jueves, diciembre 10, 2009

EXTRAÑO SUEÑO DE MIERCOLERO.



Ayer fue una jornada miercolera muy distinta de las demás porque antes de iniciar la jornada propiamente dicha como festiva, había que hacer un montonazo de cosas que una vez terminadas nos permitió vernos en Torreguadiaro como siempre.

Tras los saludos de rigor sacamos unos trozos de “buche morcillero jimenato”, la morcilla, los piquitos y nos bebimos unas cero cero de esas que ahora están tan de moda y a la que nos hemos acostumbrado casi sin darnos cuenta.

Del tirón, por la gracia de nuestras esposas, nos fuimos para Marbella y allí con unos amigos nos fuimos a un estupendo restaurante de “pescaitos” donde “ al aire libre”( tendríamos sofocones) degustamos lo propio de la zona. Después ya en el centro nos tomamos el cafelito sin piñonate porque la maza que había allí era toda del tipo “donus” y los mas listos se pidieron un creps con chocolate y por mucho que mirábamos no nos dijeron…¿ quereis probarlo…?.

Como somos de “peñón fijo” habia que ir a La Cañada y me pareció ver la oportunidad de que con mi amigo Pepe podría encontrar una guitarra que me quiero comprar, pero resulta que allí no hay ese tipo de tiendas que yo buscaba por lo que cansados de buscar encontramos por fin a nuestras esposas y decidimos ir al “Coffy” que es una cafeteria tipo inglesa y en la que otro tiempo nuestros amigos miercoleros trabajaron allí cuando pertenecían al proletariado asalariado.

En el Coffy recordaron aquellos bonitos momentos de sus vidas de más jóvenes y hasta tuvieron la suerte de reconocer al que estaba detrás de la barra y a unos ingleses rubios que por lo visto eran los nuevos propietarios del local y con los que charlaron un buen rato. Todo esto debió pegarle “ un chinazo” a mi subconsciente que cuando por la noche me quedé transportado al mundo de los soñadores no pude evitar un sueño absurdo, extraño y hasta un poquito “amariconao”:

El amplio salón del Hotel Reina Cristina estaba al completo de comensales en mesas con sus preciosos manteles rosas, cubiertos de plata reluciente, servilletas enrolladas en las copas y en las sillas ingleses e inglesas de mediana edad, todos rubios y coloraditos como salmonetes.
El ambiente era muy clásico del tipo inglés y allí que me veo yo ataviado con mi frac, mi camisa blanca y mi pajarita rosa. Por lo visto era soltero con unos 45 años aproximadamente y me movía como pez en el agua dentro de aquel ambiente tan típico del mundo inglés.

Me senté en una mesa donde dos rubias de mediana edad estaban sentadas y con las que yo en español y ellas medio “champurrado” comenzamos a dialogar y a beber champán y a degustar unas ensaladas con muchísimo pepino a pesar de que nunca he sido capaz de comer esa hortaliza.

La rubia que estaba cerca de mi, comenzó a hacerme carantoñas por debajo de la mesa y sentí poco a poco como el vino rosado se me iba subiendo por todo el cuerpo. Aquella tía siguió haciendo incursiones extrañas y yo entre el vino y las ensaladas le seguí el juego hasta llegar a creerme que estaba enamorado de la inglesita pasadita de años.

Aquello no podía ya continuar allí, donde los invitados hablaban y hablaban y nos echaban miraditas malintencionadas, por lo que nos levantamos y la preciosa señorita ya tenía una habitación reservada. Entramos en la habitación y con el calor del enamoramiento no me percaté de nada hasta que se le cae la peluca al suelo y se trataba de uno de los ingleses que por la tarde había estado charlando con mis amigos miercoleros. ¡ Se me cayeron los palos del sombrajo!...! ¡aquello era un tío inglés… pero en definitiva un tío macho!. Salí corriendo y me senté en la mesa donde la otra señorita se me pegó a mi lado y me dijo…. ¡ ahora me toca a mi…..!. De un tirón le arranqué la peluca y las patillas …! era otro tío ¡. Fui de mesa en mesa arrancando pelucas a todo “quisqui” comprobando que aquello era un nido de mariposones ingleses que me perseguían como fieras…. Hasta que me desperté con un agobio que todavía me dura.

Queridos miercoleros de aquí en adelante podemos ir donde querais pero por favor al Coffy nunca más porque vuestra nostalgia me infundió un mal sueño del que menos mal que desperté.

Esto de los sueños es algo que sucede involuntariamente y no todo el mundo los cuenta porque les atribuyen relación con la realidad pero nada de eso tiene que ver conmigo que ya lo considero olvidado aunque a vosotros os haya hecho sonreir en determinados momentos en los que el trance malo fue para mi porque miercolear no significa otra cosa que disfrutar del día de descanso semanal.

Un abrazo.

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