jueves, noviembre 26, 2009

UN RATO EN FRIGILIANA MIERCOLEANDO.










Desde que nos jubilamos Yeya y yo, establecimos que nuestro día de descanso sería el Miércoles porque los sábados y domingos son bastante aburrido y de paso lo compartimos ( cuando se puede) con otra familia que son "miercoleros" de nacimiento.
En realidad decidimos ir a Frigiliana porque es un pueblo muy bonito y además teniamos necesidad de ver unas terrazas con la finalidad de construirnos una a imagen y semejanza que después de todo no nos convenció mucho la idea pero si conseguimos traernos el diseño de un cuarto de baño de caballero que vimos de tipo "virtual"... yo diría que es un cuarto de baño ... que después no está, y .... los visitantes se dan cuenta que se mearon en el suelo ( por eso era virtual).
La verdad que merece la pena recorrer lar calles, sus tiendas de productos típicos como el vinillo, la miel de caña, los panes de higo, las pasas y su artesanía local muy especializada sobre todo la cerámica es preciosa.
Para comer yo os recomiendo que vayais al Restaurante La Bodeguilla por ser uno de los más antiguos de Frigiliana. Lo más típico de allí son las migas pero tienen una carta bastante amplia con carne en adobo, choto en salsa de almendras, chuletillas de corderos etc etc etc pero siempre el plato principal son las migas.
El restaurante lo lleva Rosario con sus cuatro hijas y lo mejor para mi fue el plato de degustación que lleva las migas, un huevo frito, chorizo y morcilla, pisto, patatas a lo pobre, carne en adobo y choto o cabrito en salsa.
La calidad precio es bastante buena pues los productos son naturales sin "truco ni cartón" y el vinillo típico de la zona hace que todo sepa aún mejor.
Lo más sorprendente del restaurante es que tienen un "San Antonio" con las palmatorias encendidas que si le restriegas el décimo de loteria que venden allí para Navidades seguro que toca. Esto os diré si es verdad después del día 22 de Diciembre.

Os dejo unas fotos para que os animeis a daros un paseito por Frigiliana pues no está muy lejos y la verdad es que merce la pena.
Un abrazo.

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