.
Dedicado a mi primo Sebastián y a su esposa Bely con cariño.
1 comentario:
Hola papá,
Un retrato muy fiel, a la realidad que todos tenemos el placer disfrutar cerca de él.
Un abrazo,
Belén
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