viernes, noviembre 09, 2007

PRELUDIO NAVIDEÑO

Estamos en Noviembre, en las grandes superficies comerciales, están amontonados los turrones, mazapanes y otros dulces que anuncian la llegada de la Navidad.

En algunas ciudades son tan tempraneros, que ya están colocando las guirnaldas de luces anunciadoras de la festividad y todo esto es lo que me predispone a evocar nostálgicos recuerdos de aquella forma tan especial que teníamos de celebrar las Navidades en Jimena.

A finales del mes de Octubre durante un buen número de años continuados yo era uno de los que nos reuníamos todas las tardes en el taller de sastrería de Miguel Cárdenas Urbano y allí con sus hijos Manolo y Miguel , ensayábamos nuestras canciones navideñas, sin faltar ni un solo día, en medio de montones de ropa a medio confeccionar colocada encima de mesas y sillas.

Nos conocia todo el mundo por la “Comparsa del Sastre” (Hoy rondalla navideña) y nuestro director siempre fue Paco Morón, que se encargaba de dirigirnos, dar los tonos y hacer que todo funcionase bien, teniéndose en cuenta que todos éramos casi de la misma edad(10 a 12 años) y de un año para otro cada uno tocaba siempre el mismo instrumento. Recuerdo que José Heredia era el de la zambomba, Manolín creo que llevaba el “Chinesco”, Miguel un triángulo de hierro, Pepe Andrades una sonaja hecha de madera y platillos, otros llevaban las botellas de anís con cuadritos que sonaba con una moneda, yo llevaba unos platillos metálicos colgados del cuello con un cordón de material y había varias sonajas más y algún que otro instrumento y sobre todo no falta el “aguador” que llevaba una botella de agua y los carrizos de las zambombas por si se partían.

Todavía recuerdo algunas de nuestras canciones heredadas de tradición oral y otras que aprendíamos de los grupos de pastores que venían de Zambana, San Pablo, Tesorillo y algunos arreglos que hicimos poniendo letra navideña a algunos pasodobles.

Como siempre sucedía no teniamos un duro por lo que unos 15 o 20 días antes de Navidad, con nuestras canciones aprendidas, saliamos todas las noches por las calles del pueblo tocando, entrábamos en las casas y en los bares donde nos daban algúnas pesetas que ibamos guardando para los días de Navidad y para los adornos de los instrumentos .
En los días muy próximos al 24, estas visitas a las casas eran muy especiales, porque en todo el pueblo se olía a borrachones( hoy borrachuelos ó pestiños), tortas fritas, mantecados y en algunos sitios hasta piñonate y ya se veían los pavos y gallos amarrados por las patas dentro en los patios y en todas partes nos invitaban por lo que lo pasábamos estupendamente.
No existian ni el Papá Noel ni el árbol de Navidad, así que lo nuestro era preparar los nacimientos o “Portal de Belén” que se montaban en las iglesias, en los colegios y en el Frente de Juventudes. Yo que vivía cerca de éste último, iba con Antonio Muñoz, sus hijos y demás a buscar “musgo” en el monte con el que se hacía el suelo todo verde y con aquel olor tan bueno a campo, aparte de las cuevas que se hacián normalmente de corcho y leña, se le ponían las figuras y luces quedando al final preciosos.

En la iglesia de arriba, también el Belén era muy bonito y recuerdo que un año lo hicieron con papel de envolver cubierto de polvos colorados, los rios se hacían con cristales, se ponian puentes y las figuras eran muy originales.

Llegada la noche del 24, saliamos de casa del sastre con nuestros instrumentos y todos perfectamente formados bajo las órdenes de Paco, con nuestro pasacalle navideño y recorríamos el pueblo entero durante toda la noche y tanto en las casas como en los bares nos invitaban y nos aplaudian mucho y un año conseguimos, en la Iglesia de Arriba, cantar desde el coro en la Misa del Gallo, resultando el acto muy bonito.

Nadie compraba mariscos, pero aquel olor…. en nuestras calles a borrachones, mantecados…. mezclados con el de los guisos de carne de pavo ó gallo….. eso no me lo quita nadie de dentro de mi ser, como algo inolvidable.

Al igual que ahora, la Navidad tenía también el aliciente de la comida, pero de una forma muy distinta ya que no se hacían los despilfarros que cometemos pues sólo pensamos en comprar, comprar y comprar y después sobra de todo, llegando al extremo de que en esos días abres la nevera y cuando ves aquellos langostinos, la cinta de lomo, la ensaladilla, trozos de queso, restos de helados etc. etc., te dan ganas de salir corriendo, tomarte un caldito y una manzana encima ya que al final parte de todo esto termina en la basura porque es imposible de comérselo todo.

Antes, como siempre comiamos el puchero a diario y gracias a que estaba el puchero éramos felices, pues cuando llegaba la Noche Buena, estábamos fritos por meterle mano a aquel guiso de carne cuyo olor te hacía estar impaciente por meterle mano y al postre que normalmente eran natillas o arroz con leche y lo que sobraba al día siguiente seguía estando buenísimo y se consumia rápidamente. En el tema de los dulces pasaba exactamente lo mismo y como durante el año no se comía nada de dulces, llegadas estas fechas, se hacían los borrachones, mantecados, tortas fritas y como dije antes, algunas veces piñonate. Los que podían encargaban una cajita de polvorones que los vendian Los Castillas ó Don Gerardo Esquivel el del Correo y todo aquello era una gozada sobre todo para mí que de niño siempre fui muy “lambuzo”.

La Noche del 24 y la del 31, los bares estaban abiertos y la gente disfrutaba calle arriba, calle abajo cantando y dentro de los bares se sentaban las reuniones y otros muchos tenían reuniones particulares en las casas y guisaban gallinas y pavos que los comían durante la noche, asi como los dulces típcos que ya he detallado porque eso del turrón es moderno ya que en Jimena los turrones se comían sólo en las ferias.

Formaba parte del ambiente navideño, el tema de los Reyes Magos y desde este mes de Noviembre, la chiquillería estábamos con nuestras velas de mocos pegadas en los cristales de los escaparates de Pedro Núñez, Los Callejas, Miguel Ramos, Bartolo Macías y Martín Castro, pues cuando nos cansábamos de un escaparate, nos íbamos a otro y así todos los días hasta que llegaba el soñado día 6 de Enero en que te llenaban las botas de higos, pasas, caramelos y algún que otro polvorón y al lado estaba algo que casi seguro no era lo que habías pedido. Los juguetes de entonces, eran muy sencillos pero nos ilusionábamos bastante porque tampoco durante el año teníamos juguetes. Normalmente ponian aquella pistola con la culata de madera y el cañón de lata que en la parte de atrás tenía un gancho del que tirabas con fuerza de un muelle y quedaba cargada, tenía un tapón de corcho amarrado al cañón que cuando le dabas al gatillo, saltaba el muelle y el tapón salía disparado y quedaba colgado del cañón pudiendose tratar de una pistola o de una escopeta. Después vinieron los revólveres con su tambor y todo que al disparar giraba y se producia una detonación por unos triquitraques que le colocábamos. Otra serie de juguetes eran los patinetes de madera con tres ruedas y nos tirábamos por las cuestas, camiones de madera, caballos y burros de cartón, la lotería( hoy bingo) con sus cartones y fichas numeradas, coches, motos y tranvías de lata, no faltando las trompetas, tambores, pianos, xilófonos, flautas, armónicas y guitarritas para acabar con lo más sofisticado que eran los “mecanos” para construir coches y las arquitecturas de tacos de madera pintados de colores.
Como es lógico las niñas tenían sus propios juguetes como eran las muñecas, cocinitas, casitas completas y otras muchas cosas propias de ellas.
El mismo día de Reyes, el Ayuntamiento repartía los juguetes, para aquellos que no podían comprarlo y se formaba una cola impresionante de criaturitas y de gente protestando porque nunca estamos conforme con nada.

He pretendido recordar un poco aquello del ambiente navideño porque ya estamos en estas fechas y aunque sea todo distinto hay que animarse y tratar de pasarlo lo mejor posible con el atenuante de que en aquellas fechas no sabíamos que existían esas dos cosas que nos tienen tan preocupados que se llaman colesterol y äcido ürico pero como ya sabemos todos, al día siguiente nos ponemos el chándal, los tenis y a quemarlo todo.

Felicidades de corazón. Currini

4 comentarios:

Belén Jiménez dijo...

Hola Papá,

pues nos nosotros ya tenemos polvorones en casa...

Arturo que le encantan los ha comprado y ya los ha tomado con el desayuno varias veces... Sus preferidos son los de canela, limón y los artesanos de toda la vida..

así que nosotros ya nos estamos animando con la Navidad, los adornos todavía no los hemos sacado, pero ya queda poco...

Esta semana en el trabajo sí hemos empezado a comentar el posible sitio para hacer la comida de navidad, esa también es una vivencia de las típicas de la navidad que nos permite conocer más a nuestros compañeros...

Un besito,

Anónimo dijo...

ya quisieran muchos de los que se denominan "periodistas" escribir como escribe usted. Saludos . Uno de San Pablo.

Anónimo dijo...

referente a los reyes magos si eras hijo de contrabandista no tenias reyes.

Currini dijo...

Tienes toda la razón del mundo los hijos de contrabandistas, matuteras ó fichados como comunistas o de izquierdas no tenían reyes. Tampoco yo tuve reyes del Ayuntamiento nunca porque mi padre tenia una tienda y un taller de zapateria pero mi madre tenía que esperar todas las mañanas a que mi padre vendiese algo para poder tener dinero para poner el puchero ese dia, y si no vendúia nada lo pedia prestado a Jacinta. Teniamos unas cuantas de gallinas y se vendian los huevos para poder comprar café de cebada y azúcar, nos podiamos comer un huevo cocido cuando estábamos enfermos.
Asi que los autónomos no tenían derecho a Seguridad Social, ni a puntos ni a nada y mucho menos a reyes del Ayuntamiento pero si recuerdo los nombres de hijos de funcionarios que los recibian con unas pagas bastante buenas. No guardo rencor, son circunstancias coyunturales de la vida que nos tocó sufrir a los más débiles.
Saludos