lunes, enero 17, 2011

EL TAJO DE RONDA POR... JOSÉ RAMÓN SÁNCHEZ VILLALBA


FOTOS: JOSÉ RAMÓN SÁNCHEZ. TESORILLO
Historia del río Guadalevín y Ronda
Las obras gigantescas no son siempre obras de gigantes. Es necesario echar mano del refranero popular para explicar cómo el río Guadalevín, hermano menor del Guadiaro, ha esculpido a lo largo del tiempo un cañón que divide en dos a la Ciudad Soñada. A Ronda.
En el origen del Tajo está la fuerza erosiva del agua, el trabajo constante de un cauce poco voluminoso sobre terrenos que antiguamente albergaron el mar. «Un río no es sólo una corriente de agua, sino también de piedras», indica Vicente Pimentel, profesor perteneciente al Departamento de Geología del Instituto de Educación Secundaria Pérez de Guzmán.
«Para explicar la génesis del Tajo se ha recurrido, incluso, a teorías catastrofistas que apuntaban a violentos terremotos», continúa Pimentel. Lejos de esta consideración, cuenta cómo el geólogo gaditano José Macpherson fue el primero en arrojar una explicación científica sobre la formación del Tajo en 1874.

Antigua bahía
En la obra 'Memoria sobre la estructura de la Serranía de Ronda', este último autor, José Macpherson, relata: «Cuando por primera vez lo observé, creí contemplar restos de algún antiguo glaciar, pero lo gastado de los cantos en general, su evidente estratificación y los restos marinos que con frecuencia se encuentran me hicieron cambiar de parecer y me inclinó a creer sea más bien un depósito litoral en el fondo de aquella bahía en donde se acumulaban los restos que de esa parte de la Serranía acarreaban los antiguos torrentes».

Así, el mar visitó alguna vez Ronda. «Desde Cádiz a Murcia, a lo largo del Valle del Guadalquivir, se han encontrado fósiles marinos idénticos a los hallados en el Tajo, lo que da idea de la extensión del mar de aquel tiempo, que los geólogos llamamos época miocena», señala Pimentel.

De esta forma, los elementos permeables y la cantidad de carbonato de cal que traen las aguas de las montañas calizas han provocado la cementación de las rocas que componen la estructura del Tajo de Ronda.

Afluente del Guadiaro
El río Guadalevín nace en la Sierra de las Nieves para morir en el Guadiaro en la zona de La Indiana. A su paso por Ronda, discurre por medio kilómetro, encallejonado entre las paredes verticales de la angosta brecha que divide a la ciudad en dos, con alrededor de cien metros de profundidad. El abismo, según cuenta Pimentel, termina de forma brusca que el río salva para llegar al valle.

«Es común que la fuerza del agua origine este tipo de accidentes geológicos», apunta Vicente Pimentel. No obstante, la peculiaridad de Ronda estriba en que la ciudad se encuentra, prácticamente en su totalidad, sobre una gran meseta que se precipita al vacío, creando uno de los atractivos turísticos con mayor proyección mundial.

Y la grandeza del Tajo se ha traducido en el afán humano de salvarlo, de saltarlo. Entre 1759 y 1793 se construyó el Puente Nuevo, que une la parte histórica y el Mercadillo, con 98 metros de altura sobre el río. Pero antes se construyó el Puente Viejo en 1616 (31 metros) y de la ocupación árabe quedó el Puente Romano, con 12 metros de altura. Abajo, el Tajo, siempre está presente en la vida de la ciudad.
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