LA LLUVIA QUE NO CESA……..
Cuando estábamos desesperados porque no llovía, se abrieron las compuertas del cielo y casi estamos dispuestos a escribir una nueva historia sobre el diluvio universal.
Por mi parte, no voy a llegar tan lejos, pero si os diré muy bajito que los techos de mi casa se han mojado y que mi salón parece de todo menos eso… un salón y, es que el agua cuando cae de forma interminable con esa constancia remoja no solamente los garbanzos del puchero sino que se filtra por las paredes, reblandece las pinturas y cuando menos te lo piensas tienes un charco en tu dormitorio, en la cocina o en el salón.
Yo que he pasado por casi todas, como ver a un Sr. Administrador de Aduanas firmando los documentos en su despacho con un “paraguas”, nunca creí que iba a ver mi casa tan desastrosa como la tenemos.
Ayer estuve en La Barca Moreno y me dio por salir a coger unas tagarninas y la verdad es que las pergañas disfrutaron con mis botas y conmigo que al final ni podía tirar de ellas y las pobres tagarninas estaban embarradas hasta las pencas más largas.
Volviendo a lo del techo de mi casa, estareis pensando que porqué no lo arreglo, pues sencillamente porque no deja de llover y para arreglarlo y pintarlo tiene que estar todo seco y porque el vecino de arriba tiene 90 años, está enfermo y no voy yo ahora a darle el latazo con el tema de mis mojadas constantes que en definitiva son menos importantes que el trance por el que atraviesa ese buen hombre.
Sólo me queda recordar aquella canción de la infancia que decía…
Que llueva, que llueva
Virgen de la Cueva
Los pajaritos ya ni cantan
Las nubes están aburriitas
Que no vaya a caer otro chaparrón
Que da igual que caiga en la estación
Porque los trenes ni pasan y que no
Se rompan los cristales
Porque mis techos están mojaos.
Pronto llegará la primavera, el mirlo que está ahora “todo espeluchao” encontrará su media naranja para hacer el nido, las amapolas nos alegrarán con sus colores y yo…. Si yo… tal vez tenga los techos secos y pueda pintar para que al año siguiente se vuelva a mojar.
Las fotos os harán ver que esto no es una reflexión, sino una triste realidad del duro invierno que nos ha tocado soportar pero que desgraciadamente hay quien lo está pasando verdaderamente mal y en ellos debemos pensar.
Un abrazo.
Cuando estábamos desesperados porque no llovía, se abrieron las compuertas del cielo y casi estamos dispuestos a escribir una nueva historia sobre el diluvio universal.
Por mi parte, no voy a llegar tan lejos, pero si os diré muy bajito que los techos de mi casa se han mojado y que mi salón parece de todo menos eso… un salón y, es que el agua cuando cae de forma interminable con esa constancia remoja no solamente los garbanzos del puchero sino que se filtra por las paredes, reblandece las pinturas y cuando menos te lo piensas tienes un charco en tu dormitorio, en la cocina o en el salón.
Yo que he pasado por casi todas, como ver a un Sr. Administrador de Aduanas firmando los documentos en su despacho con un “paraguas”, nunca creí que iba a ver mi casa tan desastrosa como la tenemos.
Ayer estuve en La Barca Moreno y me dio por salir a coger unas tagarninas y la verdad es que las pergañas disfrutaron con mis botas y conmigo que al final ni podía tirar de ellas y las pobres tagarninas estaban embarradas hasta las pencas más largas.
Volviendo a lo del techo de mi casa, estareis pensando que porqué no lo arreglo, pues sencillamente porque no deja de llover y para arreglarlo y pintarlo tiene que estar todo seco y porque el vecino de arriba tiene 90 años, está enfermo y no voy yo ahora a darle el latazo con el tema de mis mojadas constantes que en definitiva son menos importantes que el trance por el que atraviesa ese buen hombre.
Sólo me queda recordar aquella canción de la infancia que decía…
Que llueva, que llueva
Virgen de la Cueva
Los pajaritos ya ni cantan
Las nubes están aburriitas
Que no vaya a caer otro chaparrón
Que da igual que caiga en la estación
Porque los trenes ni pasan y que no
Se rompan los cristales
Porque mis techos están mojaos.
Pronto llegará la primavera, el mirlo que está ahora “todo espeluchao” encontrará su media naranja para hacer el nido, las amapolas nos alegrarán con sus colores y yo…. Si yo… tal vez tenga los techos secos y pueda pintar para que al año siguiente se vuelva a mojar.
Las fotos os harán ver que esto no es una reflexión, sino una triste realidad del duro invierno que nos ha tocado soportar pero que desgraciadamente hay quien lo está pasando verdaderamente mal y en ellos debemos pensar.
Un abrazo.
2 comentarios:
Je je, si vieras mi casa...
Muy buena esta queja, aunque como bien dices, ni punto de comparación con lo que un gran número de personas están sufriendo con estas interminables lluvias.
No desesperemos, supongo que luego vendrá el verano...
Gracias Rosi por pasarte por mi blog y dejarme tu comprensión y veo que tu compartes también las influencias del crudo invierno que tanto deseábamos cuando no llovía.
Saludos.
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