Hoy que estamos en reflexión perpétua porque hemos de votar, me he tropezado con unas notas escritas por nuestro insigne historiador , gran persona y mejor sacerdote, además de amigo mío que lo fue, el padre Martín Bueno Lozano.
Comienza diciendo..... Del año 1.457 al 1.461 el Castillo de Jimena de la Frontera estuvo oyendo el vascuence, hablado,entre otros, por uno de los abuelos de San Ignacio de Loyola... La abundancia de los menos y la escasez de los más deshizo la sociedad igualitaria, donde no había distinción entre señores y vasallos, que era en la Edad Media la región guipuzcoana.
Los menos recibían el nombre de Parientes Mayores. Mayores, porque de hecho disponian del poder político: arrendaban partes de las tierras, cobraban sus rentas, así como los diezmos de las iglesias y parroquias, cuyos patronazgos detentaban. Los amos. Parientes, porque lo eran entre sí. Los intereses, y no el amor, los unían matrimonialmente, y, al mismo tiempo, como suele suceder, los dividieron en dos bandos separados por odios implacables, de los cuales el uno era conocido por "gamboino" y el otro por "oñacino", debido a que los cabecillas respectivos eran los Gambos y los Oñaz.
Las refriegas entre ambos fuieron atroces, sangrientas y continuas. El año de 1420, por ejemplo, los primeros asaltaron la casa del jefe de los segundos con el resultado de 150 muertos; el de 1446 perdieron los primeros e morieron setenta home de ellos e quemaron la villa Escoytia"en el de 1448 volvieron a enfrentarse con no menos de 2500 hombres por bando, etc, etc, .
Era tal el recelo mutuo que para defenbderse unos de otros se habian construido casas de piedra,coronadas de almenas, verdaderas torres, las así llamadas, por eso "casas torre".
Naturalmente, el pueblo llano sufruió mucho en medio de aquella salvaje bandería.A él acudian los Parientes para sufragar los gastos que les ocasionaban sus guerras, cuando no les asolaban los campos sembrados y les destruian las casas( importante el incendio de Azcoitia).
Para mejor defenderse, las villas se organizaron en hermandades militares con la probación del rey de Castilla, en cuyo reino estaba integrada, e incluso con la orden de pasar ala acción.
Los Parientes Mayores no se arredraron, sino que, en desafio retaron a las ocho villas mas significadas en las revueltas, fijando el cartel en las puertas de la de Azcoitia el último sábado de julio del mismo año, firmado en primer lugar por Martin Ruiz de Gamboa " por mí-decía-e por Juan Pérez de Loyola", el abuelo de San Ignacio, seguido de las firmas de hasta veinticinco señores.
Don Enrique habia conquistado la primavera anterior las plazas de Estepona y de JIMENA dejándolas expuestas a gran peligro por hallarse ambas muy metidas en territorio enemigo y lejos de las bases castellanas. Naturalmente nadie quería acudir a ellas, no sólo por el riesgo, sino que también por la falta absoluta de comodidad.
El rey Enrique estaba hasta la "coronilla" de estos vascuences que lo destrozaban todo e imponian sus voluntades ante la ciudadania, así que pensó que aquellos ásperos señores de espiritu peleón y duchos en la guerra eran los propios para reforzar las escasas guarniciones, cuya defensa le preocupaban. Castigándolos con el destierro a aquellos desapacibles e inhóspitos castillos mataba dos pájaros de un tiro. Y así fue como envió nueve de ellos a Estepona y doce a JIMENA con distintos años de condena. Cuatro de los de Jimena a un año, cinco a dos, uno a tres y dos a cuatro. ( El abuelo de San Ignacio se halló entre estos últimos. Obviamente a los ojos del rey debió de haber aparecido como uno de los más revoltosos).
Este abuelo de San Ignacio hizo todas las fechorias que le dio la gana correteando con su espada por las almenas de nuestro castillo y sometiendo a cuantos se oponian en su camino hasta que se acabó su condena y regresó a sus tierras donde se le permitió reparar su "casa torre" pero no con piedras como antes, sino con ladrillos, que es como se conserva. El santuario de Loyola encierra en sí la de la familia de San Ignacio, reconstruida por el abuelo JIMENATO y donde el santo nació, distinguiendose claramente la parte baja que quedó después de la destrucción, de piedra, de la parte alta que se construy´o sobre élla, de ladrillo.
Los pasajes de la historia están llenos de acontecimientos acaecidos en nuestro querido pueblo Jimena de la Frontera porque pese a quien pese hemos sido importantes a través de los tiempos y lo seguiremos siendo porque queridos amigos los JIMENATOS no hemos nacido en cualquier lugar, hemos nacido en JIMENA, escudo perpétuo para la defensa de nuestro país, donde se derramó sangre inocente en muchas ocasiones pero no por éllo dejó de existir.
Gracias al Padre Martín Bueno ( un Jimenato ejemplar) podemos reconstruir nuestra historia y regocijarnos en la lectura de páginas eternas de placer y misterio.
Un abrazo
Currini
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