martes, febrero 19, 2008

LLUVIA EVOCADORA DE BUENOS RECUERDOS







































Aunque ha sido por poco tiempo, pero por fin he podido oir y ver aquellos “chuzos de punta” que en nuestro pueblo de Jimena de la Frontera caían en la época invernal y se mantenían casi ininterrumpidamente durante un mes y a veces algo más.

La “yerba” crecía entre los “rebolluos” de las calles, las paredes de muchas viviendas aparecían “rezumando” agua y el “verdín” cubría las “bajeras” de las fachadas en cuyos “caliches” se resguardaban aquellos “conejitos” que algunos estudiosos sabrán que los habia en épocas antidiluvianas y que los chiquillos jugábamos con ellos como si de cualquier mascota de las de hoy se tratase.

Aquellos días de lluvia, truenos y frio, se pasaban como podiamos, pues mientras los crios con poca ropa dábamos tiritones correteando por aquellas calles mojadas haciendo “pozas” en la regueras centrales de las calles, los mayores almacenaban “cabrillas” en sus piernas que les transmitian aquellas copas de cobre repletas de “picón”, “cisco” y cenizas que había sobre las tarimas de las “mesas estufas”.

Eran tiempos en que la climatología estaba de nuestra parte, aunque entonces creyésemos que no era así, pero nuestros rios tenían agua durante todo el año y que bonito era aquello de irse a pescar en los meses de marzo, abril y mayo o simplemente a pasear y poder saltar por las “pasaeras” y las “zuas” de nuestras alborotadas aguas, cuyo ruido ensordecedor lo almacenabas dentro de ti durante todo el día y que ahora recuerdo con tanta añoranza.

Nuestros paseos con los amigos y a veces con las chicas, se hacían desde distintos lugares, a cual mas precioso, en esos días de Sol expléndido y olor a flores primaverales. Siempre había alguien que decía…. Hoy nos vamos por La Cruz Blanca y bajábamos hasta “La Barca de Diego Montero” para regresar por la ribera del rio hasta los preciosos molinos de “La Zarpaza” y de “Felipe” y bordeando La Peña Gorda por el camino junto a la “Laja Grande” íbamos subiendo para llegar hasta la Huerta de Manolo Segovia, donde el corazón me solia latir descompasadamente en mis primeros años de juventud. Se terminaba el paseo atravesando “El Puerto Moral” donde decía la canción que “Pelos de Estopas de Habas se cargó….”

Otras veces el paseo se iniciaba por “La Pasada Alcalá”, Molino de Corbacho, “El Cao”, Charco El Pinito, El Tragante, Molino de Rubio, Huerta de Manolo Segovia y a veces subíamos por “Chinchilla” para llegar al Castillo.

Como habéis visto he empezado por los recuerdos del día de lluvia y he terminado por las consecuencias de la lluvia que era aquel rio lleno de agua y de bellos paisajes que tanto nos atraían a los chavales de mi edad entonces.

Mientras llovia intensamente,desde mis ventanas, he hecho algunas fotos y que si se pincha sobre ellas quizás puedan transmitir lo que he querido fotografiar.
Un abrazo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que buenas las fotos, la primera desde luego es para ponerla de fondo de pantalla en el ordenador, buenisimas, y esas acelgas con la mata de perejil alucinante, por cierto se la estan comiendo los caracoles, cuidadin, buenas fotos, si se�or.SALUDOS.Uno de /SAN PABLO/

Currini dijo...

UNO DE SAN PABLO: No son los caracoles los que se comen las acelgas son las "cochinitas" que las hay a millones, no quiero echar el producto adecuado porque no quiero ver morir al petirrojo( perchi de la barba) ni a los mirlos que hay por aquí y prefiero no comer las acelgas. De esas fotos del mar tengo bastante y otro dia pondré algunas más que he hecho "un dia nublado". Si llegas a saludar a Martín Cano verás que es una persona extraordinaria y que como todos los de aquella época estudió a fuerza de sacrificio y consiguió sus propósitos. Saludos.

Martín Cano dijo...

Amigo Currini:
Enhorabuena por esta reflexión , que, aunque está escrita en prosa, rezuma poesía en casi todos sus renglones.Pones en evidencia tu gusto por la escritura y la lectura. Son gustos que compartimos. Evocas muy bien los tiempos climáticos del pasado, cuando de verdad llovía y esa lluvia hacía que los niños de Jimena ejercitáramos nuestra imaginación o nos convirtiéramos en verdaderos ingenieros de pántanos en plenas calles.
Gracias por los elogios que me dedicas en el comentario a Uno de San Pablo.
Como veo que tienes nietos, uno de estos días te enviaré un comentario con algún poemilla infantil que tengo escritos para que se los leas.
Mis hermanos (3) están todos bien.
No sé que te ha ocurrido, pero ya nos veremos un día de estos y charlaremos. Un abrazo.