No es un detergente de última generación para lavar los platos, pero su efecto es similar: elimina la grasa. En este caso, la del cuerpo, que es la que favorece la aparición de enfermedades cardiovasculares y diabetes. Se trata del arándano, un fruto que, al igual que otras bayas, puede servir para mucho más que complementar las recetas de repostería.
Los resultados de un estudio que se acaba de presentar en el congreso de Biología Experimental de la Sociedad Americana de Nutrición, celebrado en Washington (Estados Unidos), aportan nuevas pruebas de los beneficios para la salud de unos compuestos muy abundantes en este alimento: los polifenoles.
Los investigadores observaron el efecto de dichas sustancias a nivel molecular en tejidos de ratón y comprobaron que reducían la diferenciación de las células no especializadas en adipocitos (células grasas). En otras palabras: frenaban la formación de tejido graso.
Uno de los aspectos más prometedores de este trabajo es que, cuanta mayor cantidad de polifenoles se suministraba a los cultivos de roedores, mayores eran los efectos. Así, la dosis más baja produjo una reducción de tan sólo un 27% del contenido graso, pero este porcentaje ascendió al 73% cuando se aplicó la ración más alta. No obstante, los responsables del estudio advierten de que sus resultados aún son preliminares y deben confirmarse en humanos.
El poder antiobesidad de los arándanos ya se conocía, así como el papel protagonista que representan los polifenoles, pero todavía no se sabe exactamente cómo se produce, qué dosis son aconsejables o qué personas pueden beneficiarse en mayor medida.
Los especialistas en nutrición tienen muy presente el papel preventivo de estos componentes vegetales. Según Miguel Ángel Martínez Olmos, del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn) y médico especialista en Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario de Santiago, "disminuyen la oxidación que van produciendo los procesos del metabolismo, que lleva al envejecimiento de las células".
En las personas con problemas metabólicos (diabetes, hipertensión, obesidad...), añade el experto, este deterioro progresivo está "mucho más acentuado; de ahí que sea especialmente importante conseguir un buen nivel de antioxidantes".
A pesar de sus numerosas virtudes, los arándanos se consumen en España con mucha menos asiduidad que en otros países. ¿Deberíamos ingerirlos en mayor cantidad? Martínez Olmos y la mayoría de los especialistas en nutrición creen que no tiene sentido obsesionarse con aquellos alimentos que se ponen de moda tras la aparición de estudios que ilustran sus bondades. "Lo importante es que recuperemos la dieta mediterránea, que tiene un alto contenido en verduras y frutas frescas. Ahora se tiende a una alimentación con menos antioxidantes", asevera.
Comparte esta opinión Julián Rivas, responsable del Grupo de Investigación en Polifenoles de la Universidad de Salamanca, quien también apuesta por una alimentación variada y muy verde. Este experto aclara que los polifenoles constituyen una gran familia, dentro de la cual se encuentran los flavonoides, presentes en casi todas las bayas y frutos rojos. Se ha comprobado que pueden ejercer "un efecto sinérgico con otros compuestos, como la vitamina C o los carotenos, que también se comportan como antioxidantes". Además, sus beneficios no se limitan al ámbito de la lucha antigrasa. También actúan como antimicrobianos y antitumorales.
Fuente: El Mundo
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