Hace aproximadamente unos 20 años estuve visitando la comarca de “Las Hurdes” y “Rio Malo de Arriba” era un pequeño pueblo semi abandonado, en el que quedaban sólo tres familias, con un modo de vida mucho más atrasado aún que el que a mi me tocó vivir en Jimena de la Frontera y quizás por mi forma de ser, se identificaron conmigo aquellas personas, sobre todo cuando lo primero que hice fue guardar mi cámara de fotos en señal de respeto, mientras un hombre con una mala tijera de cocina estaba esquilando unas ovejas, para después poder vender la lana y coger algo de dinero para ayudarse a subsistir.
Las fotos con mi vieja cámara “Nerasport” hubiesen sido preciosas pues la escena se realizaba en la puerta de la casa y por la techumbre de brezo y matas salia al exterior el humo de una candela de leña con la que guisaban en el interior.
Ayer tarde estuve con Yeya y mi nieto Carlos en La Barca Moreno, cuando al ver a mi cuñado Manolo realizando la faena de esquilar a sus ovejas no pude evitar acordarme de aquellas escenas de Rio Malo de Arriba y de otras cosas importantes para nuestro vivir en nuestro querido pueblo cuando yo andaba recien “destetado” de la lata de leche condensada “La Lechera”. ( fui el último de la camada y esa fue mi alimentación primera).
Como anécdota os digo que mi hermana Isabel, que sólo contaba 12 años, cuando yo tenia tan sólo tres dias, al no parar de llorar porque mi madre no tenia leche y estaba enferma, me hizo una taza de “Hierba Luisa” con galletas migadas y con paciencia me la suministró hasta que me quedé totalmente dormido, pero mi sueño según dicen duró dos días y hasta llamaron al médico que dijo…. dejarle dormir y a ver… que es lo que pasa y gracias al Supreno no sucedió nada más que mi estómago se hizo muy grande.
Me contaban mis padres, que cuando se casaron iban a comprar su colchón de “vegetal” ( aquello eran como unas trenzas de cuerdas como de cáñamo fino que se “esparpajaban” ), pero que nuestra tia Maria la de Fajardo les dijo que no lo comprasen y élla ( que vivía bastante bien) les regaló como “dona” un colchón de lana de ovejas para que pudiesen dormir como los “ricos”.
Afortunados fueron mis padres, porque los demás colchones de mi casa durante mucho tiempo fueron de “vegetal” unos, de “rastrojos otros” y después poco a poco se fueron cambiando por los tan deseados de lana de ovejas.
En nuestros tiempos de infancia, el tener un colchón de lana, era sinónimo de un mejor vivir, porque la lana se cotizaba bien cara en comparación con los jornales tan bajos que percibian los trabajadores del campo.
Inventos de progreso para el buen dormir, fueron llegando poco a poco muchos y, así aparecieron los colchones de “borra” que era una especie de tejido a medio terminar con lo que se hacian las hombreras de los abrigos .
Apereció otra cosa nueva que tampoco dio mucho resultado y era “la lana corcho”, una especie de corcho muy fino que los vendian en las tiendas del pueblo y hasta las almohadas ( almojá) eran de estas virutas de corcho que se apelmazaban y no podias dormir ni mover el cuello bien.
El somier siempre era el mismo con aquellos alambres que se viciaban y hasta se rompían los tensores cuando saltábamos en la cama como si fuesen las camas elásticas de hoy en dia. Si, tengo que decir algo a favor y, es que los “catres” y los “cabeceros” eran fuertes y muy bonitos con aquellas barras y “pirindolas” de metal que por “tres perras y media” fueron a parar a las chatarrerias y anticuarios que se pusieron las botas ya que muchas de las camas de nuestros padres y abuelos, están expuestas en los museos etnográficos de otras ciudades distintas a nuestro pueblo con referencias de legitimidad falsa.
El colchón de lana tenia su trabajo ya que todos los años había que lavar la funda de “muselina” y las mujeres llevaban la lana a los distintos lugares para lavarla y como el agua escaseaba en las casas había que ir a los rios como La Peña Gorda donde yo fui algunas veces con mis hermanas y recuerdo que una vez lavada la ponían a secar sobre los “chinorros” que había en las orillas , aunque otras veces este menester se hacia en las fuentes como El Chorrito Curro Pérez, La Teja , El Regüé y otras veces hasta en Garcia Bravo ( que entonces llevaba bastante agua).
La lana recogida a medio secar se metia en unos grandes paños cuyos cuatro picos se amarraban y se la ponian las mujeres sobre la cabeza directamente o encima de la “panera”. En la casa se dejaba a “orear” en el cemento del patio y que le diese el sol, recogiéndose por la noche hasta que se decía… a partir de hoy hay que “esparpajar” la lana y cada vez que habia un rato libre y por las noches todos ayudábamos a aquel trabajo de ir abriendo la lana para que quedase mullida y el colchón resultase una delicia, al menos los primeros dias y otra cosa…. Una cama de lana no la hacia cualquiera pues las mujeres se liaban a tortazos y a emparejar para que quedasen perfectas una vez vestida con la colcha.
Era triste en las casas cuando moría un familiar directo como sucedió con mi abuela Isabel a la edad de 97 años y mis hermanas fueron al rio a lavar la lana, mi madre pintó la cama y me la prepararon a mi ya que yo dormia junto con mi hermano Triani y así pude dormir sólo, pero claro las primeras noches me costaba mucho coger el sueño, porque recordaba a mi abuela a la que quise con locura, hasta que poco a poco me acostumbré.
Toda esta cultura de los colchones de vegetal, “rastrojos”,”lana corcho” y “Lana de Ovejas”, junto con los somier de alambres y nuestras bonitas camas, se fueron al “garete” con la aparición progresiva de los nuevos colchones que también al principio necesitaban unas tablas que hacían los carpinteros porque decian que era bueno para la espalda y hoy en dia los tenemos con una cara para el invierno y la otra para el verano, siendo además muchos articulados para adaptarlos al cuerpo.
Esta vez la reflexión y asociación de ideas, nos ha llevado bastante lejos pero quizás hayamos conseguido recordar a algunos aquella época de colchones distintos y a otros hacerles saber que la vida no ha sido siempre igual, aunque la canción diga lo contrario.
Un abrazo.
1 comentario:
Hola papá,
ahora tenemos los colchones de muelles, de latex, los viscoelásticos, los futones, de aire, de agua, de espuma... y dentro de cada uno con diferentes resistencias y densidades.
Desde luego tenemos donde elegir...
Un besito,
Belén
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