sábado, septiembre 10, 2011

EL BAUTIZO Y LA DAMA MISTERIOSA.........





Recuerdo una vez que de chiquillo que era yo, ví un bautizo un tanto extraño, de esos que saltan en el tiempo, como salen las liebres de nuestros pies mientras cogemos espárragos en la campiña ó buscamos champiñones en la "veras" de los sembrados.

Era el tiempo en que yo siempre vestía una camisa gastada por el uso a la que faltaban la mitad de los botones, un pantalón corto de mahón con las rayas del culero mas nuevas en el parche que me habian cosido, que iba sujeto por unos tirantes de material como se podía, porque tambien faltaban botones a los pantalones. En mi cabeza una boina negra capada y raida por lo gastado de los lavados. Situados con mi vestimenta en el tiempo, podeis haceros una idea de como iba a ser aquel bautizo que yo a pesar de mi edad, seguí con todo detalle.

Jugaba yo con mis bolindres en la puerta de mi pedregosa calle, cuando comencé a oir voces..... !! Padrino roñoso el niño se cae al Pozo.....! ! Padrino roñoso el niño se cae al pozo....!. Aquellas voces junto a un rebujón de personas medio bien vestidos, se acercaba cada vez más a mi puerta, donde nerviso recogí mis bolindres y me dispuse a seguir la comitiva tratando de conseguir algunas de aquellas perrillas chicas y gordas que el padrino tiraba a su alrededor a diestros y siniestros....

No se puede decir que yo fuese un "atontao" porque al poco tiempo ya lucian en mis mugrientas manos cuatro perrillas gordas y dos chicas... ! todo un capital para mi edad de aquellos entonces!.

Poco a poco nos íbamos acercando a la iglesia y ya el padrino no tenía mas calderilla porque se había vuelto los bolsillos del revés.

El no tener que tirarme al suelo de barriga para coger las monedas, me permitió acercarme tranquilamente junto a la comitiva hacia la iglesia, al mismo tiempo que observaba la indumentaria de todos aquellos que con caras de felicidad acompañaban a los padrinos con un niño en brazos hacia la pila bautismal que estaba situada debajo del coro de la iglesia.

Los hombres iban arreglados con chaquetas y pantalones " paticortos" de distinto color y algunos de ellos llevaban brazaletes negros en las mangas de las chaquetas, lo que hacia indicar que estaban en periodo de luto por algún familiar fallecido recientemente. Las mujeres con faldas largas de distintos colores tambien y unas rebequitas que parecian haber encogido de muchos lavados, pero en las cabezas no faltaban esos velos negros en los que algunos lucían unos agujeros difíciles de tapar y coser.

Llegome pues el turno de fijarme en los padrinos y en lo que respecta al varón, iba como todos con su chaqueta y pantalones paticortos y lo mas extraño que vi era una gran cadena de plata que se metía en el bolsillo superior de la chaqueta de donde una vez le vi sacar un enorme reloj de plata que seguramente debia de lucir porque lo tendría heredado de su abuelo ( en mi casa siempre tuvimos uno así guardado de mi abuelo Sebastián).

La madrina vestia de negro, con un precioso velo viejo pero lujoso , sobre sus hombros caía un chal con flecos y sus pelos negros y rizados asomaban bajo la curva del velo que seguramente tendría rebujones de lana metido debajo para formar la perfección en su cabeza.

La sorpresa me llegó cuando me fijé en una dama de unos cincuenta años que estaba siempre pegada a los padrinos, se trataba de una mujer bastante guapa, muy extraña como si fuese extranjera, el brillo de sus ojos denotaban una personalidad fuerte y una inteligencia sin límites.

Mi admiración iba en aumento cuando me fijaba en los detalles y es que su pelo tenía un color blanquecino, sin ser blanco, parecido a esos colores del pelo que la famosa Lucia Bossé ha llevado casi siempre en sus presentaciones en público; en la cabeza habia una gran peineta de colores y sobre sus hombros caía un precioso mantón de Manila, así como unas gafas raras que parecian atuendos de los que hoy en día usa nuestra artista más especial Martirio. Yo diría que aquella mujer era una extranjera llegada de otro mundo al pueblo o tal vez un espectro de mi imaginación que me hizo ver un contraste en nuestras formas de vivir, vestir y respirar.

Después la chiquillería contaba que se habia celebrada en el patio de una casa de la calle Ancha y que subidos al muro habian visto como aquella extraña mujer cantaba preciosas canciones y tocaba un enorme violín con gran maestria. Aún por aquella calle, cuando sopla la brisa procedente del Toluque, parece oirse el maravilloso Bolero de Ravel que en parte amenizó la velada del bautizo de aquel chaval que tendrá ahora unos 59 ó 60 años.


Bautizos, bodas y comuniones de ahora se hacen y se suelen celebrar de distinta forma, pero es que los tiempos cambian y hemos de amoldarnos a ellos, porque de lo contario la vida sería monótona y triste a la vez.


Un abrazo.


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