Si la muerte es la muerte y la vida es la vida, algunos hemos visitado la muerte y hemos regresado a la vida.
En la muerte, se siente la vida como algo que duele hasta no poder más, ya no existe la sangre, sino el fluir de un gotero que transporta ilusiones de un pronto terminar. Ilusiones de que abandonas la vida para dejar de sentir el dolor que taladran tus huesos y tus entrañas partidas por el cuchillo del carnicero que sabe hacer su trabajo a las mil maravillas.
Candiles de mi esperanza, sabores de mi hiel enferma, me transportaron a tus vientos de tempestades, a tus caminos tortuosos de los pensamientos desorbitados para descansar en la cama del dolor no eterno.
El “dolor no eterno” es peor que la propia muerte, porque en tu regreso lo “revives” con frecuencia para hacerte mejor hacia los demás y te quema poco a poco mermando tus días de caminar en este valle angosto y finito.
Los porcentajes de los matemáticos sanitarios dan poca duración a los tocados por el “bisturí de vida”… pero siempre quedarán las palabras como constancia de lo que ha cundido y de lo bien aprovechado que estuvo el “repiro de vida” del que se ha gozado en el corto plazo que marcaron los porcentajes existenciales de la ciencia exacta.
Golondrinas de mis sueños… se acercan con sus trinos suaves para besar el camino de lo vivido y llevarlo al cielo de la eternidad desconocida para ponerlo a los pies de quien todo lo sabe y lo espera con alegría.
El día es nuestro caminar incierto, angosto y triste a la vez ,pero certero como el rayo de luz que desviado de su órbita dice adios al universo de su origen para perderse en la niebla del desequilibrio cruel.
Suenan las campanas porque “doblan” y anuncian que las tristezas y los sufrimientos han abandonado lo finito para vagar por los espacios siderales junto a los que nos dieron el ser y la esperanza de un incierto regreso.
Nada es…..pero sin dolor ni tristezas queridos amigos … que bien se está en este vivir de ensueños para no despertar jamás.
Un abrazo
En la muerte, se siente la vida como algo que duele hasta no poder más, ya no existe la sangre, sino el fluir de un gotero que transporta ilusiones de un pronto terminar. Ilusiones de que abandonas la vida para dejar de sentir el dolor que taladran tus huesos y tus entrañas partidas por el cuchillo del carnicero que sabe hacer su trabajo a las mil maravillas.
Candiles de mi esperanza, sabores de mi hiel enferma, me transportaron a tus vientos de tempestades, a tus caminos tortuosos de los pensamientos desorbitados para descansar en la cama del dolor no eterno.
El “dolor no eterno” es peor que la propia muerte, porque en tu regreso lo “revives” con frecuencia para hacerte mejor hacia los demás y te quema poco a poco mermando tus días de caminar en este valle angosto y finito.
Los porcentajes de los matemáticos sanitarios dan poca duración a los tocados por el “bisturí de vida”… pero siempre quedarán las palabras como constancia de lo que ha cundido y de lo bien aprovechado que estuvo el “repiro de vida” del que se ha gozado en el corto plazo que marcaron los porcentajes existenciales de la ciencia exacta.
Golondrinas de mis sueños… se acercan con sus trinos suaves para besar el camino de lo vivido y llevarlo al cielo de la eternidad desconocida para ponerlo a los pies de quien todo lo sabe y lo espera con alegría.
El día es nuestro caminar incierto, angosto y triste a la vez ,pero certero como el rayo de luz que desviado de su órbita dice adios al universo de su origen para perderse en la niebla del desequilibrio cruel.
Suenan las campanas porque “doblan” y anuncian que las tristezas y los sufrimientos han abandonado lo finito para vagar por los espacios siderales junto a los que nos dieron el ser y la esperanza de un incierto regreso.
Nada es…..pero sin dolor ni tristezas queridos amigos … que bien se está en este vivir de ensueños para no despertar jamás.
Un abrazo
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