martes, agosto 14, 2012

HOY POR FIN ME BAJÉ A LA PLAYA....

Un amigo mío que sabe de mi  torpeza, me ha enviado esta foto para que aprenda a dormir en la playa sin problemas
 

Hoy  por fin me bajé a la playa, olvidé mi sombrilla y mi silla de playa pero no sucedió lo mismo con mi toalla de baño, que además me hizo pensar que lo supliria todo, porque  me dije….”” Pongo la toalla en la arena y a soñar….” ¿ para que preciso la silla…?  Por otro lado, la sombrilla tampoco me hace falta porque me refresco con frecuencia y estaré perfecto.

Sin artilugios pesados, iba yo a la playa como un chaval de 15 años y es que… ni me habia  embadurnado  de protector  para los rayos solares, lo que yo digo, un chaval de los que no se queman y se ponen negros como tizones sin sufrir.

¿Romanticismo….?, eso lo llevo yo siempre dentro de mi, para que voy a negarlo, asi que todos los ingredientes para disfrutar en la playa iban conmigo mismo…

Cuado bajaba  ya llevaba yo calor para  derretir una fiambrera de las antiguas llena de helados y hasta me parecia que iba cargado de la silla, la sombrilla y doce cosas más a pesar de que descansaba todo en la puerta de mi apartamento.

Resulta que también me habia dejado “ las gafas de ver” encima de la mesa, ya que las cambié por las de sol y se quedaron las precisas,  allí quietecitas y olvidadas, seguro que alguien se encarga de ponerlas “a buen recaudo” para  que me pase después todo el dia buscándola sin ver ni torta.

Al pasar cerca de las grandes torres veia de forma enmarañada o difusa personas que me manoteaban y saludaban a los que yo contestaba  devolviendo el caluroso saludo como un tonto porque allí no  me conoce nadie, mas abajo ya  cerca de la playa cometí la torpeza de quitarme los tenis y los calcetines gordos a rayas ( se me olvidó de ponerme las chanclas ), los amarré por los cordones  y me los colgué en el hombro, asi que  con mi gorra negra de invierno y el calor que llevaba comencé a andar como podia, pisando toallas  e invadiendo torpemente  territorios playeros ajenos.

Fueron muchas las veces que oía….!!!Paco, Paco…! Y me giraba una y otra vez pero no era yo el Paco al que llamaban pero aquello se convirtió en un martirio chino porque  el tal Paco debia de ser un personaje ya que toda la playa lo llamaba constantemente  y yo ya tenía una tortícoli que no podia soportar.

A pesar de todo, tuve suerte, se levantaron unos pocos y se marcharon con sus artilugios playeros, asi que me quedó una buena parcelita para disfrutarla. Coloqué mi toalla bien planchadita, después la gorra,, donde metí el reloj, las gafas de sol, el monedero, unas llaves y el paquete de pañolitos.

 Comencé a tirar del polo amarillo que llevaba puesto y aquello con el sudor no salia ni a tiros, pero al final tras lucha encarnizada, gané yo, y conseguí sacarlo por la cabeza, aunque quedé con los pelos tiesos como agujas y las cejas de punta…..

El calor era insoportable así que  ya sin gafas, sin reloj, sin gorra, solamente con el bañador…..¿ el bañador….? , si claro lo llevaba pero…. Debajo tambien tenía puesto los calzoncillos  modernos que con mi despiste de chaval de 15 años me habia dejado  sin habérmelos quitado previamente a la puesta del bañador.

“”Después de perdio al rio “”, asi  que comencé metiendo mis piés en agua y poco a poco fui sintiendo la sensación de “frio eterno” que subía por mi cuerpo hasta casi paralizarme el corazón y la respiración al mismo tiempo hasta que por fin me hice con el dominio de la situación y comencé a  nadar salpicando agua a diestros y siniestros porque sin gafas y la cara salpicada era imposible que yo pudiese nadar sin molestar a los vecinos que parecian una almaciga de pepinos  en un barril de muchos litros.

Cuando ya el refrescón se convirtió en sufrimiento y mis labios comenzaban a tiritar, comprendí que había sonado la corneta que tocaba retirada, así que como pude llegué a la orilla y conseguí remontar el rebalaje hasta situarme encima de mi toalla que no era precisamente un colchón de lana de los de ante, sino que la habian pisoteado y al no ver casi nada no me percaté de la arena y me revolqué en ella sintiendo que me raspaban la piel como si fuese el papel de lija que vendian en las ferreterias de hace 50 años.

A pesar de todo me repantingué boca abajo y como ya no llamaban al tal Paco de los cojo…,  me entró un sopor.. y me marché al mundo de los sueños, sin acordarme del sol, de la playa ni de ningún ser viviente , eso si me puse la gorra de invierno y las gafas de sol….

Mi  “sopor morfeniano” debió de durar una hora más o menos pero  lo poco que recuerdo nada tiene que ver con amores ni bellezas sino con faquires que me hacián echarme sobre tablas llenas de puntillas y que yo resistía como un héroe troyano. Aquello era un ir y venir entre sufrimientos y punzadas….. hasta que  recibí un fuerte golpe que me hizo retornar al mundo de los felices playeros que retozaban en la arena…

No habia pasado nada al parecer un niño pequeñito tropezó conmigo y me propinó un tortazo en las espaldas  donde aún están marcadas sus dos inocentes manitas para bastante tiempo ya que el Astro Padre se habia recreado con mis espaldas a su gusto y aquí estoy  como metido en una “tarrina de manteca” y rezando para que nadie se me acerque y me toque.

El  resto de mi relato al regresar os lo dejo a vuestra imaginación, como veis queridos amigos hoy no ha habido romanticismo, sino una  experiencia real  que nunca más se repetirá…..

Currini




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