lunes, enero 18, 2010

LA PERICIA Y EL BUEN HACER DE "NUESTRAS MAYORES". JIMENA DE LA FRONTERA

FOTO DEL LIBRO RETRATOS II
A veces no puedo remediarlo y mis recuerdos aparecen de pronto en mi mente, como si quisiesen brotar y derramarse entre vosotros, yo diría como una necesidad de perpetuar lo pasado en estos tiempos totalmente distintos y modernos.
Como de costumbre, en mi casa, estoy haciendo la cama ( parece que la escribe es una mujer.. ¿ verdad..?).. y al verla terminada toda al estilo “ Briviesca”, mas parece “un “follapepe”( palabra jimenata muy castiza) que una cama bien hecha y en condiciones. Por muchos tironcitos que doy por un lado y tortacitos por otro, cada vez la pongo peor, pero es que asi llevo mas de 30 años y mi mujer regañándome casi todos los días por lo “fulleranca” que soy en los menesteres caseros.
Si retrocedemos unos cincuenta años atrás, en mi casa de Jimena éramos cinco hermanos ( dos hembras y dos varones), mis padres, mi abuela y algún que otro invitado permanentemente, lo que quiere decir que había unas seis o siete camas todos los días al “retortero” para que nos entendamos todos.
Cuando nos levantábamos los VARONES, nuestras camas eran verdaderos “relíos” de sábanas, cobertores y ropones( los ropones los hacía mi abuela con retales de trapo y trozos de mantas viejas) y cuando hacía mucho frío se añadían “pellizas”, abrigos y hasta el paño de la mesa estufa( hoy mesa camilla). Nosotros dábamos el salto de la cama, cogiamos la ropa de una silla que siempre había cerca y de ahí pasábamos rápidamente al “palanganero” que estaba en la cocina donde echábas un cacillo de agua de la tinaja y casi siempre yo era el tontorrón que metía el brazo entero y me mojaba la camisa ( pero se secaba solita después puesta). Se lavaba uno como los gatos y a tomar el cafelito de marta que migado con el pan de antes era maravilloso.
Regresando al tema que hoy nos ocupa…. Allí se quedaban las camas todas “retorcidas” con las escupideras blancas de cerámica “rebosaitas” hasta arriba, debajo de las mismas. Hoy siento una verdadera culpabilidad de nuestro comportamiento varonil porque durante todos los años de mi vida en Jimena salía del dormitorio para volver por la noche sin compasión alguna de quienes sin protestar hicieron nuestras camas y muchas más cosas sin esperar nada a cambio.
Nuestras abuelas, nuestras madres y nuestras hermanas, aceptaban aquellos trabajos tan duros sin reprocharnos nada, pero no supimos comprenderlas ni quererlas, porque debimos “bajarnos del burro” y compartir aquellas tareas que como “machos” representaban una “bajeza” para nuestra condición masculina en aquellos entonces.
Mientras yo hacía la cama, con mi torpeza habitual, recordaba aquellas manos de mi madre y mis hermanas “mulliendo” la lana, dando “tortacitos” por doquier, estirando sábanas y colchas para presentarnos un trabajo “inmaculado”.
El resultado era una cama con unas líneas impecables y una presentación digna de haber sido llevada a un museo de arte para ejemplo de generaciones venideras. Eran verdaderas artistas en lavar la ropa en las paneras de nuestros patios, en Garcibravo u otros charcos de nuestros rios o fuentes como la Teja, Chorro Curro Pérez, El Regüe…..
La falta de agua hacía que se colocasen un “roete” en la cabeza , la panera “atestada” de ropa sucia y en cada brazo un par de cubos de cinc también llenos. Si ahora nos cuesta el ir y el venir, pensemos en aquellos tiempos como estaban las veredas y con esos “carguetones” sobre sus cabezas.
La juventud femenina tenia “los cuadrí” rebajados del peso de los cántaros que de los “chorritos” tuvieron que acarrear y lo hacían cantando y riendo por la inocencia recibida de generaciones anteriores.
Las mujeres eran las que limpiaban las casas, “jocifaban” con aquellos “polvos coloraos”, retorciendo un “cacho” de saco que de rodillas pasaban por la casa entera. Ellas eran las que encalaban las casas, las fachadas y daban las bajeras.
Para colmo de los colmos en cuanto tenían novio, aprendían a hacerse su propio ajuar…., que mostraban orgullosas a los familiares y amigos los días antes de la boda.
He terminado de hacer el “mamarracho” de cama que hago todos los días, pero mientras hacía este trabajo he recordado a las..NUESTRAS con mucho cariño y desde aquí quiero pedirles perdón una vez más y decirles que si hay cielo, ya lo tienen ganado las que aún siguen aquí y las que se fueron seguro que llevan disfrutando una eternidad y por supuesto no les hizo falta nuestro reconocimiento y el que les ayudásemos, pero seguro que les habría encantado y hasta se habrían sentido mucho mas felices..

Ahora es totalmente distinto y la mayoría de los hombres ayudan y comparten las labores de casa sin prejuicio alguno porque los tiempos son otros amigos míos.

Un abrazo.


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