lunes, marzo 15, 2010

LA TARÁNTULA, EL PAPÚ VIEJO, EL BICHO LA ZALEA, EL ALICANTE Y MARIQUITA LA ZULÁ. JIMENA DE LA FRONTERA


LA TARÁNTULA:

Cuando íbamos por aquellos arroyones del Garci- Bravo, Las Cantarigüelas, el Toluque ó por los alrededores de Las Minas buscando nidos de “viuditas , cujales ó trigueros, siempre nos gustaba mirar con insistencia aquellos negros boquetes plenos de grandes telarañas.
Hasta nos atreviamos a coger una barita y pincar en aquellos agujeros negros y profundos, otras veces bastaba “trincar” un cigarrón y echarlo a la telaraña para que apareciesen aquellas enormes arañas que nosotros nombrábamos como “tarántulas”.
Nuestras tarántulas jimenatas disponian de grandes patas, una cabecita negra pequeña y una gran barriga redonda y gorda plagada de listas de colores cuyo resplandor penetraba en nuestras almas infantiles y nos hacían temblar de miedo y superstición.
¿ Te has fijado Currini… en sus dientes….? Me decían los amigos ( Pepe Andrades, Pepe Luque, Juan Manuel, Bartolo, Miguel Pelaez….) esos dientes están envenenados y si nos pincán estamos perdidos… y entonces es cuando nuestra imaginación se desbordaba por las sierras de la creatividad y la emoción:
Si nos pican… ya sabemos lo que hay que hacer… lo primero es buscar a uno que sepa tocar la guitarra , después hay que subirse en la cama y mientras toca sin parar, no podemos dejar de bailar dando saltos continuos encima de la cama porque si paramos el veneno se apodera de nosotros y la “`palmamos” al instante, mientras que si conseguimos aguantar un día o dos bailando sin parar, llega un momento en que la tarántula comienza a engordar y engordar hasta que revienta como los “triquitraques”. Entonces nosotros caemos en la cama y entramos en un profundo sueño y cuando despertamos ya estamos curados por completo.
Esta “ patraña tarantulera”, se me metía dentro de mi ser de “niño barranquero” y me hacía padecer unos sueños atroces en los que me picaba la tarántula y por más que buscaban a alguien que supiese tocar la guitarra, no lo encontraban, mientras que yo era victima de un pánico atroz porque se me acercaba la muerte y sentia que el veneno corría mortalmente por mis venas. Aquellos sueños se repetían con frecuencia y en mi casa mi madre decía que yo estaba creciendo y que por eso soñaba con las tarántulas y que los agobios con los sobresaltos en la cama, representaban esos “estirones” que mi cuerpo estaba dando. Si eso hubiese sido así yo seguro que sería un gigantón enorme.

EL PAPÚ VIEJO:
Creo que es primo hermano de la tarántula, le dábamos este simpático nombre a esas arañas con unas patitas muy finas y largas mientras que su cuerpo era muy pequeñito, se agrupaban muchísimas juntas sobre todo en las paredes de las cuadras, en nuestros “soberaos” y en los techos de nuestras casas aparecian por entre las “alfagías” que aguantaban los ladrillos del techo. En contraposición a la imagen mental que teníamos de la tarántula, el Papú Viejo era como “el bonachón” de la película pero que si yo los veía sobre las ristra de “tomates de colgar” que siempre había en el techo de mi casa…. Este “cura” se fijaba muy bien cuando bajaban la ristra y ese día no probaba las “papas fritas con tomate” porque me acordaba del “papú” y me lo imaginaba con las tripas fueras.

EL BICHO LA ZALEA:

Cuando nos bañábamos en la Peña Gorda, siempre yo tenía mis recelos porque la tradición oral nos había hablado de que encima de la peña descansaba muchos dias “ el bicho de la Zalea”.
Nuestra imaginación de niño lo hacía ver de distintas formas y cada uno le añadía elementos al cuerpo para que pareciese mas enigmático e infundiese mas terror.
Yo no sabía los orígenes de esta leyenda oral de “nuestro bicho de la Zalea” pero el amigo Juan León Espinosa me apuntó… que el difunto señó Currito Pérez ( el del chorrito) siendo un niño, siempre estaba por la zona de La Teja y La Peña Gorda guardando cochinos y cabras que tenían en sus tierras de los alrededores del río.
Uno de esos dias en que estaba cerca del río vio al enorme “centauro” sobre la Peña Gorda y se asustó tanto que corrió despavorido dando voces por todo el pueblo… “ Un monstruo, un monstruo en La Peña Gorda”. El pueblo como siempre estaba necesitado de emociones fuertes y el cura, el médico, el alcalde, el farmaceutico y casi todo el pueblo fueron al rio con sus escopetas y estuvieron buscando al bicho por todas partes con la mala suerte de que no apreció jamás, aunque como las caras de Belmes de la Moraleda de vez en cuando aparecía alguien del pueblo que lo habia visto y le añadía mas caracteres fantasmales al tema.
Creo que Currito decía que el bicho era como una Zalea Negra muy grande y de ahí le vino el preciso nombre al que yo tengo mucho cariño porque es nuestro “monstruo particular jimenato”.
MARIQUITA LA ZULÁ:
Este era nuestro fantasma también recibido por tradición oral, aunque se hablaba de “ Mariquita La Zula” en los dos barrios del pueblo, yo particularmente la tenía encuadrada como nuestra en “El Llano La Pipeta” del Risco.
En Jimena eran muchos los que decían haberla visto deambulando por los alrededores del pueblo y todos coincidan en que era una joven hermosa vestida con velos negros y largos que se paseaba por las noches y que sobre la cabeza llevaba una especie de gorro a manera de “escupidera blanca” y sobre el mismo había una “ velita encendida y otra apagada.
Nosotros, los niños, a veces hasta nos atrevíamos a ir al Risco y gritar( cagaditos de miedo)… “ Mariquita La zulá… con una velita encendida y la otra apagá…” pero la verdad es que nunca nos quiso conceder el privilegio de aparecerse a nosotros y contarnos un poco de su triste vida pues por lo que contaban salía porque había tenido muchos sufrimientos terrenales.

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