De buenas a primera empezamos a estudiar de forma seria y concienzuda, partiendo de unas bases aprendidas que consistian en repetir como verdaderos loros, la tabla de multiplicar, los rios de España, los cabos, los golfos, las cordilleras, las reglas de ortografía, las clases de polígonos, de poliedros, la circunferencia, el circulo y aprender de forma mecánica los quebrados, los problemas de aligación o mezclas, las arrobas, las libras , las resmas, los cuadernillos, los suponiendo y preguntando(reglas de tres simples y compuestas).
Todo aquello era un “barullo” que teniamos en nuestras cabezas y aunque algunos presumiamos de saberlo bien, la verdad es que tal como lo teniamos dentro, servía para muy poquito, quizás más que nada para que nuestros padres presumiesen diciendo…..!anda hijo dile los rios de España a este señor! Y cuando terminabas te decian….! Ahora los poliedros….! Y uno se ponia más ancho que largo, sin entender lo que habias repetido de memoria.
Nosotros estábamos acostumbrados a la plena libertad, viviamos en “El Llanito”, “En las Pozas”, “En las Roaeras”, “En las Minas”, “En los Barrancos”, “En los Manchones”, “En El Callejón Techao”, “ En el Castillo”, “En El Risco”, “En La Tosca”, “En la Peña Gorda”, “En El Tragante”, “En el Pinito”, En El Regüé”, “En la Pompa”, “En El Barrio Arriba y en El Barrio Abajo”, en definitiva todos los rincones del pueblo eran nuestros.
Fuimos los más felices del mundo, jugando con nuestras chichas, perrones, tánganas, chupapiedras, cajillones, bolindres, botones, aros, trabucos, cometas, pistolas y caballos hechos con tacos de madera que nos parecian de verdad. Otros juegos importantes eran…. “Balloy”, Las cuatro esquinas,(¿Tiene Vd. candela?….!alli frente jumea!),” A Burra”, “ Me las Estiro con Angarro”, “Allá Arribita Arribita habia una Montañita”, “ Alillo a Lillo”, “El Carro La Correa”, “ El Moro Viene”…………………………
Ese era el patrimonio de nuestra libertad que agotábamos con nuestras ropas “resurcidas”, nuestros remiendos y parches en pantalones y chaquetas, hasta que un día sin darte cuenta te llamaba la voz del trabajo y lo abandonabas todo de golpe para sin saber como aparecia el maldito cigarro en tus manos como señal de que ya eras un hombre y tus intereses habian de ser otros que te marcaban los mayores.
A nosotros, los que tuvimos la suerte de estudiar en La Academia Calasanz , abandonamos todo aquel mundo de la infancia libre para incorporarnos al estudio unos y otros al trabajo y al estudio pero de forma no traumática porque no nos pusieron el “calabozo”, “el escardillo”, ó “ el hacha” en las manos .
Nuestra vida comenzó a cambiar cuando nos pusieron delante un Atlas para comprender donde estaban nuestras regiones, nuestras capitales, nuestros rios, nuestras costas, nuestros cabos y nuestros golfos. Así empezamos a dibujar con perfecta conciencia de lo que haciamos los primeros mapas políticos y físicos de aquellos entonces.
Estaba aún muy arraigada la técnica de la repetición en los estudios, pero se nos decía que habia que comprenderlo todo y después repetirlo constantemente hasta que dejabas de olvidarlo. Así todas las asignaturas como la gramática, la literatura, la geografia, la historia, las ciencias de la naturaleza, las fuimos aprendiendo de forma paulatina y como la disciplina era constante al final se veia todo compensado con los aprobados de Junio y Septiembre.
Las matemáticas, la física y la química era lo más complicado, al menos para mi, pero como todo empezó a hacerse de forma razonada, resultó que lo que habiamos aprendido con aquellos maestros de pago, nos sirvió de mucho ya que todo nos era familiar y aquí puedo poner como ejemplo los problemas de aligación, reglas de tres, incluso ecuaciones que yo solía hacer en la escuela de Cristóbal Prieto.
Teniamos problemas con el Latín porque el primer curso nos lo daban los maestros pero después ellos no estaban preparados lo suficiente como para impartir las clases, así que comenzaron a darnos las clases primero D. Manuel Alegre y después el otro cura D. Mariano Foxela, pero tambien lo “encarruchamos” bien con aquellas enormes traducciones de las Guerras de las Galias que tanto llegaron a gustarme al final.
El tema de la Educación Física fue peor, porque cuando íbamos a Algeciras había que saber saltar el “Plinto”, “el Potro”, “ salto de altura”, “salto de longitud” y en Jimena no teniamos ni potro, ni plinton ni nada de nada por lo que nos íbamos al patio de la iglesia de arriba y sacábamos unos pupitres de los de antes ( mesa y sillas unidas) y lo saltábamos como galgos volando y más de uno se dobló una pierna y se lastimó un brazo, también un carpintero nos hizo un “altímetro” rudimentario que nos sirvió de mucho porque pudimos ir aprendiendo y después resultaba muy facil hacerlo en el “paraninfo” del Instituto de Algeciras.
Jimena cara al exterior era un pueblo bastante tranquilo, pero queridos amigos para estudiar no lo era absolutamente para nada, entre otras cosas porque nuestras casas antiguas no reunian ningún tipo de requisito de comodidad y no disponiamos de mesas individuales ni despachos para el estudio, así que estudiábamos donde podiamos porque además por la calle pasaban constantemente gritando el pescadero, los caleros, los esteponeños, los afilaores, los ajeros, los que vendian lebrillos y tinajas, etc etc etc etc.
Recuerdo que los que mas me martirizaban eran aquellos que venian vendiendo mantas en un camión con su megafonia y se tiraban toda la mañana debajo de mi balcón gritando como locos aquello de …….” Le hago un lote por mil pesetas y le pongo…. Una manta, otra manta, un cobertor, otro cobertor,un ropón, una colcha y encima le regalo este cojín y un peine”, así que yo no podia estudiar y mi preocupación era que con D. Antonio habia que sabérselo todo bien siempre por lo que encontré la solución a mi problema y es que me acostumbré a levantarme a las cuatro de la mañana todos los dias y así podia estudiar tranquilo.
Con todo esto he querido dar una pequeña pasada por la forma en que nos desenvolviamos estudiando que como es lógico no se puede explicar en tan poco espacio pero las dificultades fueron muchas para todos nosotros y los habia peores que yo ya que yo trabajaba en mi casa y mi padre me permitia ciertas flexibilidades, pero otros no podian hacer eso y, estudiaban de noche, de madrugada y si habia algún huequecito en el trabajo tambien lo aprovechaban.
Espero que ahora en Jimena los estudiantes puedan disponer de una habitación más o menos aislada que les permita concentrarse sin tener que irse al campo como yo hacía algunas veces cuando era imposible estudiar en casa.
Un abrazo.
Todo aquello era un “barullo” que teniamos en nuestras cabezas y aunque algunos presumiamos de saberlo bien, la verdad es que tal como lo teniamos dentro, servía para muy poquito, quizás más que nada para que nuestros padres presumiesen diciendo…..!anda hijo dile los rios de España a este señor! Y cuando terminabas te decian….! Ahora los poliedros….! Y uno se ponia más ancho que largo, sin entender lo que habias repetido de memoria.
Nosotros estábamos acostumbrados a la plena libertad, viviamos en “El Llanito”, “En las Pozas”, “En las Roaeras”, “En las Minas”, “En los Barrancos”, “En los Manchones”, “En El Callejón Techao”, “ En el Castillo”, “En El Risco”, “En La Tosca”, “En la Peña Gorda”, “En El Tragante”, “En el Pinito”, En El Regüé”, “En la Pompa”, “En El Barrio Arriba y en El Barrio Abajo”, en definitiva todos los rincones del pueblo eran nuestros.
Fuimos los más felices del mundo, jugando con nuestras chichas, perrones, tánganas, chupapiedras, cajillones, bolindres, botones, aros, trabucos, cometas, pistolas y caballos hechos con tacos de madera que nos parecian de verdad. Otros juegos importantes eran…. “Balloy”, Las cuatro esquinas,(¿Tiene Vd. candela?….!alli frente jumea!),” A Burra”, “ Me las Estiro con Angarro”, “Allá Arribita Arribita habia una Montañita”, “ Alillo a Lillo”, “El Carro La Correa”, “ El Moro Viene”…………………………
Ese era el patrimonio de nuestra libertad que agotábamos con nuestras ropas “resurcidas”, nuestros remiendos y parches en pantalones y chaquetas, hasta que un día sin darte cuenta te llamaba la voz del trabajo y lo abandonabas todo de golpe para sin saber como aparecia el maldito cigarro en tus manos como señal de que ya eras un hombre y tus intereses habian de ser otros que te marcaban los mayores.
A nosotros, los que tuvimos la suerte de estudiar en La Academia Calasanz , abandonamos todo aquel mundo de la infancia libre para incorporarnos al estudio unos y otros al trabajo y al estudio pero de forma no traumática porque no nos pusieron el “calabozo”, “el escardillo”, ó “ el hacha” en las manos .
Nuestra vida comenzó a cambiar cuando nos pusieron delante un Atlas para comprender donde estaban nuestras regiones, nuestras capitales, nuestros rios, nuestras costas, nuestros cabos y nuestros golfos. Así empezamos a dibujar con perfecta conciencia de lo que haciamos los primeros mapas políticos y físicos de aquellos entonces.
Estaba aún muy arraigada la técnica de la repetición en los estudios, pero se nos decía que habia que comprenderlo todo y después repetirlo constantemente hasta que dejabas de olvidarlo. Así todas las asignaturas como la gramática, la literatura, la geografia, la historia, las ciencias de la naturaleza, las fuimos aprendiendo de forma paulatina y como la disciplina era constante al final se veia todo compensado con los aprobados de Junio y Septiembre.
Las matemáticas, la física y la química era lo más complicado, al menos para mi, pero como todo empezó a hacerse de forma razonada, resultó que lo que habiamos aprendido con aquellos maestros de pago, nos sirvió de mucho ya que todo nos era familiar y aquí puedo poner como ejemplo los problemas de aligación, reglas de tres, incluso ecuaciones que yo solía hacer en la escuela de Cristóbal Prieto.
Teniamos problemas con el Latín porque el primer curso nos lo daban los maestros pero después ellos no estaban preparados lo suficiente como para impartir las clases, así que comenzaron a darnos las clases primero D. Manuel Alegre y después el otro cura D. Mariano Foxela, pero tambien lo “encarruchamos” bien con aquellas enormes traducciones de las Guerras de las Galias que tanto llegaron a gustarme al final.
El tema de la Educación Física fue peor, porque cuando íbamos a Algeciras había que saber saltar el “Plinto”, “el Potro”, “ salto de altura”, “salto de longitud” y en Jimena no teniamos ni potro, ni plinton ni nada de nada por lo que nos íbamos al patio de la iglesia de arriba y sacábamos unos pupitres de los de antes ( mesa y sillas unidas) y lo saltábamos como galgos volando y más de uno se dobló una pierna y se lastimó un brazo, también un carpintero nos hizo un “altímetro” rudimentario que nos sirvió de mucho porque pudimos ir aprendiendo y después resultaba muy facil hacerlo en el “paraninfo” del Instituto de Algeciras.
Jimena cara al exterior era un pueblo bastante tranquilo, pero queridos amigos para estudiar no lo era absolutamente para nada, entre otras cosas porque nuestras casas antiguas no reunian ningún tipo de requisito de comodidad y no disponiamos de mesas individuales ni despachos para el estudio, así que estudiábamos donde podiamos porque además por la calle pasaban constantemente gritando el pescadero, los caleros, los esteponeños, los afilaores, los ajeros, los que vendian lebrillos y tinajas, etc etc etc etc.
Recuerdo que los que mas me martirizaban eran aquellos que venian vendiendo mantas en un camión con su megafonia y se tiraban toda la mañana debajo de mi balcón gritando como locos aquello de …….” Le hago un lote por mil pesetas y le pongo…. Una manta, otra manta, un cobertor, otro cobertor,un ropón, una colcha y encima le regalo este cojín y un peine”, así que yo no podia estudiar y mi preocupación era que con D. Antonio habia que sabérselo todo bien siempre por lo que encontré la solución a mi problema y es que me acostumbré a levantarme a las cuatro de la mañana todos los dias y así podia estudiar tranquilo.
Con todo esto he querido dar una pequeña pasada por la forma en que nos desenvolviamos estudiando que como es lógico no se puede explicar en tan poco espacio pero las dificultades fueron muchas para todos nosotros y los habia peores que yo ya que yo trabajaba en mi casa y mi padre me permitia ciertas flexibilidades, pero otros no podian hacer eso y, estudiaban de noche, de madrugada y si habia algún huequecito en el trabajo tambien lo aprovechaban.
Espero que ahora en Jimena los estudiantes puedan disponer de una habitación más o menos aislada que les permita concentrarse sin tener que irse al campo como yo hacía algunas veces cuando era imposible estudiar en casa.
Un abrazo.
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