martes, octubre 07, 2008

HUEVOS: FUENTE INAGOTABLE DE PREGUNTAS


Repasando un poco la revista Consumer, he estado leyendo las preguntas, que se me antojan interesantes, sobre el huevo de gallina y por eso transcribo algunas de las preguntas que considero más interesante para saber un poco más del "cacareado" asunto.


¿Son mejores los huevos grandes?
Al contrario: en general, los huevos, cuanto más grandes, peor calidad tienen. Cuanto mayor es su calibre, menor es la calidad del huevo. En este análisis de CONSUMER EROSKI, los huevos de la talla XL presentaron defectos de calidad en el 37% de las muestras, mientras que en la L lo hicieron el 23% y en la M el 15%. Se debe a que el tamaño del huevo aumenta conforme lo haces la edad de la gallina ponedora y a que cuanto mayor es el huevo la cáscara es más fina y frágil y menos aislante.
¿Son mejores los huevos con yema más rojiza?
El color de la yema, más rojizo o más pálido, nada tiene que ver con la calidad comercial del huevo ni con su sabor; este color es fácilmente manipulable por el productor mediante una suplementación con pigmentos carotenoides que se añaden al pienso de las gallinas ponedoras.
¿El color del huevo tiene algo que ver con su calidad?
El color de la cáscara (blanco o moreno), depende de la raza de la gallina y nada tiene que ver con su calidad ni con el sabor.
¿Realmente son tan nutritivos?
Sí, tienen un gran valor nutritivo que es aún más valioso por su moderado aporte energético, 150 calorías cada cien gramos. Están indicados los huevos incluso en dietas de control de peso. Para un niño o persona de complexión media es saludable un consumo de tres a cuatro huevos a la semana; un individuo corpulento o físicamente muy activo puede consumir hasta seis o siete huevos por semana. El huevo es el alimento con proteínas (13% de su contenido) de mayor valor biológico, más completas aún que la de la carne, porque contiene en proporción óptima los ocho aminoácidos esenciales. Las grasas representan el 10%, y saturada sólo lo es el 32% por lo que su perfi lipídico es saludable. El huevo aporta también diversas vitaminas liposolubles. Su vitamina D es muy valiosa cuando se siguen dietas bajas en grasas. El huevo es interesante también por su contenido en minerales, sobre todo fósforo, sodio, potasio y zinc, además del selenio, buen antioxidante. El huevo aporta asimismo antioxidantes como luteína y zeaxantina, que protegen la parte central de la retina y el cristalino de la acción oxidante de la luz; ambos nutrientes están implicados en la prevención de la degeneración macular senil, causa de pérdida de vista en la tercera edad. El huevo es una fuente valiosa de colina, vinculada al buen funcionamiento del hígado.
¿Tienen mucho colesterol los huevos?
Sí, pero los alimentos con alto contenido de colesterol no influyen tanto como se pensaba en la elevación del colesterol plasmático total. De hecho, en el control de la hipercolesterolemia hay factores más importantes que el colesterol de los alimentos, sobre todo la proporcion entre ácidos grasos saturados y trans (los menos saludables) y los poliinsaturados (saludables). Y este perfil lipídico es saludable en el huevo. Además, también tiene lecitina, que ayuda a mantener en suspensión el colesterol en sangre, impidiendo que se deposite en la pared de las arterias. Por tanto, aunque deben moderar su consumo quienes tienen hipercolesterolemia, no está justificado eliminarlos de la dieta.
Niños con alergia al huevo
El huevo es el alimento más alergénico en niños de 1 a 2 años. A quienes sufren esta alergia no les basta con evitar el consumo del alimento, ya que el huevo y sus componentes son muy utilizados en la elaboración de otros productos, lo que dificulta el seguimiento de una dieta sin huevo. El pronóstico, sin embargo, es bueno: la mayoría de niños afectados acaban tolerando el huevo cuando superan los dos o tres años.
¿Por qué hay huevos omega 3?
Porque ante la mala fama que durante años tuvo el consumo de huevos por su elevado contenido en colesterol, la tecnología alimentaria desarrolló la técnica de modificar el perfil de grasas del huevo aumentando su concentración de ácidos grasos omega 3, reconocidos por su contribución positiva en la salud cardiovascular. Se consigue modificando la composición de los piensos de las gallinas mezclándolos con aceites de pescados, algas o semillas de lino, fuente natural de grasa omega 3.
¿Bienestar de las gallinas?
Una gallina feliz es la que disfruta de libertad para picotear por el suelo, hacer ejercicio, arreglarse las plumas, darse baños de tierra, subir a un palo cuando se siente amenazada y construir un nido en el que depositar sus huevos. Son conductas, todas ellas, negadas a las gallinas criadas en jaulas, las que ponen la inmensa mayoría de los huevos que el mercado ofrece hoy al consumidor; la excepción la representan los huevos camperos. En el sistema de cría en jaulas no acondicionadas (quedará prohibido en 2012), las gallinas disponen de al menos 550 centímetros cuadrados de superficie por ave (menos de lo que ocupa un folio). En las jaulas acondicionadas, la superficie mínima por gallina es parecida, sólo 600 centímetros cuadrados. Las gallinas criadas en suelo están en naves cuya densidad no superará la de nueve gallinas por metro cuadrado, unos 1.100 centímetros cuadrados por gallina, el doble que las criadas en jaulas. Y las camperas, las más afortunadas de todo el sistema productivo, deben tener acceso de forma ininterrumpida y durante todo el día a un espacio al aire libre, si bien los productores pueden restringir este acceso durante un periodo limitado por las mañanas. La densidad máxima de estos espacios al aire será de una gallina por cada 4 metros cuadrados, es decir, les corresponde 67 veces más espacio que a las gallinas criadas en jaulas y 36 veces más que a las ¿criadas en suelo?. Optar por la compra de huevos camperos equivale, por tanto, a favorecer el bienestar de las gallinas ponedoras. Esta elección exige al consumidor un compromiso, medible en esfuerzo económico: los huevos camperos son más caros, aunque quizá no tanto como cabría suponer. Los camperos (siempre son de tallas L o M) cuestan, de media, 0,23 euros cada uno, sólo un céntimo más que los huevos más grandes de cría en jaulas, los XL, y cuatro céntimos más que los de ¿suelo?; eso sí, son mucho más caros que los convencionales L y M, que cuestan 0,14 y 0,13 euros, respectivamente. Ahora bien, la composición nutricional de los huevos camperos es idéntica a la de los convencionales. Su valor añadido no es nutritivo, sino cultural y ecológico: su cría tiene más en cuenta el bienestar de las gallinas. La muda forzada es una práctica prohibida en Europa, (en algunas zonas del mundo, como EEUU, no está prohibida) que se realiza con el fin de alargar el ciclo de puesta de las gallinas de mayor edad para obtener más huevos XL y responder así a las demandas del mercado. Consiste en restringir el pienso, la bebida y la luz a las gallinas ponedoras durante un tiempo determinado, haciendo que muden (cambio de plumas) y pierdan una cuarta parte de su peso normal, lo que altera sus ciclos biológicos y propicia un nuevo ciclo de puesta de huevos; así se consigue alargar la productividad de la gallina y que pongan huevos de mayor tamaño. Durante este período, estas aves sufren un mayor estrés y se muestran más predispuestas a infecciones como la salmonelosis, ya que su sistema inmune se debilita. Al cabo de una semana, se les proporciona el pienso y agua de manera gradual, hasta que empiezan a poner huevos de mayor tamaño del habitual. Esta práctica va en contra del bienestar animal: las gallinas están más débiles y pueden enfermar con mayor facilidad. Los huevos que ponen estas gallinas de muda forzada son, efectivamente más grandes, pero objetivamente su calidad y seguridad es inferior, ya que tienen una cáscara más fina y tienen más probabilidades de contener salmonella. En resumen, si nos importa el bienestar animal, optemos por huevos no muy grandes.
Huevos fritos: ¿engordan mucho?, ¿y son tan poco digestivos
La digestibilidad del huevo depende de la tolerancia individual que ante él presentan las diversas personas y de la forma de cocinado. Cocido es más digestivo que frito, por ejemplo. El huevo frito contiene algo más de grasa que el crudo o cocido, aunque no tanto como se piensa, porque su capacidad para absorber el aceite es limitada e independiente de la cantidad de aceite empleada en la fritura. Se estima que un huevo frito bien escurrido aporta sólo 35 calorías más que si se consume cocido.
¿Crudos alimentan más?
No. Los huevos crudos (desaconsejables porque si tuvieran salmonella -que se inactiva con el calor- podrían causar una toxiinfección alimentaria) no son tan nutritivo como creía. La proteína del huevo precisa la acción del calor para coagular y poder ser digerida y aprovechada por nuestro organismo.

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