En cuanto asomé al mundo cognitivo , incorporé a mi vivencia familiar y los sentía como algo mío, a mis tíos y dos primas “Los Hormigo” que tenían su casa en la calle Santa Ana, pero que cuando venían del campo, la primera visita era a mi casa, porque allí estaba con nosotros nuestra abuela Isabel Merino y porque mi madre era un pedazo de pan y quería muchísimo a su hermana Isabel, su cuñado José Hormigo y sus dos sobrinas Pepa e Isabel y a mi padre con sus voces de “orellanejo” le pasaba otro tanto igual.
Mi tío José Hormigo, había sido arriero, creo que con Luis Cano pero yo le recuerdo realmente cuando tenía arrendada la Huerta El Arrayán a los Castillas. Era un hombre de poco hablar, como era característica de las personas de campo en aquella época, pues además padecía sordera, pero para mi era un “tio” extraordinario que a su forma me quería con locuras, lo que no sucedía con mi propia tía Isabel, que aunque me quisiese, era mas seca y me regañaba con mas frecuencia.
La casa que tenían en la calle Santa Ana, me trae unos recuerdos inolvidables mas que nada por lo bien que me lo pasaba allí con ellos y por el olor tan agradable a membrillos, pimientos, cebollas, patatas, tomates, rábanos, melones, sandías que traían de la huerta y esparcían por el suelo
o en espuertas en el saloncito de entrada a la casa, donde venian los clientes a comprar aquellos maravillosos tesoros del campo y mi tía o mis primas pesaban con aquella romanita pequeña que también usaban los “caleros”. La “carga” como decían ellos, la traian de la huerta una vez por semana y se quedaban un par de días hasta que lo vendían todo y una vez hecho los mandados con las cosas que precisaban, se marchaban con aquellos burros negros “tan flojísimos” que siempre tenia mi tío José.
Yo cuando no tenía colegio, si venía mi tío Hormigo ó mi tía Isabel, me iba con ellos a la Huerta del Arrayán y como es lógico lo hacíamos andando, detrás de aquel flojenque burro negro y si nos cansábamos pues nos montábamos y así se pasaba el camino.
Salíamos de la cuadra de casa de mis tios, pasábamos por la puerta del “tio Pipí” hacia la vereda de “Las Pitas”, dejando a la derecha el Arroyo del “Tío Minino” y desde lo alto ya se veía el “Puente de los Cuatro Ojos”, hasta que andábamos muy cerquita de él, subíamos por la vereda del Puerto de la Autora, dejándo a un lado El Huerto de Jiménez el Tuerto, hasta llegar arriba del todo y seguir por aquella Cañada tan ancha llenita de olivos ( que después se apoderaron de ella los terratenientes con sus alambradas) y al bajar la Cañada nos encontrábamos en aquella curva pronunciada, donde habia un pilar de chorros de agua, que servia para refrescarnos y beber aquel agua tan buena, con cuidado de no coger sanguijuelas para lo que bebiamos con las manos . Después continuabamos por el filo de la carretera y a la altura de San Pablo, comenzábamos a subir cuestas muy empinadas hasta remontar por encima del túnel del Corchado, siguiendo por aquella vereda estrecha entre matorral y alcornoques hasta que por fin aparecían ante nuestra vista las chozas de Dolores y sus hijos “ Los Pulgas” , su yerno “El Pincho”y la de nuestro tío Juan “El Chiquitito” que también andaba siempre por allí. Atravesadas las chozas y saludados a los que estaban allí, ya nos habían oido Sultán y Piruli que venían corriendo a vernos moviendo sus fuertes rabos ( Sultan era marrón oscuro con rayas claras en la frente y Piruli era mas claro y menos agresivo), abríamos las angarillas, pasando por la veredita entre mandarinos y membrillos hasta llegar a un rellano empedrado junto a la alberca y a la puerta de entrada a la casa.
No os podeis imaginar lo feliz que me sentia yo entre mis tios y mi prima Isabel la Hormiguita ya que Pepa estaba casi siempre en Jimena con nosotros y vivía en nuestra casa. Me pasaba todo el día con mi tio detrás de él como un perrito faldero, buscábamos gusanos y poniamos las trampas porque él me ayudaba siempre y cuando con el burro se ponía a arar, acudian muchos pájaros y disfrutaba conmigo una barbaridad colocando las perchas en el arado cogiendo pipitas y agachadizas. Recuerdo lo que hacía con los altramuces, pues me decía…. vente conmigo que vamos a endulzar los altramuces y cogiendo a cuestas el saco, nos salíamos de la huerta hasta el arroyo y allí cogia una cuerda y amarraba el saco de altramuces por la boca y lo lanzaba al agua hasta que a los cuatro o cinco días volvíamos y nos lo llevábamos a la casa donde se echaban en lebrillos, sacábamos unos poquitos, les poniamos sal y a comerlos que estaban estupendos y los demás los vendian en Jimena. Quiero recordar que una vez se les olvidó que estaban en el arroyo y cuando fueron se habían nacido todos los altramuces y no pudieron aprovecharlos.
Mi tía y prima hacián el pan y mi tio caldeaba el horno estupendamente y después con un palo largo en cuya punta había un trapo limpiaba muy bien el interior, donde se depositaban los panes que asentaditos y todo duraban más de una semana y que a mi me sabían buenísimos. Yo no paraba ni un solo momento, buscando cigarrones, poniendo trampas, comiendo naranjas, mandarinas, membrillos, murtas, madroños y buscando nidales de las gallinas que ponían entre los zarzales y hasta una vez con mi tío cogimos unos hongos grandísimos que mi tía los asó en la hornilla y estaban estupendos. También fui unas cuantas de veces a ver los hornos de carbón que hacían los “Mirreros”, “ Los Pulgas” y “ Los Pinchos” por encima de la huerta y yo me quedaba extasiado viendo como los hornos echaban humo y una vez estuve casi toda la mañana viendo como lo hacían y lo cubrían de tierra, son experiencias que no se olvidan nunca.
Cuando dejaron El Arrayán, volvieron a arrendar otra finca llamada “ Dorado”, pero yo era mayor, estaba estudiando y trabajando por lo que a ese campo no fui nunca y mis primas estaban ya casadas creo yo porque fue cuando le arreglé a mi tio los papeles de la jubilación porque se presentaron problemas como sucedía antes con los más débiles, pero gracias a Dios que pude resolverlo porque entré a trabajar en el Sindicato de Jimena y sólo sucedió que estaban traspapelados los documentos y hubo que sacar una partida de nacimiento con la firma de dos personas mayores porque por lo visto se había quemado su partida de nacimiento cuando la Guerra Civil.
Mi prima Isabel, se llevó a mis tíos a Barcelona, donde falleció mi tía y después mi tio José se vino con Pepa a Algeciras con la que estuvo algún tiempo hasta que falleció. En Algeciras le visité unas cuantas de veces y también en el hospital. Las relaciones con mi prima Pepa, se han distanciado no porque haya pasado nada sino porque ahora se vive así de otra forma distinta a la de antes y los lazos familiares se aflojan sin saber uno porqué, pero yo guardo todo lo bueno que vivimos dentro de mi corazón para que no se me olvide jamás y por eso lo estoy recordando hoy con la pureza de una gran sinceridad y porque a mi madre estoy seguro que le hubiese gustado el que a mis primas les contase estas cosas tal como las sentiamos entonces.
Mi prima Isabel vive en Barcelona casada con Antonio Montero y Pepa está en Algeciras con Andrés Pérez (Farrabú). Lo que son las cosas de la vida, a Pepa hace años que no la veo a pesar del cariño que siempre le he tenido porque era como mi hermana mayor y con mi prima Isabel La Hormiguita, ( como decía mi padre) he hablado varias veces por teléfono pues por circunstancias especiales el destino ha intentado llevarnos antes de tiempo pero gracias a Dios todo ha pasado y ambos estamos bién al igual que Antonio que ya lo tiene olvidado desde hace años.
Creo que mi prima Isabel estará de acuerdo conmigo en que aquellos años de infancia y juventud fueron tan hermosos que la huella dejada en nuestros corazones no se borrará jamás y permanecerá dentro de nosotros hasta que algún día estemos todos allá arriba en la tranquilidad eterna.
Fueron tantas veces las que me fui con mis tíos a la Huerta del Arrayán que podría estar escribiendo días enteros sin terminar de contar cosas bonitas de mis tios y mis primas por ejemplo mi estancia con ellos era porque éramos una familia de verdad y yo me sentia allí como en mi propia casa y otro tanto les debía suceder a Isabel y Pepa cuando venian a mi casa.
Recuerdo que unos días antes de Navidad vino mi tio Hormigo con el burro a Jimena y le dice a mi madre.. Frasquita…. Prepara al niño para que se venga a pasar la Nochebuena y estos días con nosotros y empecé a dar saltos de alegría hasta que mi padre dijo……bueno… pues que se vaya con los tíos e inmediatamente me preparó mi madre una bolsa con camisas, pantalones y una ceriana, además de dos cajas de zapatos llenas de polvorones, borrachones, mantecados y algunas cosillas más de chacina. Salí contentísimo de la mano de mi tío y fueron una de las Navidades más bonitas de mi vida porque aunque no teníamos luz eléctrica, se ponía el quinqué en el centro de la mesa y en la pared sobre unos soportes de madera había otros que daban bastante luz, mi prima y mi tía sacaban los polvorones y tortas que habían hecho ellas, poniendo en el centro un Loro de Cristal lleno de menta y una botella de anís por lo que todas las noches, se venían el Pincho con su mujer Isabel y los Pulgas que aportaban una zambomba y sonajas y, nos poniamos a cantar una canción detrás de otra( La Virgen va caminando, Y beben… y beben y vuelven a beber, en el Portal de Belén hay un nido de ratones…) hasta que me entraba sueño y me llevaban a dormir en un colchón improvisado del algodón recolectado y al que a ratos le quitábamos la semilla negra y lo esparpajábamos para venderlo después.
Alguna que otra vez estuvimos más acompañados porque en la casita de arriba vivia el guarda de los Castillas que era Bernabé Villanueva con su mujer Gabriela y tenían un niño pequeño que se llamaba Dieguito. Bernabé era cazador y yo veía como recargaba los cartuchos de la escopeta y una vez mató un arrendajo que me regaló y nos lo comimos en el puchero que hizo mi tía junto con otros pajaritos que yo había cogido con las trampas.
Una de las cosas que más me gustaba era cuando por las tardes iba con mi tio a poner los cepos para coger conejos y me quedaba atontado de ver lo bien que removía aquella tierra negra, ponía el cepo, después colocaba las cagarrutas otra vez encima y con una rama de lentisco lo limpiaba todo para que los conejos no extrañasen nada pero nunca me levantó por la mañana para verlos cogido porque decía que era muy temprano para levantarme a mi.
Una vez fui a la Huerta del Arrayán sólo con mi madre andando desde Jimena porque creo que mi tía no estaba bien. El camino fue muy largo, pero antes se andaba lo que fuese sin ningún problema y cuando llegamos a San Pablo, seguimos por la via del tren y al llegar al túnel, mi madre cortó dos palitos y me entregó uno para que lo fuese restregando sobre la pared sin despegarme pero pasó un tren con la suerte de que nos cogió en un hueco que había y nos metimos allí dentro no pasando nada, sólo el miedo que yo sentí pero mi madre era muy valiente y no le preocupó aquello. Cuando salidos del túnel fuimos a la casilla de los padres de Antonio Montero a saludarlos y los recuerdo perfectamente a ellos y todos sus hijos, sobre todo a Ana y Maria la mas pequeña que era mas o menos de mi edad y coincidimos algunas veces en la huerta.
Respecto a mi prima Pepa, estaba casi siempre con nosotros en Jimena porque tenía su novio que era Andrés Pérez, asi que yo la queria como a una hermana más y al ser yo al principio tan pequeño ella me lavaba casi todos los días y se metía mucho conmigo, fijaros si yo era pequeño que me decían… ¿ como guiña Pepá a Andrés…? Y hacía mis monerías con las que se reian mucho.
Conforme nos hicimos mayor, todo fue cambiando en el ámbito familiar, pero quedan estos recuerdos que cada vez que queramos podemos desgranar con sentimiento de alegría y nada de tristezas porque la vida es un ir y devenir constante al que no se le puede poner freno alguno.
Un abrazo muy fuerte a todos. Francisco Jiménez Jiménez.
5 comentarios:
Mira por donde haces referencia a una familia la cual conocia,"Bernabe, Grabiela y su hijo Diego, el cual creo que es municipal en Jimena, no se si conocias la casa donde vivia en san pablo, pero justo al lado vivi yo, de paso te dire que a mi abuelo Antonio en Jimena le apodaban "el golondrina" era arriero,te comento esto por si me puedes contar algo que escucharas por el pueblo de el en aquellos tiempos tan dificiles que le toco de vivir. Se que tengo familia en Jimena de apellido "Linares". GRACIAS. uno de San pablo.
Hola!
Me ha llamado la atencíon tu blog ya que más que nada por ocio decidí "googlearme" y puse mi nombre Isabel Hormigo y encontré tu sitio, así me llamo y debo decirte que mi apellido es bastante raro en México (soy mexicana) y aunque sé que en España hay más Hormigos aun no he conocido a ninguno. Un saludo y ojalá y podamos entablar el contacto ya que a lo mejor somos familia. Saludos, Isabel
Isabel Hormigo: Resulta extraño pero tengo una prima hermana que se llama así. El apellido hormigo es muy corriente en Jimena de la Frontera( Cádiz- España) y todos están relacionados entre sí. Pienso que nada tienen que ver con el tuyo pero quizás desciendas de estos hormigos de mi pueblo como te he citado.
Mi blog ya lo conoces http:// rflx-s.blogspot.com . Bastante lejos estás Isabel Hormigo. Mis saludos.
Mi apellido tambien es Hormigo vivo en un pueblo de la provincia de Sevilla PUEBLA DE CAZALLA y el apellido Hormigo es bastante conocido en el pueblo y todos for
mamos parte de la misma familia los hormiguitos
Hola, hay mas Hormigos de lo que parece, yo soy de Los Yebenes, en la provincia de Toledo, pero esta rama del apellido que en mi caso es en plural, viene del pueblo tambien de Toledo que se llama El Carpio de Tajo, de mi familia quedamos algunos en Los Yebenes y muchos otros estan repartidos por Alcazar de San Juan, Mayorca, Alicante y Asturias.
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