El otoño pierde horas de luz hasta alcanzar el solsticio de invierno, el día más corto del año. Además, el último fin de semana de octubre se adelanta una hora el reloj, lo que supone que anochece antes. De esta forma, si en verano se disponía de más de doce horas de sol en las que desayunar, almorzar, comer, merendar y cenar, la estación otoñal no supera las ocho horas. Pero esto no es óbice para abandonar la buena costumbre de dividir la alimentación en cinco tomas. Todo lo contrario, hay que marcarse como objetivo repartir la ingesta de calorías y nutrientes de manera ordenada y eficaz.
Se estima que el consumo diario recomendado de calorías es de 2.200 en el caso de los hombres adultos y de 2.000 en el caso de las mujeres. Se considera que el desayuno debe aportar el 25% de las necesidades, es decir, la cuarta parte de las calorías que se necesitan cada día. Por su parte, el almuerzo debe suponer un 35% y la cena, entre un 25% y un 30%. Se reserva el 10% restante para las comidas que se realizan a media mañana y a media tarde.
Tal vez lo más difícil es respetar los dos tentempiés, el matutino y el vespertino. Un objetivo muy saludable es convertir esa comida en el momento de degustar las frutas, hortalizas y frutos secos de la temporada; unas zanahorias crudas, en jugo, en una original compota con manzana o una mermelada de zanahoria untada en pan o en tortas de arroz; unos crepes con endibias, queso, nueces y plátano, un batido de leche con yogur y avellanas, el reconstituyente licuado de mandarina y pomelo o un energético muesli de tres cereales con manzana y nuez.
Estos aperitivos se convierten en tentempiés ricos en fibra, con interesante efecto saciante, aunque el aporte energético no sea elevado. Hay que evitar los alimentos dulces, salados o con mucha grasa, sobre todo cuando el trabajo que se realiza requiere estar sentado muchas horas.
Se estima que el consumo diario recomendado de calorías es de 2.200 en el caso de los hombres adultos y de 2.000 en el caso de las mujeres. Se considera que el desayuno debe aportar el 25% de las necesidades, es decir, la cuarta parte de las calorías que se necesitan cada día. Por su parte, el almuerzo debe suponer un 35% y la cena, entre un 25% y un 30%. Se reserva el 10% restante para las comidas que se realizan a media mañana y a media tarde.
Tal vez lo más difícil es respetar los dos tentempiés, el matutino y el vespertino. Un objetivo muy saludable es convertir esa comida en el momento de degustar las frutas, hortalizas y frutos secos de la temporada; unas zanahorias crudas, en jugo, en una original compota con manzana o una mermelada de zanahoria untada en pan o en tortas de arroz; unos crepes con endibias, queso, nueces y plátano, un batido de leche con yogur y avellanas, el reconstituyente licuado de mandarina y pomelo o un energético muesli de tres cereales con manzana y nuez.
Estos aperitivos se convierten en tentempiés ricos en fibra, con interesante efecto saciante, aunque el aporte energético no sea elevado. Hay que evitar los alimentos dulces, salados o con mucha grasa, sobre todo cuando el trabajo que se realiza requiere estar sentado muchas horas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario