viernes, noviembre 23, 2007

PANORÁMICAS DESDE EL CIELO

La palabra panorámica, siempre ha sido para mí, sinónimo de grande y por eso de pequeño cuando íbamos al cine y volviamos, decíamos la película ha estado preciosa y además era en pantalla panorámica, en el sentido de que cogía toda la pared entera, en contraposición de otras películas que se reflejaban en un cuadrado bastante pequeño.

Con una cámara profesional, podemos hacer fotografías panorámicas de una calidad impresionante que cuando la estás mirando parece como si te metieses dentro de la misma fotografía y participases de la propia escena representada.

Todavía la fotografía panorámica se eleva a una categoría superior de calidad, si se realiza desde el aire a través de cualquier medio mecánico como puede ser un helicóptero o una avioneta con cámaras especiales que casi anulan el ruido fotográfico, presentando una nitidez perfecta y que casi nos hace sentirnos dioses de la representación escénica.

Hace un rato, he estado oyendo un programa de radio, en el que se ha dado entrada telefónica a todas las personas que han deseado intervenir para explicar las experiencias vividas como consecuencia de haber perdido el conocimiento durante algún tiempo.

Ha habido varios que han coincidido en relatar lo mismo, es decir que se vieron metidos en un túnel de luz blanca con una sensación de bienestar sin límite, pero algunos continuan diciendo que en este túnel vieron a la Virgen, a Jesús, sus padres y les hablaban dándole instrucciones para llevar una vida mejor, lo que a mi me suena un poco extraño porque nadie sabe como es la cara de Jesús o la Virgen y esto me hace pensar en que la subjetividad y la inventiva se prestan al adorno de la visión en si misma.

Poco a poco, he ido despreciando mentalmente a todos los que para mi “hacían aguas” pero ha comenzado a hablar un señor que me ha convencido plenamente de que lo que decía era totalmente cierto o al menos coincidia con lo que el cree que le sucedió y lo que explica es que sufrió una parada cardio-respiratoria y según los médicos su corazón permaneció unos instantes parado hasta que consiguieron reanimarle y continua diciendo… que de pronto se elevó y comenzó a ver el quirófano desde arriba, a los médicos y enfermeros que le atendian y que cuando despertó a la vida reconoció perfectamente que lo que había visto coincidia con la realidad existente en ese momento.
Yo personalmente jamás he hablado de este tema y pensé que no iba a hacerlo nunca pero estoy en mi propio medio de escritura y una vez que te decides a escribir se ha de hacer con todas las consecuencias, lo mismo que lo han hecho las personas que han intervenido radiofónicamente.

En aquellas cuatros esquinas de mi pueblo, estaban todos los chavales jugando a un juego que se llamaba “La Carreta” y que consistía en ponerse dos de pié con los brazos entrecruzados y otro metía su cabeza entre los brazos de éstos y así avanzaba la carreta y entonces los demás cogían distancia y e iban saltando sobre las espaldas del que permanecía encorvado, el último saltó con fuerza como pudo y se encaramó en lo alto de la fingida carreta, pero el que estaba abajo hizo un movimiento cruel de descarga y la criatura que estaba en todo lo alto cayó de espaldas dando con su occipital en las grandes lozas de piedra que empedraban la parte inferior de la embarrá, quedando totalmente inerte en el suelo.

El niño, se hizo hombre y nunca se atrevió a contar a nadie que él desde arriba vio como Victoriano Sánchez cogía un “pipo” de agua y lo vertía sobre aquel cuerpo sin vida y como toda aquella gente lo llevaban en alto hasta casa de Don José Montero que lo examinaba una y otra vez sin conseguir reanimarlo, por lo que se lo llevaron corriendo otra vez a su propia casa y lo pusieron en su cama, donde sus padres y hermanos se retorcian de dolor pero él seguía observándolo todo desde arriba junto al quicio de una ventana como si estuviese haciéndo fotografias panorámicas con su cámara cerebral, cuyo carrete guardó dentro de él toda una vida para revelarlo en este instante y mostrárselo a todos vosotros tal como sucedió, pues el despertar a la vida fue de lo mas agradable que se puede recordar con aquella madre abrazada al cuerpo de su hijo.

Podeis pensar que el chaval se guardó algo que no quiere contar, pero podeis estar seguro que no es así y que desde entonces considera que las fotografias panorámicas desde el cielo son las mejores que se pueden hacer.

Un fuerte abrazo.

1 comentario:

Belén Jiménez dijo...

Una historia preciosa papá. Qué habilidad tienes para llevarnos de la generalidad fría y práctica de la fotografía, a la cálida intimidad de las personas.

Un beso