miércoles, octubre 08, 2008

GALLINAS FELICES



En el tema de los huevos de gallina, leiamos que una gallina es feliz cuando se siente libre para corretear por el campo, picotear todo lo que se le apatece, arreglarse sus plumas como le da la real gana, subirse a un árbol cuando se siente amenazada , construir un nido para quedarse “clueca” y sacar adelante a su prole.

Analizando todo lo anterior ya podemos pensar que la mayoría de las gallinas de hoy han dejado de ser felices para convertirse en unas prisioneras de jaulas con la finalidad nada más que de comer pienso a todas horas y de poner uno o dos huevos diarios y la que no lo consigue es sacrificada de inmediato.

Yo todavía por suerte veo la felicidad de las gallinas cada vez que voy a La Barca Moreno… donde corretean en absoluta libertad e incluso ponen sus huevos en “nidales” naturales fabricados por ellas debajo de los “acebuches” y de las “chumberas”.

¿Qué como se puede saber que una gallina es feliz….?, pues yo desde que era un niño en Jimena presentía la felicidad de estos animalitos, cuando de “repente”…movian su plumaje y emprendian una carrera veloz con las alas abiertas…para pararse y repetir la misma acción varias veces, claro que después la gente maldecia estos gestos porque si no estabas pendiente cuando andabas por allí, seguro que pisabas una “mierda” que era el resultado de la felicidad de las gallinas.

En Jimena casi todo el mundo tenía gallinas sueltas en sus patios ó como las “puertas falsas” estaban siempre abiertas las “piaras” de gallinas, patos y pavos correteaban por los”barrancos” tratanto de “bichear” todo lo que se movia por la tierra húmeda.

No faltaba quien cogía todos los días a sus gallinas y pavos para acercarlos a la puerta del “Pósito” donde siempre habia gran cantidad de trigo derramado en el suelo como consecuencia de la descarga de las “bestias” y camiones.

Los “chiquillos” íbamos a buscar nidales entre los “biznagos” y “jaramagos” y eran muchas veces las que nos presentábamos en nuestra casa con huevos ajenos que unas veces terminaban en la sartén y otras eran devueltos a los vecinos cuando se tenía la certeza del propietario de las gallinas.

Yo digo que las gallinas de ahora son como las monjas de clausura, cada una en su celda y en absoluta abstinencia en todos los sentidos(privación de libertad), porque las gallinas de antes tenían hasta su propio “refrán” que no es necesario que yo lo escriba porque ya ha pasado por vuestras mentes….¿ o me equivoco…?.

En realidad eso del refrán no se porqué será pero yo creo que como las gallinas están siempre juntas unas con otras pues los gallos hacían exhibiciones constantes y no pensamos que siempre no se trata de la misma gallina.

Ayer en el comentario, toda la importancia se le daba al huevo y yo quiero que hoy el protagonismo lo tenga la “gallina” por aquello de que primero fue la gallina y después el huevo….¿ o fue al revés…?, creo que es una cuestión aún no resuelta por el avance tecnológico

En mi generación, nuestro primer “chupetón” de “calostro” de nuestras madres, casi siempre fue fabricado con un buen caldo de “gallina negra” porque aunque la “cosa” estaba bastante difícil para comer carne, en esas situaciones si en la casa que fuese no se disponia de gallinas negras, siempre aparecía una buena vecina que la aportaba para que la “recien parida” pudiese estar a la altura de recibir un buen caldo de “gallina negra” como mandaba la tradición.

Con el paso del tiempo, a veces me ha dado por pensar el porqué la gallina tenía que ser negra para que las propiedades del caldo y de la carne fuesen los necesarios a una mujer que acaba de tener a su hijo, pero la verdad no he llegado a conclusión ninguna y espero que alguien pueda explicarmelo si es que han conseguido deducirlo.

Esos “piarones” de gallinas barranqueras en Jimena se habrán perdido porque entre otras cosas ya tampoco existen los barrancos, pero en los huertos y patios grandes puede que alguna familia siga con la tradición de la cria de estos apreciados animalitos que antes las había blancas, negras, norigadas, coloradas, papujadas, pati-cortas, galli-pavas, pescuezos-pelados, guineanas y piripas.

Las gallinas, creo yo, dejaron de ser felices cuando se inventaron las granjas y en nuestro pueblo rara era la casa que no criaba gallinas en los “soberaos” con pienso de harina de pescado y cuando todo aquel nuevo negocio parecia ir “viento en popa”, apareció la enfermedad que nos dejó a todos pagando letras a Los Castillas de los piensos y los soberaos totalmente vacios porque no quedó ni una.

En fin creo que alguien recordará esa etapa en que Jimena se convirtió en el “gallinero” particular del Campo de Gibraltar y que en un principio nos dio buenos dividendos, lo que pasó es que duró poco tiempo porque no supimos hacer frente al tema de las enfermedades.

Una reflexión, la de hoy, como otra cualquiera pero estoy seguro que todavía hay quien lleva el termo al Hospital con caldo de gallina negra cuando de una hija se trata.

Un abrazo.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Yo si he visto a mi madre hacer caldo para mi hermana cuando nació mi sobrina y decía que era sólo para ella, pero no te puedo decir si era de gallina negra.

Lo cierto y verdad es que casi nada es igual que antes y si no que se lo pregunten a las pobres gallinas y a las personas que estamos acostunmrados desde pequeños a vivir temporadas en el campo. ¡Eso si que es vida!

Buen día y besos

Currini dijo...

Gracias Carmen por tu comentario pero no encuentro a nadie que me pueda aclarar que de importante tiene el que la gallina sea negra para que el caldo tenga esas propiedades tan necesarias en estos casos.

Hasta luego.