VALDERAS XVI
Valderas XVI
El vicepresidente ya ha decidido dejar el cargo de coordinador regional de IU, y el malagueño José Antonio Castro es quien más opciones tiene y, con él, el riesgo de bicefalia es menor.
Juan M. Marqués Perales | Actualizado 17.02.2013 - 07:51
DESDE que el PCE fuera legalizado el Sábado Santo de 1977, los comunistas han mantenido sorprendentes coincidencias con la Iglesia. Benedicto XVI deja el Vaticano, cansado por el paso por el tiempo, pero hastiado de las batallas balcánicas entre la curia y la facción italiana, y ha convertido su dimisión en un mensaje, de ahí que el cardenal Amigo Vallejo asegurase que este Papa "no da puntada sin hilo". La dimisión es el mensaje: cambiad un poco, hijos míos, ha venido a aconsejar el que dentro de poco volverá a ser el cardenal Ratzinger. Muy lejos de Roma y en las antípodas religiosas, aunque cerca de El Rocío, el vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, ha decidido que no volverá a ser el coordinador andaluz de Izquierda Unida. Cierto es que, para ello, hubiera sido necesario modificar las reglas de su formación, ya que lleva un mandato de prórroga, pero como mantienen en los partidos los estatutos están para eso, "para cambiarlos".
Valderas no es que haya seguido los pasos de Benedicto XVI; de hecho, su postura estaba casi decantada a principios de este año, pero le faltaba alguien en quien confiar para pedir el apoyo de los suyos para esa persona, que no era otra que José Antonio Castro, portavoz de IU, joven, de 1974, nacido en Sevilla, pero parlamentario por Málaga. Un tipo serio, buen parlamentario, y con esos ramalazos de la izquierda más joven de IU, que le llevan un día, por ejemplo, a ir al Parlamento con la camiseta de la selección española de fútbol, pero con la bandera republicana, y otro, replicar al ministro Montoro que se "meta el déficit por donde estime".
Posiblemente, Valderas nunca se atreverá a señalar a su preferido, porque IU es una formación muy extraña, tan rara que tiene hasta tres siglas y se puede militar desde diversos partidos, aunque el PCE sigue siendo hegemónico. Aunque en el seno de IU hay dirigentes locales a los que no les gusta participar en el Gobierno de coalición en Andalucía, lo cierto es que la formación no para de subir en los sondeos electorales, acercándose a un ansiado 20%. El actual consejero de Turismo, Rafael Rodríguez, uno de los tres andaluces que se opuso a la estrategia de la pinza con el PP en contra de Chaves -los otros dos fueron el propio Valderas y Juan Vicente Acuña-, lo ha comentado en varias ocasiones: todos los partidos tienen vocación de ganar elecciones. En Andalucía, como en el resto de España, es improbable un sorpasso a la italiana, pero es cierto que buena parte del voto progresista y de izquierda comienza a ver al PSOE como un partido oficialista que no acierta a dar respuesta a una indignación que ya ha sobrepasado los límites del 15-M.
IU, a pesar de subir en los sondeos, no es que sea del establishment, pero su imagen es -digámoslo así- aún polvorienta, antigua, unas siglas marcadas por cierta gerontocracia comunista, de ahí que Valderas crea que es hora de renovar su formación en Andalucía. Valderas y otros, claro, incluso sus antagonistas. El objetivo es bien claro: alguna formación se debe llevar el voto de los descontentos, y la primera prueba vendrá con las elecciones municipales del año 2015. Descartada la operación Llamazares, en IU ni piensan en ninguna operación de unión con el PSOE. Sólo Rosa Aguilar saltó la línea.
La salida de Valderas de la cúpula de su partido abre un problema de bicefalia, entre él y quien salga elegido del cónclave. Si es José Antonio Castro los problemas serán menores, pero, con el paso, surgirán. Castro es sincero, y ligero de verbo, y aún resuenan sus declaraciones de Cádiz cuando afirmó que el Pacto por Andalucía "necesita menos Griñán menos Zoido y menos Valderas". Ea, y hasta es verdad, que si ese pacto llega a algún fin será porque consiguen agrupar a distintos agrupaciones sociales, todas ellas muy recelosas ya de las invitaciones de la administración.
Por eso, IU, y sus tres consejeros del Gobierno -Valderas, Rodríguez y Elena Cortés- asistirán a la marcha de protesta que quiere ser la manifestación del 28-F. Hasta tal punto, que la habitual entrega de medallas de Andalucía, que se suele celebrar en el teatro de la Maestranza al mediodía, se ha trasladado a la 13:00. Para eso, para que a los consejeros manifestantes les dé tiempo de acicalarse y llegar al acto institucional. "Arreglaos, pero informá", que diría Martirio.
Valderas no es que haya seguido los pasos de Benedicto XVI; de hecho, su postura estaba casi decantada a principios de este año, pero le faltaba alguien en quien confiar para pedir el apoyo de los suyos para esa persona, que no era otra que José Antonio Castro, portavoz de IU, joven, de 1974, nacido en Sevilla, pero parlamentario por Málaga. Un tipo serio, buen parlamentario, y con esos ramalazos de la izquierda más joven de IU, que le llevan un día, por ejemplo, a ir al Parlamento con la camiseta de la selección española de fútbol, pero con la bandera republicana, y otro, replicar al ministro Montoro que se "meta el déficit por donde estime".
Posiblemente, Valderas nunca se atreverá a señalar a su preferido, porque IU es una formación muy extraña, tan rara que tiene hasta tres siglas y se puede militar desde diversos partidos, aunque el PCE sigue siendo hegemónico. Aunque en el seno de IU hay dirigentes locales a los que no les gusta participar en el Gobierno de coalición en Andalucía, lo cierto es que la formación no para de subir en los sondeos electorales, acercándose a un ansiado 20%. El actual consejero de Turismo, Rafael Rodríguez, uno de los tres andaluces que se opuso a la estrategia de la pinza con el PP en contra de Chaves -los otros dos fueron el propio Valderas y Juan Vicente Acuña-, lo ha comentado en varias ocasiones: todos los partidos tienen vocación de ganar elecciones. En Andalucía, como en el resto de España, es improbable un sorpasso a la italiana, pero es cierto que buena parte del voto progresista y de izquierda comienza a ver al PSOE como un partido oficialista que no acierta a dar respuesta a una indignación que ya ha sobrepasado los límites del 15-M.
IU, a pesar de subir en los sondeos, no es que sea del establishment, pero su imagen es -digámoslo así- aún polvorienta, antigua, unas siglas marcadas por cierta gerontocracia comunista, de ahí que Valderas crea que es hora de renovar su formación en Andalucía. Valderas y otros, claro, incluso sus antagonistas. El objetivo es bien claro: alguna formación se debe llevar el voto de los descontentos, y la primera prueba vendrá con las elecciones municipales del año 2015. Descartada la operación Llamazares, en IU ni piensan en ninguna operación de unión con el PSOE. Sólo Rosa Aguilar saltó la línea.
La salida de Valderas de la cúpula de su partido abre un problema de bicefalia, entre él y quien salga elegido del cónclave. Si es José Antonio Castro los problemas serán menores, pero, con el paso, surgirán. Castro es sincero, y ligero de verbo, y aún resuenan sus declaraciones de Cádiz cuando afirmó que el Pacto por Andalucía "necesita menos Griñán menos Zoido y menos Valderas". Ea, y hasta es verdad, que si ese pacto llega a algún fin será porque consiguen agrupar a distintos agrupaciones sociales, todas ellas muy recelosas ya de las invitaciones de la administración.
Por eso, IU, y sus tres consejeros del Gobierno -Valderas, Rodríguez y Elena Cortés- asistirán a la marcha de protesta que quiere ser la manifestación del 28-F. Hasta tal punto, que la habitual entrega de medallas de Andalucía, que se suele celebrar en el teatro de la Maestranza al mediodía, se ha trasladado a la 13:00. Para eso, para que a los consejeros manifestantes les dé tiempo de acicalarse y llegar al acto institucional. "Arreglaos, pero informá", que diría Martirio.
EUROPASUR
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