Cuando yo era bien pequeño…contadas eran las familias que disponían de ese aparato de radio.. Philips, Marconi, ó Telefunke que se tenía en las casas como una verdadera joya, entre otras cosas porque era considerado como un artículo de lujo y no todo el mundo podia desprenderse del dinero que valía, porque se necesitaba solamente para subsistir, así que yo ya era bastante mayorcito cuando en mi casa se compró el primer aparato de radio Philips que lo fue pagando mi padre por “letras” y lo consiguió a través de mi tio José Herrera, que era el representante comercial de la Casa Ferrer de Algeciras.
El tener un aparato de radio en aquella época y el saber manejarlo adecuadamente, era tan complicado como adaptarnos hoy las personas mayores a las nuevas tecnologías informáticas y lo fundamento en que muchos de nuestros padres y abuelos no sabian bien leer ni escribir y se tenía un concepto de la electricidad , la telefonía y la radio casi misterioso, por lo que acercarse al viejo aparato de radio, daba hasta un poco de miedo, aunque os parezca que exagero.
Cuando trajeron la radio a mi casa… la recibimos con una alegria inmensa y como es lógico tuvo que venir Gonzalo Saavedra a ponernos un enchufe en la pared con aquel cable engomado y trenzado forrado de tela y parece que lo estoy viendo colocando primero aquella “galleta” redonda de madera clavada a la pared y después atornillaba el enchufe de “china”.
Cuando Gonzalo dijo que aquello ya funcionaba, enchufó el flamante aparato de radio y yo que me fijaba en todo, me di cuenta que primero metió la clavija de la radio en el “Voltímetro” y después, cogiendo el enchufe de este aparato lo metió en el de la pared… y nos explicó que era muy importante el “voltímetro” porque este regulaba la corriente que entraba en el receptor y si la aguja del indicador estaba en el centro es que todo iba a la perfección.
Creíamos que ya empezaríamos a oir de cantar a Antonio Molina de momento…. Y se concentró casi toda la vencidad en mi casa….pero nos decepcionó, porque sólo se oía un ruido…. ¡uuuiiiiiuuuu…..uuuuuiiiiiiuuuuu! . Todo el mundo se marchó… y Gonzalo dijo… es que no coge las “ondas sonoras” y hay que poner una antena en el tejado conectada a una toma de tierra, así que mi padre le dijo…. ¡tu eres el que mandas…. Yo el que pagaré las letras de la radio..!y se puso manos a la obra…
Recuerdo… que en la trastienda rompió un ladrillo junto al rincón de la pared con un cincel y un martillo y allí enterró un pedazo de “gavilla” de hierro al que había enrollado la punta del cable y comenzó a grapear en la pared con aquellos “aisladores” de “china”…..cuando llegó al techo rompió el entresuelo, por donde metió el cable y siguió poniendo aisladores en la otra planta y por una de las ventanas de la cocina sacó el cable y se montó en el tejado, donde colocó tres tablas en forma de triángulo y allí enrolló el cable y aunque lo cuento de forma seguida aquello duró un par de dias en realizarse.
Cuando terminó con la antena, puso el aparato otra vez y aquello seguia con el ruido… ¡uuuuiiiiiiuuuuuu! Hasta que le dio a una “palanquita” que cambiaba de una onda a otra ( corta, larga y media) y todos felices porque con “chasquidos” y algunos ruidos ya nuestro aparato de radio se oía perfectamente.
Nuestro radio Philips, se convirtió en uno más de la casa y todos nos atreviamos a ponerlo y quitarlo de forma normal… pero cuando se averiaba era un problema hasta que venía aquel señor de Algeciras de cara ancha y bigote negro con su maletín, que a mi me encantaba contemplar cuando le quitaba la “carcasa” de detrás y cambiaba aquellas lámparas requemadas que causaban el que durante dias no escuchásemos “los discos dedicados”, “ El Ángelus”, “Los Partes”,” los anuncios publicitarios” y las “Novelas”.
Después de la comida del medio día las mujeres estaban “enganchadas” a las novelas y yo me apuntaba a todo lo que podía, así que recuerdo algunas como “Ama Rosa” y “ Yo Amo a un Canalla” y como de memoria siempre estuve un poco sobrado, aún recuerdo aquella introducción de todos los dias…..; “ Habrían menos mujeres por el camino de la perdición, si ellas supiesen, que algunos hombres de enorme atractivo físico y hablar cálido, pueden ocultar en la elegancia de sus maneras, un alma de canalla… Esta novela es como un grito de alerta, que toda mujer debe escuchar con atención.” ¿ Podeis imaginaros cuantas veces oí yo aquel preámbulo, para que aún lo pueda repetir a la perfección?.
Cuando después José Castilla y Lucía pusieron la tienda de “Crédito Castilla” en las “Cuatro Esquinas”, la gente comenzó a habituarse al sistema de compra por letras y los aparatos de radio inundaron todos los hogares del pueblo, como más tarde sucedió con la televisión en blanco y negro.
Como no leíamos el periódico ni nada, la radio era nuestra principal fuente de información y como dije antes, le teníamos en todas las casas un especial cariño….. ¿ Quien no se acuerda… de la canción de aquel anuncio de Norit del Borreguito… ( por poco me electrocuto, pues metí los dedos en el enchufe de la luz buscando el borreguito de Norit), ó a quella otra de yo soy aquel negrito del Africa Tropical…..que cultivando cantaba la canción del colacao…. Ó aquella otra de.. Okal…Okal.. es un producto superior….. y entramos en el mundo de los detergentes con aquel primero…. “ Escama Saquito”, al que siguieron Colón…. Ariel… y muchos más.
Cuando alguien se casaba, era su santo ó cumpleaños, se ponían discos dedicados en Radio Algeciras y aquello en Jimena era un poco complicado, porque habiá que ir a Eusebio Rocha y éste los apuntaba en una relación y se pagaba por dedicatoria, pero a veces te pegabas todo el dia cerca de la radio y no se que pasaba que no ponían la dedicatoria y perdias lo poco que valia ya que Eusebio se escudaba en que él lo había enviado a la radio.
Cuando apareció la televisión y los radios-transistores, muchos de estos aparatos quedaron relegados durante tiempo en el olvido y cuando se averiaban ya ni se reparaban.
Mis padres se vinieron a Algeciras y en la pequeñita zapateria de la Calle Lugo, junto a la “banquilla” tenían el viejo reloj de cuerda y el anciano radio Philips que funcionaba a la perfección, hasta que mi padre se lo regaló a otro zapatero de Jimena llamado Rojas que continuó con él puesto en su zapateria.
Como es normal, acabaría en la basura…. Porque así son las cosas…. Pero me hubiese encantado poderlo tener aquí en mi casa en agradecimiento por todo lo que feliz que nos hizo en aquella época.
Un abrazo.
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