lunes, mayo 03, 2010

HUERTOS ESCOLARES COMO OPORTUNIDAD DE EDUCACIÓN ALIMENTARIA


El aprendizaje de hábitos saludables y economía sostenible puede apoyarse en el cultivo de verduras, frutas y hortalizas en la escuela
Un huerto en el colegio. ¿Por qué no? Un pequeño terreno y un método agrícola convierten la iniciativa en una herramienta que propicia hábitos alimentarios saludables a largo plazo y alimentos diversificados para los niños. Los escolares aprenden a sembrar, cultivar, cosechar y preparar vegetales nutritivos de estación en el marco educativo del aula. Además, se ponen en práctica conceptos como ecología y sostenibilidad.
Salud de la comunidad

Para empezar, los básicos
El cultivo más sencillo y provechoso en un huerto escolar de nuestro país está compuesto por verduras y hortalizas y, si se quiere, árboles frutales, genuinos de la dieta mediterránea. Cebolla, zanahoria, patata, tomate, pimiento, puerro y fresas son algunas de las siembras que se cosechan con más éxito. Hay que tener presente también las asociaciones, ya que no todas son válidas. Si bien se pueden cultivar en una misma parcela y en una misma época vegetales distintos (lechugas con zanahorias, tomates con cebollas, zanahorias con puerros, maíz con judías), hay combinaciones que conviene evitar porque se invalidan entre sí: maíz con patata, patatas con zanahorias y pepinos, maíz con ajos y cebollas.
También se pueden añadir árboles frutales a la experiencia. Cargan con el inconveniente de que en origen son caros, sobre todo si se adquieren adultos y preparados para dar frutos, pero el cuidado es mínimo y las manzanas, peras, cerezas, ciruelas o higos resultan mucho más sabrosos recién cogidos del árbol. Las plantas aromáticas, como romero, manzanilla y tomilla, son otro cultivo útil y didáctico, o hierbas para condimentar como el cilantro, cebollino, perejil y orégano.
Un curso de septiembre a septiembre
Los responsables del huerto tienen unas obligaciones cuya recompensa sabe a salud, nutrición y ecologismo
El cuidado de la huerta es un compromiso que se adquiere para todo el año. El agro no da vacaciones. De septiembre a septiembre, durante el curso escolar, se sucede el calendario de siembra o plantación y recolección. Aunque el tiempo propicio para comenzar el ciclo depende del clima y de la tierra, quincena antes o después, las verduras y hortalizas tienen marcada su fecha. Enero y febrero son meses de siembra para el apio y la cebolla. Para los guisantes, judías verdes, escarolas, lechugas y tomates, los meses de febrero y marzo.
En abril se siembran calabacines y pepinos, y se plantan las lechugas, los puerros y los tomates, cuando se opta por plantas en lugar de sembrar semillas. Es el caso del brécol y la familia de las coles -lombarda, coliflor y pella-, cuya siembra llega en julio pero, si se planta, hay que esperar a septiembre. Las semillas de acelgas, espinacas y habas hay que cultivarlas en noviembre y sus plantas, en enero. Las patatas se plantan en marzo si se buscan las tardías y en octubre si se quieren tempranas. Y el ajo, en diciembre.

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