LA FÁBRICA DE ALUMINIO
Cuando se desató nuestra desastrosa guerra civil por causa de que la “Diosa Razón” no fue capaz de subirse a una de aquellas mesas tocineras ( que es lo que habia entonces) y pegar en élla, dos puñetazos fuertes para que todo el mundo aceptase el diálogo, la sensatez y la razón se adueñase de todos para que solidariamente se construyese un futuro fuerte para las generaciones posteriores.Todas las personas decentes y trabajadoras de los pueblos se lanzaron a una carrera imparable por el miedo, que como la pólvora, corria de unos lugares a otros, transmitido por el presentimiento cierto, de que sus vidas estaban en peligro por causa de la barbarie ideológica de la “pertinaz sequía” y todos sabeis a que me refiero, aunque también hubo respuesta negativa por parte de los adictos a la república y todo el mundo perdió los papeles de forma desenfrenada.
La historieta, un tanto simpática, que quiero contar y que de sobra la conocen muchas personas más o menos de mi edad, sucedió precisamente en ese periodo de tiempo que he detallado y que para que nos entendamos todos era la “Uía”,”Huida” ó la “Juía” aunque el resultado se conoció mucho después ya en la posguerra.
El periodo en si fue bastante penoso pero no quiero ser como esos “pesaos” de los documentales en blanco y negro que nos recuerdan constantemente aquel suceso sin querer pasar página para propio beneficio de algunos.
La gente que se tuvo que marchar, continuó su vida por distintos pueblos de la geografía española, ganándose el sustento como podía y tardaron algunos, bastantes años en poder volver al pueblo natal aunque se relacionaban por escrito con sus familiares.
Era yo pequeño, cuando un día escucho una conversación de mayores en la que se dice…. Si hombre… ese es…. el de la fábrica de aluminio….. y como yo era bastante curioso y me gustaba saber de todo, fui preguntando y familiarizándome con el tema y conocí durante mucho tiempo al propietario de la fábrica de aluminio de Jimena y es que según contaban aquel buen hombre se marchó del pueblo bastante joven y estuvo muchos años fuera en distintos pueblos de Castilla, pero un día apareció de nuevo en nuestra ciudad y, continuó haciendo la vida de antes trabajando en el campo y relacionado con su familia de siempre.
Cierto día, se bajó del tren una señora muy educada con un niño pequeñito y con su peculiar habla característica de las personas del centro de España, preguntó a la gente de la estación que donde estaba situada en Jimena de la Frontera la fábrica de Aluminio porque tenía que hablar con su propietario.
La señora ya en el pueblo explicó que aquel Sr. Había estado bastante tiempo en su pueblo y que se hicieron novios formales y que él le contaba que era propietario de una fábrica de aluminio en Jimena de la Frontera y que le estaba buscando para vivir con él como correspondía a las personas decentes. Por las referencias, la gente del pueblo pudo localizarle y ponerle en contacto con el propietario de “La Fábrica de la Ilusión” que resultó ser un sencillo y honrado trabajador de campo que se unió en matrimonio a aquella buena señora y que sus hijos fueron unos excelentes chavales de lo que puedo dar fe, porque uno de ellos era de mi edad y jugaba con nosotros.
La historia la he contado tal como circulaba por nuestras calles y la verdad es que ese hombre estuvo “sembrao” porque se le podía haber ocurrido decir que era propietario de un cortijo, de una tienda de alimentación o de cualquier cosa, pero…. De una Fábrica de Aluminio… eso no se le ocurre a cualquiera de verdad.
De ahí viene el chiste de aquel Jimenato que estaba en Francia y le dice un francés…. Mira… aquí en Francia se recolectan unas coles como una casa de grande y el Jimenato le dice pues… en Jimena tenemos una Fábrica de Alumino que fabrica unas ollas mucho más grande que una casa… a lo que contesta el Francés y …¿para que quieren en Jimena esas ollas tan grandes….? Y le volvió a contestar…. ¡ pues para cocer tus coles, cojoncito!
Bueno espero que os hayais distraido un poco con la lectura de mi verídica historieta Jimenata. Un abrazo.
1 comentario:
Una historia muy graciosa papá! y llena del encanto de las cosas recordadas con cariño...
Un abrazo,
Belén
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