BOQUERONES, SARDINITAS PARA LA MORUNA, CHANQUETITOS, LLEVO LOS JURELITOS…VAMOS MARIA QUE ESTÁ AQUÍ JUAN EL DEL PESCAITO FRESCO DE MANILVA.
Este Juan Manuel Contrera, tiene cosas de “ mil demonios”, en cuanto ha leído lo del “sillón del barbero” ha concateneado esa palabra con la del “Chillón” y aunque muchos piensen que no estamos cuerdos, lo que pasa es que los de nuestra generación somos así y nos entendemos sin necesidad de que las palabras estén bien escritas o no.
El flacucho y “enclenque” Juanillo Manuel, andaba allí sentadito en la tribuna de la zapatería, mirando con sus ojos “escarrapetaos” pendiente de las trastadas que Canito, El Chico, Alfonso, El Gorrión, El Larguito y otros podían hacerle. Tenía un pañete que seguramente le había hecho su abuela y que no se lo quitaba mientras duraba la jornada laboral y con la plancha al revés sobre su rodilla derecha, se empeñaba en poner derechas un montón de puntillas torcidas que había a su lado en una lata vieja de “anilina”.
A pesar de que estaba flaquito como un violín, era más listo que el hambre y respondía con unas contestaciones que dejaba helado al más inteligente de los mortales. Tenía totalmente idolatrado a su abuelo Manuel, constantemente decía… - porque mi abuelo….., es que mi abuelo…, yo lo que digo es que mi abuelo… y por eso precisamente mi padre cuando lo llamaba casi nunca lo hacía por su nombre y le decía: . ¡ mi Abuelo, ven para acá! Y el sabia perfectamente que se dirigían a él.
Mientras enderezaba las puntillas ó quitaba los tornillos de metal a las cartucheras de soldado, escuchaba con mucha atención las voces que nuestro Juan El Chillón daba por la calle…-.! Llevo los boqueroncitos, las sardinitas para la moruna, los caramales, los besuguitos….Maria que estoy aquí…..!
Otras veces nuestro Juanillo Manuel se tropezaba en la calle con El Chillón y después de decirle algunas cosas, se fijaba en la bicicleta grande con ese enorme manillar y lo que más le llamaba la atención era el porta-sillín donde siempre había amarradas y reforzadas con gomas de cámaras de bicicletas dos o tres cajas de pescado llenitas hasta el borde y cubierta la mercancía con trocitos de hielo que nos daba y chupábamos los chiquillos aunque supiesen a pescado crudo.
Para el rubito de ojos claros, con su largo pañete hecho de tela de soldado, no pasaba desapercibido el Chillón, sus voces y ese porte de hombre flacucho pero hecho por el destino como el alambre “acerao”.
Resulta impensable hoy que una persona como aquel nuestro Juan El Chillón pudiese venir casi todos los días pedaleando desde Manilva con tres cajas de pescado sobre su bicicleta y dando gritos sin parar pregonando su pescado y sus almejas.
El pescado que traía era el más fresco que se podía comer en nuestra comarca, porque lo compraba al anochecer en la playa de Sabinillas o la Chullera , lo preparaba de hielo durante la noche y a las claritas del día ya venía volando con su bicicleta, unas veces lloviendo, con frío y después con el intenso calor.
Para este hombre no existían barreras de ningún tipo porque tenía que alimentar a su familia aunque él se comiese un trozo de pan con chorizo que metido en una talega colgaba del cuadro de su fuerte bicicleta.
Le conocimos en Jimena todo el mundo porque sus voces eran el verdadero reclamo del “pescadito fresco” y porque todos también valoraban el esfuerzo cotidiano de aquel ser insignificante para algunos y con tanto valor para otros.
Decir Juan El Chillón en Jimena es pensar automáticamente en la medalla al trabajo que nunca nadie se dignó en pedir para él y después ya de mayor le saludé una vez en Manilva y tras reconocerme me contó que no había podido cobrar pensión alguna por falta de cotizaciones.
Mi amigo Juan Manuel, concatenó las palabras porque sabía que para nosotros es una necesidad el hablar de este hombre que lo más probable es que esté suministrando de “pescaito fresco” a todo el Cielo, pero en una gran limusina plateada, porque su vieja bicicleta seguro que está en algún museo de algún pueblo de la comarca descansando también de su ajetreo diario.
Un abrazo.
Este Juan Manuel Contrera, tiene cosas de “ mil demonios”, en cuanto ha leído lo del “sillón del barbero” ha concateneado esa palabra con la del “Chillón” y aunque muchos piensen que no estamos cuerdos, lo que pasa es que los de nuestra generación somos así y nos entendemos sin necesidad de que las palabras estén bien escritas o no.
El flacucho y “enclenque” Juanillo Manuel, andaba allí sentadito en la tribuna de la zapatería, mirando con sus ojos “escarrapetaos” pendiente de las trastadas que Canito, El Chico, Alfonso, El Gorrión, El Larguito y otros podían hacerle. Tenía un pañete que seguramente le había hecho su abuela y que no se lo quitaba mientras duraba la jornada laboral y con la plancha al revés sobre su rodilla derecha, se empeñaba en poner derechas un montón de puntillas torcidas que había a su lado en una lata vieja de “anilina”.
A pesar de que estaba flaquito como un violín, era más listo que el hambre y respondía con unas contestaciones que dejaba helado al más inteligente de los mortales. Tenía totalmente idolatrado a su abuelo Manuel, constantemente decía… - porque mi abuelo….., es que mi abuelo…, yo lo que digo es que mi abuelo… y por eso precisamente mi padre cuando lo llamaba casi nunca lo hacía por su nombre y le decía: . ¡ mi Abuelo, ven para acá! Y el sabia perfectamente que se dirigían a él.
Mientras enderezaba las puntillas ó quitaba los tornillos de metal a las cartucheras de soldado, escuchaba con mucha atención las voces que nuestro Juan El Chillón daba por la calle…-.! Llevo los boqueroncitos, las sardinitas para la moruna, los caramales, los besuguitos….Maria que estoy aquí…..!
Otras veces nuestro Juanillo Manuel se tropezaba en la calle con El Chillón y después de decirle algunas cosas, se fijaba en la bicicleta grande con ese enorme manillar y lo que más le llamaba la atención era el porta-sillín donde siempre había amarradas y reforzadas con gomas de cámaras de bicicletas dos o tres cajas de pescado llenitas hasta el borde y cubierta la mercancía con trocitos de hielo que nos daba y chupábamos los chiquillos aunque supiesen a pescado crudo.
Para el rubito de ojos claros, con su largo pañete hecho de tela de soldado, no pasaba desapercibido el Chillón, sus voces y ese porte de hombre flacucho pero hecho por el destino como el alambre “acerao”.
Resulta impensable hoy que una persona como aquel nuestro Juan El Chillón pudiese venir casi todos los días pedaleando desde Manilva con tres cajas de pescado sobre su bicicleta y dando gritos sin parar pregonando su pescado y sus almejas.
El pescado que traía era el más fresco que se podía comer en nuestra comarca, porque lo compraba al anochecer en la playa de Sabinillas o la Chullera , lo preparaba de hielo durante la noche y a las claritas del día ya venía volando con su bicicleta, unas veces lloviendo, con frío y después con el intenso calor.
Para este hombre no existían barreras de ningún tipo porque tenía que alimentar a su familia aunque él se comiese un trozo de pan con chorizo que metido en una talega colgaba del cuadro de su fuerte bicicleta.
Le conocimos en Jimena todo el mundo porque sus voces eran el verdadero reclamo del “pescadito fresco” y porque todos también valoraban el esfuerzo cotidiano de aquel ser insignificante para algunos y con tanto valor para otros.
Decir Juan El Chillón en Jimena es pensar automáticamente en la medalla al trabajo que nunca nadie se dignó en pedir para él y después ya de mayor le saludé una vez en Manilva y tras reconocerme me contó que no había podido cobrar pensión alguna por falta de cotizaciones.
Mi amigo Juan Manuel, concatenó las palabras porque sabía que para nosotros es una necesidad el hablar de este hombre que lo más probable es que esté suministrando de “pescaito fresco” a todo el Cielo, pero en una gran limusina plateada, porque su vieja bicicleta seguro que está en algún museo de algún pueblo de la comarca descansando también de su ajetreo diario.
Un abrazo.
3 comentarios:
CURRINI, quedas autorizado a visitar mi blog cada vez que quieras, garantizandote que siempre encontrarás en el un plato de comida que intento repartir, virtualmente entre todos mis amigos blogueros y tu serás desde hoy uno de ellos SE BIENVENIDO
JUAN
Gracias JUAN, como te dije me ha encantado tu blog, tu participación en la escritura de libros gastronómicos y esos platos tuyos que se meten por los ojos, así que virtualmente los degustaré de aquí en adelante .
Cuenta con mi amistad, un abrazo amigo Juan.
Llego y me encuentro a dos buenos amigos charlando.
¡Es genial! Disfruto de estos momentos.
Un besito amigo Currini
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