lunes, enero 17, 2011

LA SOPA, UN SECRETO ENTRE PUCHEROS.



Este plato tan diverso como antiguo ha permanecido a lo largo de la historia como una de las comidas básicas de innumerables pueblos y generaciones

Desde las antiguas ollas de cerámica utilizadas para las primeras cocciones tal como se conocen hoy, hasta las sopas de sobre, la historia de este plato es frecuente en las mesas. La sopa puede ser tan popular como exclusiva, tan sencilla como elaborada, pero siempre reconfortante. Quizá el secreto de su éxito y la gran ventaja de esta cocción es que permite cocinar a la vez varias materias primas vegetales y animales, junto con la adición de sal, condimentos y especias que, en escasa proporción, complementan el sabor natural de los alimentos.

La sopa es un plato que alimenta y reconforta. Fría o caliente, según la estación, se prepara de manera fácil, aunque con tiempo y cuidado, muy necesarios en el dominio de sus hervores. La historia de la sopa está ligada de forma irremediable a la de la alimentación y el desarrollo humano.

Una larga historia
Según Faustino Cordón, científico español destacado por sus investigaciones sobre biología evolutiva, la práctica de las primeras cocciones fue posible con el desarrollo de la cerámica, que coadyuvó a la incorporación del agua, lo cual constituyó una inflexión muy importante en el desarrollo de la actividad culinaria. "La posibilidad de cocinar juntas materias primas de distinto origen va a permitir acumular experiencia de las mezclas más adecuadas para satisfacer el apetito y para conservar la energía corporal durante más horas", indicó. En su opinión, esto ha enseñado qué conviene comer en cada ocasión, a partir de los alimentos de los que se disponga y "con el trabajo que se prevea realizar".

En el "Dictionnaire des Potages", cuyos autores son Michel Caron y Red Nival, se recopilan quinientas recetas de sopas -con su historia- y se argumenta que ésta fue la receta más generalizada de la Prehistoria en el continente europeo, tal como se conoce hoy. Para estos autores, el "bortsch" ruso y eslavo -una sopa de verduras en la que no falta la remolacha- es un testigo vivo de lo que fueron hace millones de años los caldos ácidos, obtenidos a partir de plantas con este sabor, como las ortigas o las berzas, y sometidos a fermentación láctica.

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